LECCIÓN 10 – EL ESPÍRITU SANTO, LA PALABRA Y LA ORACIÓN – PARA EL 11 DE MARZO DE 2017
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Los pensamientos pertenecientes a “Escuela Sabática para Maestros” no representan la postura oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día local, regional o mundial. Este es el trabaljo, esfuerzo y pensamiento de un hermano laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuyo principal objetivo es proveer extra información a la Lección de Escuela Sabática, para que le sea de ayuda al maestro para poder entender y explicar de una manera mas clara y nutrida la lección de Escuela Sabática. Tratamos de no presentar temas controversia-les, ni polémicos y evitamos las ideas que promueven el fanatismo y el extremismo en nuestra iglesia.
Letra Negra: Lección de Escuela Sabática
Letra Ocre: Lección de Escuela Sabática
Letra Roja: La Biblia
Letra Café: Nuestro comentario
Letra Azul: Espíritu de profecía
Lección 10: Para el 11 de marzo de 2017
EL ESPÍRITU SANTO, LA PALABRA Y LA ORACIÓN
Sábado 4 de marzo____________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 15:7; Mateo 7:7; Salmo 6:18; Santiago 1:6-8; 1 Juan 5:14, 15; Hechos 2:38.
PARA MEMORIZAR:
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos” (Rom. 8:26, 27).
LA ESPIRITUALIDAD Y LA ORACIÓN VAN JUNTAS. No hay vida espiritual verdadera sin oración vigorosa. Después de la necesidad de arrepentimiento, quizás una de las más urgentes y mayores necesidades sea la de un reavivamiento de nuestra vida de oración. Las buenas nuevas son que incluso en nuestras oraciones no somos dejados sin la ayuda del Espíritu Santo. La oración nos acerca a Dios. La oración de fe nos capacita para vivir en respuesta a la abundancia de las promesas de Dios. La verdadera oración y la espiritualidad auténtica siempre tienen a Dios en el centro de nuestra atención, y ambas están fundamentadas en su Palabra.
No deberíamos estar basando nuestra vida espiritual en nuestra experiencia inestable y en sentimientos subjetivos, ni enfocando nuestras oraciones en prácticas contemplativas y de meditación dudosas. Más bien, nuestra espiritualidad debe ser guiada por la Biblia, y seguir la voluntad de Dios tal como es revelada en su Palabra. Es el Espíritu Santo el que despierta en nosotros un deseo de buscar la presencia de Dios y orar los unos por los otros.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando Jesús se inclinó en la orilla del Jordán y elevó su petición, la humanidad fue presentada ante el Padre por Aquel que había revestido su divinidad con humanidad… La oración de Cristo en favor de la humanidad perdida se abrió camino a través de todas las sombras que Satanás había proyectado entre el hombre y Dios, y dejó un claro canal de comunicaciones hasta el mismo trono de la gloria. Las puertas fueron dejadas entreabiertas, los cielos fueron abiertos y el Espíritu de Dios —en forma de una paloma— circundó la cabeza de Cristo y se oyó la voz de Dios que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia”.
Se oyó la voz de Dios en respuesta a la petición de Cristo, lo cual le asegura al pecador que su oración hallará cabida en el trono del Padre. Se les dará el Espíritu Santo a los que buscan su poder y su gracia, y él nos ayudará en nuestras debilidades cuando tengamos una audiencia con Dios. El cielo está abierto para nuestras peticiones, y se nos invita a ir “confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar tracia para el oportuno socorro”. Debemos ir con fe, creyendo que obtendremos las mismas cosas que pedimos a Dios (Comentarios de Elena G. de White, Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1054).
Dios conoce los deseos del alma. Pero nuestro pueblo, que tiene el gran tesoro de la Palabra de Dios frente a sí, no se da cuenta de ello…
Se necesita buscar a Dios, no… de vez en cuando, sino continua y fervorosamente, con confesión y humillación del alma ante Dios. Su pueblo debe presentarse en la sala de audiencias del Altísimo… Dios comprende que Ud. lo necesita, y si lo pide, recibirá ayuda en las tentaciones y pruebas. Sus peticiones, manifestadas solo al Dios que escudriña el corazón, serán oídas y contestadas (Alza tus ojos, p. 331).
