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¿Es posible volver a la dieta del Edén? Encuentre la respuesta!

La búsqueda de la dieta perfecta ha atraído a muchos reformadores de la salud contemporáneos al igual que la mítica fuente de la juventud atrajo a miles de personas a través de los siglos. Entre los diferentes grupos que buscan la dieta perfecta son los que defienden la dieta edénica como patrón dietético para nuestros días, alegando la dieta dada originalmente a Adán y Eva es válida para nuestro tiempo. Sin embargo, un análisis de esta propuesta no resiste un escrutinio teológico o científico. Se muestran inconsistencias serias en estas dos áreas, como puntuaremos.
1. Es imposible tener una dieta perfecta en este mundo imperfecto, donde los seres humanos y toda la creación sufren las consecuencias del pecado (Romanos 8:22). Esto significa que una mayor o menor medida, todos los alimentos tienen algún ingrediente tóxico. Los fitatos, fitohemaglutinina, ácido fítico, tanino, cianuros, solaninas, oxalatos, urushiol y goitrogênicos son algunos de los elementos tóxicos presentes en muchos alimentos considerados saludables, incluidas las nueces de anacardo, el trigo, la col, el brócoli, tomate, manzana, cereza, almendra, frijoles y espinacas, por nombrar algunos. En resumen, se consideran buena comida, pero no perfectos. Incluso la germinación no puede neutralizar las toxinas presentes en algunos alimentos. El secreto para reducir los efectos de estas toxinas en el largo plazo es seguir una dieta variada con productos de temporada, dando al cuerpo la oportunidad de metabolizar en diferentes momentos y evitar la acumulación de un nivel que puede ser perjudicial.
2. La dieta edénica también defiende el crudismo, o consumir alimentos crudos. El problema es que muchas sustancias tóxicas peligrosas contenidas en ellos se neutralizan por la cocción y, paradójicamente, ciertos nutrientes, tales como el licopeno (que se encuentra en los tomates), se mejoran cuando se cocina. Por lo que comer alimentos crudos con alimentos cocinados es una elección estratégica y equilibrada. Una dieta de alimentos crudos durante un periodo de tiempo puede tener efectos positivos sobre la recuperación de la enfermedad, pero como un estilo de vida puede tener efectos no deseados.
3. La dieta edénica original contenía el fruto del árbol de la vida, al que no tenemos acceso desde la entrada del pecado en la tierra (Génesis 3:22). De hecho, un estudio de los primeros libros de la Biblia nos dice que para cada período, Dios ha designado una dieta especial: el edénico, post-edénico, el postdiluviano y el israelita. El régimen para nuestro tiempo (final) es descrito por Ellen White constituyéndose de los “cereales, frutos secos, frutas y verduras.” E incluye alimentos que nacen en el suelo, como las patatas.

4. Dios no exige nuestra perfección en cuanto a la comida, pero cada uno busca los alimentos más sanos en su realidad, aprovechando cada oportunidad que ÉL nos ha dado para elegir el mejor disponible. Esto significa, por ejemplo, que la población ribereña de la Amazonía, que cuenta con una dieta a base de pescado y harina y viven donde hay una carencia de frutas, verduras y granos enteros deben ser orientados de manera diferente de las personas que viven en regiones donde hay variedad de alimentos. En el contexto de la selva, el consejo para los ribereños es evitar los animales impuros (Lev 11), cuidar la higiene personal y ambiental y buscar alternativas más saludables cuando esté disponible.
5. Los componentes de la dieta edénica fueron preservados por Dios y volveremos a utilizar este regimen en la nueva tierra. Volveremos a comer el fruto del árbol de la vida, y los animales podrán disfrutar de la dieta dada originalmente para ellos (Génesis 1:30; Isaías 65:25). Pero hasta entonces, tenemos que hacer todo lo mejor posible, siempre con responsabilidad y equilibrio, en la condiciones imperfectas que vivimos.
SILMAR CRISTO es un médico, consultor y autor de varios libros sobre la salud y calidad de vida (a través de Revista Adventista )
“El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos. Véase Génesis 4:16. Durante mucho tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes ángeles. En la puerta del paraíso, custodiada por querubines, se revelaba la gloria divina.* Allí iban Adán y sus hijos a adorar a Dios. Allí renovaban sus votos de obediencia a aquella ley cuya transgresión los había arrojado del Edén. Cuando la ola de iniquidad cubrió al mundo, y la maldad de los hombres trajo su destrucción por medio del diluvio, la mano que había plantado el Edén lo quitó de la tierra. Pero en la final restitución, cuando haya “un cielo nuevo, y una tierra nueva” (Apocalipsis 21:1), ha de ser restaurado más gloriosamente embellecido que al principio. “(Ellen G. White – Patriarcas y Profetas, pág 62.).

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