Quebrántese vuestro corazón por el anhelo que tenga de Dios, del Dios vivo. La vida de Cristo ha mostrado lo que la humanidad puede hacer participando de la naturaleza divina. Todo lo que Cristo recibió de Dios, podemos recibirlo también nosotros. Pedid, pues, y recibiréis. Con la fe perseverante de Jacob, con la persistencia inflexible de Elias, pedid para vosotros todo lo que Dios ha prometido.
Dominen vuestra mente las gloriosas concepciones de Dios. Enlácese vuestra vida con la de Cristo mediante recónditos eslabones. Aquel que ordenó que la luz brillara en las tinieblas, desea brillar en vuestro corazón, para daros la luz del conocimiento de la gloria de Dios en el rostro de Jesucristo. El Espíritu Santo tomará las cosas de Dios y os las mostrará, transfiriéndolas al corazón obediente cual vivo poder. Cristo os conducirá al umbral del Infinito. Podréis contemplar la gloria que refulge allende el velo, y revelar a los hombres la suficiencia de Aquel que siempre vive para interceder por nosotros (Palabras de vida del gran Maestro, p. 115).
68Domingo 5 de marzo // Lección 10________________________________________
LA ORACIÓN QUE PLACE A DIOS
Aunque cubiertas por un manto de piedad, muchas oraciones son guiadas por motivaciones cuestionables. Quizás oremos pidiendo que se salve la vida de una persona únicamente porque no nos gusta vivir solos. O podríamos orar pidiendo éxito en la obra de Dios porque jugamos un papel importante en ella. También puede ser que oremos por la conversión de una persona porque, entonces, nuestra vida será más fácil. A menudo, nuestras oraciones se centran más en lo que nosotros queremos en vez de en lo que Dios desea. La oración que place a Dios tiene un enfoque diferente.
Lee Juan 15:7. ¿Por qué es importante para nuestras oraciones que permanezcamos en Jesús y que sus palabras permanezcan en nosotros? ¿Qué enfoque diferente tendrán nuestras oraciones si no permanecemos en Jesús?
Juan 15:7
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
Buscar primeramente a Dios y disfrutar de su compañía es más importante que cualquier otra cosa que él nos pueda dar. Si Dios está en primer lugar en nuestra vida, deseamos hacer lo que él desea; sus pensamientos moldean nuestros deseos. Cuando Dios es el centro de la oración, comenzamos a orar desde su perspectiva. Empezamos a ver nuestra vida entera a través de los ojos de Dios. Esta perspectiva ennoblece la oración.
Dios está profundamente interesado en nosotros. Él anhela ser parte de todos los aspectos de nuestra vida: nuestros temores, preocupaciones, deseos, esperanzas, anhelos, éxitos, alegrías, fracasos; todo. Podemos hablar acerca de estas cosas con él como lo haríamos con un buen amigo. Y lo vemos todo a través de los ojos de él.
La oración no cambia a Dios; nos cambia a nosotros, porque somos llevados ante la presencia de Dios, que transforma vidas.
“Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto para que Dios sepa lo que somos, sino a fin de capacitarnos para recibirlo. La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a él” (CC 93).
¡Qué cita poderosa! ¡Explica tan bien la realidad de lo que la oración hace en nosotros y por nosotros! Solamente la oración nos convierte en receptáculos abiertos, listos para recibir la gracia, el poder y la presencia de Dios en nuestra vida. ¿Quién no ha experimentado en algún punto la realidad de cómo la oración puede acercarnos a Dios?
Piensa en tu propia vida de oración; es decir: qué cosas pides en oración, cuándo oras, por qué oras, etc. ¿Qué te dice esto acerca de tu propio estado espiritual y tu relación con Dios? ¿Qué cambios necesitas hacer?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Juan 15:7
7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.
El varón Walter Raleigh estaba frente a la reina Elizabeth, pidiendo de nuevo otro favor. La reina lo interrumpió y le dijo: “Señor Raleigh, hasta cuando dejaras de estarme pidiendo favores” El varón Walter Raleigh contestó inmediatamente: “Dejaré de pedir favores a mi reina, hasta cuando ella pare de darlos”
Si el hombre puede dar buenas dádivas, mucho mejor lo puede hacer Dios, él nos invita constantemente a que le pidamos, por que él está deseoso de conceder los cosas que se le piden.
El Estudio de ésta semana, está basado en tres cosas importante para tener una oración exitosa, éstas tres cosas son:
-Pedir
-Creer
-Reclamar
El día lunes estaremos estudiando el pedir, el día Martes el creer y el día miércoles el reclamar. El departamento de Escuela Sabática mundial, hizo un estudio excelente sobre éste tema, por lo tanto nuestra aportación será muy mínima para ésta semana.
Uno de los problemas que enfrentamos los miembros de la iglesia Adventista del Séptimo Día, es que nuestras oraciones, casi nunca son contestadas.
Comúnmente solemos decir, que Dios siempre nos contesta nuestras oraciones, y que su respuesta puede ser un “si,” puede ser un “no,” o puede ser un “espera.” Este dicho que tenemos, es como una moneda de consolación, pero la verdad de las verdades, es que la mayoría de nosotros, cuando pedimos, Dios no nos contesta nuestras oraciones.
El versículo de éste día, da mucha luz a nuestro problema. El versículo dice: “7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho.”
Para poder recibir lo que pedimos, hay dos condiciones importantes que necesitamos cumplir, antes de pedir: La primera condición es permaneced en Cristo, y la segunda condición es que su Palabra permanezcan en nosotros.
Si no tenemos una vida con Cristo, no nos molestemos en pedir, por que no vamos a recibir absolutamente nada de parte de Dios.
Si la palabra de Dios, no permanece en nuestras vidas, tampoco nos molestemos en pedir, por que no vamos a recibir absolutamente nada. No hay algo mas claro en la Biblia que esto.
No nos molestemos en pedir si no vivimos en Cristo, tampoco nos molestemos en pedir si no estudiamos la palabra de Dios y no la obedecemos. ¿Necesita algo mas claro y sencillo que esto?
Encontramos muchos hermanos que se quejan, que han pedido a Dios y Dios no les contesto sus oraciones. Tenemos respuesta para éste tipo de personas: Dios no le contestó la oración, por que no tiene a Cristo en sus vidas, y también no le contestó sus oraciones, por que no estudia la Biblia, ni tampoco la obedece. ¡Mas clara no puede ser la Palabra de Dios!
Usualmente tenemos una vida sin Cristo, una vida sin estudio de la Palabra de Dios, y por consecuencia natural de éstas dos negligencias, tenemos una vida sin obediencia. De un momento a otro, la enfermedad, la necesidad, la desgracia, toca nuestra vida y allí es donde caemos de rodillas; ¿Nos contestará Dios nuestra oración, cuando hemos sido negligente con las condiciones anteriores? La respuesta es un rotundo no, Dios no contesta éste tipo de oración.
Hay diferentes niveles de bendiciones, y usualmente recibimos la bendición estándar o normal de Dios, recibimos esa bendición que cae sobre justos y pecadores. Recibimos la luz del sol, la brisa fresca, el agua, la lluvia, un hermoso mundo, el bocado del día, esas bendiciones las da Dios a todos sus hijos, no importando quien es, para que sobrevivan en el mundo.
Pero cuando pedimos bendiciones mayores, pedimos sobre problemas específicos, cuando pedimos por problemas de salud, o un favor especial y determinado sobre nuestras vidas, entonces es allí donde se conoce quien es quien.
Dios simplemente no va a responder nada a una persona que no permanezca en Cristo, y que no sea obediente a su santa palabra.
Aun la situación es peor, Proverbios 28: 9 dice: “9 El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable”
El que aparta su oído para no oír la ley, Su oración también es abominable. Dios no solo aborrece a una persona que se aparta de la ley, Dios también aborrece la demostración de un acto religioso hipócrita, donde se está haciendo una demostración de ser bueno y santo, cuando en realidad no lo es.
Toda persona que aparta su oído de la ley de Dios, tarde ó temprano caerá en aflicción ó problemas, cuando ese momento llegue, con toda seguridad doblará sus rodilla para orar a Dios, Dios no solo dejará de prestar atención al pedido de ésta persona, más que eso; despreciará y aborrecerá el pedido de oración, de la misma manera que la persona ha despreciado la ley de Dios. Se cumplirá el temible texto de Salmos 109: 7 que dice: “Cuando sea juzgado, salga culpable; y su oración sea para pecado.”
Todo lo contrario para el justo, por haber oído y haber guardado la ley de Dios, cuando llegue la aflicción y los problemas a su vida, doblará su rodilla y clamará a Dios, y será escuchado por un Dios justo y su oración nunca será despreciada.
Este pensamiento, tendría que estar en el fondo de nuestra mente y corazón, y tendría que ponernos a temblar. Muchos de nosotros somos quebrantadores de la ley de Dios, muchas veces abierta y deliberadamente. Volvamos a Dios, para recibir perdón de nuestros pecados y transgresiones, y ponernos a cuenta con Dios, antes que sea demasiado tarde. Tarde ó temprano la aflicción, la tristeza, la desgracia ó la enfermedad tocará a nuestras vidas; y no habrá cosa más desesperante, que nuestro Padre Celestial se niegue a escucharnos y que menosprecie nuestras palabras de pedido de auxilio y socorro, en momentos que en verdad necesitamos de su ayuda.
Un pensamiento profundo y hermoso de Gregorio I: “Nuestros corazones nos critican, cuando elevamos nuestras oraciones sabiendo que nuestra mente está en oposición directa hacia aquel que nos implora que guardemos sus preceptos. Nuestras oraciones se vuelven abominaciones y nos volvemos extraños a los favores de Dios, cuando tenemos un punto de partida para ponernos fuera del control de la ley de Dios. Las oferta que Dios nos propone es un ” cristianismo práctico” junto con la “oración” y si esa es su oferta, tendríamos que pedirla y buscarla con todo nuestro corazón. El “cristianismo práctico” tiene que ser sostenido por la “oración”; y la oración tiene que ser sostenida por un “cristianismo práctico”
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Por medio de la gracia abundantemente proporcionada por Dios, todos tratarán de contestar la oración de Cristo, es decir, que sus discípulos sean unidos, como él y su Padre están unidos. La paz, el amor, la misericordia y la benevolencia serán los permanentes principios del alma. El amor de Cristo será el tema de toda lengua… El pueblo de Dios permanecerá en Cristo, el amor de Jesús se manifestará, y un solo Espíritu animará a todos los corazones, regenerándolos y renovándolos a la imagen de Cristo, amoldándolos a todos por igual.
Como ramas vivientes de la vid verdadera, todos estaremos unidos a Cristo, la Cabeza viviente. Jesús morará en cada corazón, para guiar, consolar, santificar, y para presentar al mundo la unidad de sus seguidores, para dar testimonio de ese modo que la iglesia remanente posee las credenciales del cielo. Mediante la unidad de la iglesia de Cristo se probará que Dios envió al mundo a su Hijo unigénito (Cada día con Dios, p. 86).
Me lamento día y noche por la aspereza, la dureza, la falta de bondad en las palabras y el espíritu, que manifiestan los que pretenden ser hijos del Rey celestial, miembros de la familia real. Esa dureza de corazón, esa carencia de simpatía, esa aspereza, manifestada hacia aquellos que no gozan de sus favores especiales, es registrada en los libros del cielo como un gran pecado. Muchos hablan de la verdad, predican la teoría de la verdad, pero el amor enternecedor de Jesús no ha llegado a ser un elemento vivo y activo en su carácter.
Es ésta una era de apostasía casi universal y los que pretenden estar en la vanguardia de la verdad descarrían a las iglesias cuando no dan evidencia de que su carácter y sus obras armonizan con la verdad divina. La bondad, la misericordia, la compasión, la ternura, la longanimidad de Dios han de ser expresadas en las palabras, la conducta y el carácter de todos los que pretenden ser hijos de Dios, especialmente en aquellos que pretenden ser los mensajeros enviados por el Señor Jesús con la palabra de vida para salvar a los que perecen. Se les ordena en la Biblia poner a un lado todo lo que es áspero, tosco y rudo en su carácter, y que sean injertados en Cristo, la vid viviente. Deben llevar la misma calidad de fruto que la vid. Únicamente así puede el sarmiento ser un digno representante de la excelencia de la vid (Testimonios para los ministros, p. 151).
Jesús quiere que los niños y los jóvenes acudan a él con la misma confianza con que van a sus padres. Así como un niño pide pan a su madre o a su padre cuando tiene hambre, así quiere el Señor que le pidáis las cosas que necesitáis…
Jesús conoce las necesidades de sus hijos, y se deleita en escuchar sus oraciones. Los niños deben aislarse del mundo y de cuanto apartaría de Dios sus pensamientos. Considérense como estando a solas con Dios, cuyo ojo mira lo más íntimo del corazón y discierne el deseo del alma, y recuerden que pueden conversar con Dios (El hogar cristiano, p. 270).
69Lección 10 // Lunes 6 de marzo___________________________________________
EL FUNDAMENTO DE LA ORACIÓN BÍBLICA: PEDIR A DIOS
Lee Mateo 7:7. Antes de poder recibir algo de Dios, debemos pedirlo. ¿Por qué es tan importante que pidamos, si Dios ya conoce todas las cosas?
Mateo 7:7
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Pedir en oración revela nuestros deseos y expresa nuestra confianza en Dios. Por medio de la oración, nos acercamos a él, en quien buscamos apoyo y ayuda. Cuando pedimos algo a Dios, también le damos permiso públicamente para estar activo en nuestro favor. Dios desea que le pidamos. Desea que llevemos a él nuestros pedidos de oración. Si no le pedimos a él, no recibiremos las bendiciones que ha prometido. Jesús dijo: “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá” (Luc. 11:9, 10).
Lee Marcos 11:24; 1 Juan 5:14 y 15; y Salmo 66:18. ¿Por qué no hay pedido de oración demasiado grande para Dios? ¿Por qué es bueno saber que Dios es generoso y le gusta dar de su abundancia? ¿Cuál es el requisito para que Dios responda nuestras oraciones?
Marcos 11:24
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
1 Juan 5:14-15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
Salmo 66:18
18 Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado.
Verdaderamente, podemos pedir cualquier cosa a Dios. Ningún pedido es demasiado pequeño o poco importante para él. Ningún pedido es tan grande que Dios no pueda manejarlo. Él es omnipotente. Por fe, podemos reclamar toda promesa de la Biblia y recibir el don prometido de sus manos según su voluntad (2 Cor. 1:20).
Sin embargo, hay algunas condiciones que debemos cumplir a fin de recibir lo que estamos pidiendo. Si no estamos dispuestos a someternos completamente a Dios, y si nuestros pedidos reflejan solamente nuestros deseos egoístas y pecaminosos, Dios no responderá nuestras oraciones (ver Isa. 59:1, 2). Una condición importante para el cumplimiento de nuestras oraciones es que estemos dispuestos a seguir la voluntad de Dios y ser obedientes. “Todos sus dones son prometidos a condición de la obediencia” (PVGM 111). Sabiendo que Dios es generoso, podemos acercarnos confiadamente a él. “El Señor no es glorificado con una súplica débil que muestra que no se espera nada. Él desea que todo creyente se acerque al trono de gracia con fervor y certeza” (RP 286).
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
La frase del texto arriba, denota la diligencia y la perseverancia cuando pedimos. Toda esta diligencia y perseverancia al pedir, por supuesto tiene que estar en armonía con lo que estudiamos el día de ayer, para poder pedir con éxito necesitamos vivir en Cristo, y estudiar y obedecer la Palabra de Dios.
Uno de los problemas grandes cuando pedimos, es que solo pedimos las cosas materiales, y nos olvidamos de pedir por las necesidades espirituales de nuestras vidas. Si hiciéramos lo contrario, y nos concentráramos en pedir por los asuntos espirituales, el Señor nos contestaría inmediatamente proveyéndonos para nuestras necesidades espirituales y automáticamente también supliría nuestras necesidades materiales. Santiago 4: 3 dice: “Pedís y no recibís, porque pedís con malos propósitos, para gastar lo en vuestros placeres.” Nos las pasamos pidiendo, un buen trabajo, una casa, un vehículo, salud, bendiciones en general, ¿Y la santidad? Esa está muy bien, gracias. Hay cosas que Dios nos contestará inmediatamente, entre ellas esta el pedir santidad, el perdón de los pecados, el Espíritu Santo, el cambio de nuestra carácter, la predicación del evangelio en el mundo, pedir el don de la obediencia, el abandonar un pecado, un vicio, un complejo o un odio, el deseo de abrazar su Palabra, entre otras. Estas son las cosas que Dios contesta en nuestras vidas inmediatamente, y cada vez que las contesta, nos comienza a impartir sus bendiciones terrenales. Las bendiciones terrenales, él nos las dará de acuerdo a lo que él considere que es mejor en nuestras vidas.
Entonces ahora hemos agregado una condición mas para tener éxitos cuando pedimos a Dios. La primera es vivir en Cristo, la segunda es estudiar y obedecer la Palabra de Dios, y la tercera condición es pedir primordialmente por asuntos y necesidades espirituales. Tenemos que recordar la promesa bíblica: “Primero el reino de Dios y su justicia, y las demás cosas vendrán por añadidura…”
-Toda promesa de Dios, está atada a una obligación
-La Biblia nunca especifica cuando se recibirá lo que se ha pedido
-“Pedid” es la palabra que anuncia la dependencia del hombre de Dios y que también informa cuan vacío es el hombre.
-“pedid” ¿A quién? No a los ángeles, no a los santos, ni a los apóstoles, ni a María, al único Dios soberano, a nuestro Padre Celestial, pidiendo todo en el nombre de Jesús.
“Aconteció que estaba Jesús orando en un lugar, y cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos a orar, como también Juan enseñó a sus discípulos. 2 Y les dijo: Cuando oréis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. 3 El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. 4 Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal.”
Muchas veces cuando escuchamos una hermosa oración, deseamos orar de la misma forma que la persona que elevó la oración; Si hubiéramos tenido la oportunidad de haber escuchado a Jesús orar, cuanto más hubiéramos deseado orar como lo hizo Jesús, sin duda alguna la manera que Jesús oraba era impresionante, sincera, ferviente y reverente.
“Señor, enséñanos a orar” Por que somos ignorantes, por que no sabemos cual es la forma correcta, por que no somos hábiles para pedir las cosas correctas.
No hay duda, que la mayoría de nosotros hemos experimentados muchas veces insatisfacción con nuestras oraciones; son oraciones que muchas veces son pobres, frías, y sin sentido, son oraciones cansadoras y parecen hasta una burla. El corazón parece lleno, pero se vacía inmediatamente cuando doblamos nuestras rodillas para orar, no tenemos nada que decir, todos los pensamientos se esfuman, entonces quedamos irritados y frustrados, murmuramos secretamente, pero no logramos ver la causa de nuestro fracaso que es nuestra propia arrogancia, y es allí donde nos invade el anhelo en nuestro corazón que alguien nos enseñe como orar.
Necesitamos guía en nuestras oraciones por varias razones:
1-Por la grandeza de Dios
2-Por nuestra culpabilidad y pecaminosidad
3-Por la importancia de la oración
4-Por nuestra debilidad y tendencia al mal
5-Por el riesgo de no orar bien
Cristo nunca pudo haber forzado a sus discípulos a orar, el motivó a sus discípulos a orar no diciéndoles que había que orar, los motivó por su ejemplo. Nosotros no podemos orar por fuerza ó imposición, nosotros oramos por condiciones ó situaciones que nos inspiran al deseo de comunicarnos con Dios.
Cuando nosotros oramos, se nos prohíbe usar “vanas repeticiones”. Hay muchos que creen que cuando se usan frases bíblicas en las oraciones, las oraciones se vuelven más correctas, más santa y más aceptables, hay otros que se ponen a orar día y noche y lo hacen solo cuando están asustados ó afligidos.
Repetir las oraciones de David ó de Isaías, e inclusive el “Padre Nuestro” no es meramente orar, aún cuando lo estemos haciendo de rodillas. Para que éstas se conviertan en oraciones reales, necesitamos entender el significado de las palabras y también tenemos que ver con que espíritu esas palabras expresadas están mostrando nuestros verdaderos deseos. La cura para evitar las “vanas repeticiones” en nuestras oraciones, es saber y entender cuales son nuestros verdadero deseos y necesidades, y plantearlos a Dios en forma honesta y sincera.
Padre nuestro,
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
El “Padre Nuestro” se divide en dos partes, exactamente de la misma manera que se divide la Ley de Dios.
La primera tabla de la ley nos ordena como relacionarnos con Dios, la primera parte del “Padre Nuestro” nos habla de la gloria de Dios.
La segunda tabla de la ley nos ordena en cuanto a la relación y el respeto hacia nuestro prójimo, la segunda parte del “Padre Nuestro” nos habla de las necesidades del humano.
Obedeciendo la primera tabla de la ley, nos capacita para obedecer la segunda tabla de la ley, orando la primera parte del “Padre Nuestro” nos califica para orar la segunda parte del “Padre Nuestro”
“Padre nuestro que estás en los cielos”
La oración nos enseña a decir “Padre nuestro” y no Padre mío; nos enseña a orar no solamente por nosotros, sino por toda la familia de Dios aquí en la tierra. Cuando decimos “Padre nuestro” estamos reconociendo que tenemos más hermanos, quienes también reclaman y tienen el mismo derecho que nosotros, tanto a la misericordia como al amor de Dios, y reconocemos que Dios los ama a ellos de la misma manera que nos ama a nosotros. Teniendo éste pensamiento en mente, tenemos que examinarnos a nosotros mismos: ¿vivimos en paz y en armonía con nuestro prójimo?; ¿amamos a nuestro prójimo?; ¿nos alegramos cuando ellos prosperan más que nosotros?; ¿ayudamos a nuestro prójimo con todo lo que está a nuestro alcance, sin malicia ó interés?; ¿nos interesa nuestro prójimo tanto material como espiritual? Si esto no es una realidad en nuestras vidas, tampoco será una realidad las oraciones que elevemos, esas oraciones no serán contestadas por Dios.
Otra cosa que tenemos que entender es que la oración modelos nos enseña que cuando elevamos una oración, esa oración tiene un destinatario especial y es el “Padre”. La oración no está dirigida a ningún santo ó ángel que está en el cielo, la oración está dirigida al Padre.
Cuando oramos en nuestra iglesia; hay dos errores comunes que se cometen con mucha frecuencia: el primer error es orar en forma singular; la oración tiene que ser hecha en nombre de todos los presentes; todo pedido, todo agradecimiento, toda inquietud ó todo plan tiene que ser hecho en forma plural, nunca en forma singular; muchas veces escuchamos: “te pido”, “te doy gracias”; la expresión correcta es: “te pedimos”, “te damos gracias”
El segundo error, es un error garrafal y que posiblemente deja la oración obsoleta, sin llegar a ningún lugar; y es cuando dirigimos nuestra oración a Jesús. Muchas veces escuchamos que la oración comienza así: “Querido Jesús que estás en los cielos…”; ésta oración le está llegando al destinatario ó persona equivocada, Jesús dijo: “13 Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” Juan 14 El “Padre nuestro” confirma esta manera de orar; toda oración es elevada y dirigida al Padre y toda oración se termina pidiendo o agradeciendo en el nombre de Jesús.
“Santificado sea tu nombre”
SANTO: Consagrado – venerado – apartado -altamente respetado – Es el acto de apartar algo del uso común y destinarlo solamente para el uso sagrado.
Santificar significa hacer algo santo, ó reconocer y considerar algo ó a alguien santo. Nosotros los humanos no podemos agregar más santidad a Dios, ni por nuestras palabras, ni por nuestros actos; pero podemos tener santos pensamientos acerca de Dios, y podemos santificar a Dios en nuestros corazones, por medio de la santificación podemos conseguir que nuestros pensamientos acerca de Dios estén limpios de errores y corrupción, que nuestros pensamientos acerca de Dios, sean correctos, engrandados y apartados.
Nosotros podemos santificar el nombre de Dios, diciendo y compartiendo la verdad de Dios con los demás: Una de las razones por las cuales el hombre no santifica el nombre de Jehová es por que no comprende su carácter. Se le ha dicho al hombre tantas cosas acerca de Dios que no son verdaderas, que muchos de ellos no logran captar la santidad y el amor de Dios; muchas veces nosotros no santificamos el nombre de Dios, cuando hacemos comentario de Dios y lo presentamos como un Dios injusto, tiránico ó cruel.
Nosotros podemos santificar el nombre de Dios, cuando por nuestro testimonio mostramos que le damos honor y que también lo amamos. Tanto los buenos como los malos sentimientos son contagiosos; la influencia inconsciente de corazones reverentes y vidas agradecidas, elevan los pensamientos de otros a éstas sublimes verdades.
Santificar el nombre de Dios, es el acto de percibir, aprender, obedecer y reverenciar la majestad y la santidad de Dios.
“Venga tu reino”
Esta es la más grande y sublime petición que el humano puede pronunciar, realmente no hay nada que nosotros pidamos que no esté incluido en ésta oración, éste pedido en particular tendría que hacer todo el mundo crecer en santidad y en luz divina. Este pedido nos tendría que volvernos más humildes y fuertes, más verdaderos y sinceros. Cada día que pasara en ésta tierra nos tendría que volver más felices, al pronunciar ésta petición, especialmente nosotros la Iglesia Adventista del 7mo Día, “venga tu reino” se convierte en la esencia y la mas grande esperanza de nosotros como iglesia.
Hay muchos que preguntan si las oraciones son realmente contestadas, el “Padre nuestro” es una oración que se ha estado orando por mas de 2000 años, y si deseamos saber si las oraciones son contestadas por Dios, solo tenemos que leer la historia de los hijos de Dios, desde la ascensión de Cristo hasta nuestros días.
“Venga tu reino” oraron los apóstoles fervientemente, y se les declaró una sangrienta persecución que les obligo a huir de Jerusalén y se volvieron sin hogar y errantes en la tierra. Manera extraña de contestar ésta oración; el evangelio se esparcía por las polvorientas calles de Palestina y en las pequeñas ciudades por donde pasaban, los apóstoles encontraron la manera de cruzar las alturas del monte Tauro, y al hacerlo, llegaron al Asia menor, donde el evangelio se propagó de una manera milagrosa.
“La Voz” ordenó a Pablo a unirse a éste selecto grupo, mandándolo a Macedonia (Grecia), y de allí el intrépido apóstol invadió Europa, plantando la Palabra de Dios en los clásicos campos de Cesárea de Filipos y en las alturas del Areópago.
A partir de éstos humildes principios, el cristianismo se a esparcido y ha conquistado a una tercera parte de la población de la tierra. “Venga tu reino” ha sido la oración de muchos buenos cristianos, y el Santo Espíritu de Dios se ha hecho presente y ha liberado al hombre de la esclavitud del pecado, ha librado al hombre de vicios y concupiscencia, ha liberado a los que son víctimas de las pasiones, ha sanado a muchos de sus enfermedades, ha liberado a muchos del odio y de la burla.
¿Cuándo comenzaremos a orar: “venga tu reino”?
“Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra”
El maestro preguntaba a un grupo de niños en la iglesia, que significaba la expresión, “hágase tu voluntad”; el maestro también preguntaba en que forma los ángeles hacían la voluntad de Dios allá en el cielo. Hubieron muchas respuestas interesantes, pero una niña dijo: “Señor, los ángeles en el cielo, hacen la voluntad del Padre sin hacer preguntas.” Eso es una gran verdad, los ángeles del cielo obedecen a Dios celosamente, sin escusas, sin vagancias, sin tardanza, con mucha armonía y con mucha reverencia.
Este pedido es uno de los pedido más íntimos que podemos hacer, después de haber pedido que su nombre sea santificado y que su reino venga, entonces pedimos que se haga su voluntad. Mientras no se haga la voluntad del Padre, su nombre no puede ser santificado, ni su reino puede venir. El nombre de Dios no puede ser santificado en personas que no están haciendo la voluntad del Padre, ni su reino puede venir si sus súbditos aún están en rebelión en contra del Rey de los cielos.
En la caída de nuestros primeros padres, ellos hicieron su propia voluntad en vez de hacer la voluntad de Dios, éste terrible mal, el de hacer nuestra propia voluntad y no la voluntad del Padre, se ha venido heredando de generación en generación, éste mal germina en nosotros unos cuantos días después de haber nacido y la semilla queda al acecho, inclusive en el mejor hombre que se pueda encontrar en la tierra. Sabiendo esto, nuestro deber sería buscar la cura para éste mal, y la cura la encontramos tomando la voluntad del Padre y aplicarla a nosotros mismos como nuestra regla y nuestra guía. Todas nuestras fuerzas tendrían que ser empleadas para hacer la voluntad de Dios, a través de la oración, de la meditación y el estudio de la Palabra de Dios, negándonos a nosotros mismos y llevando nuestra propia voluntad a la obediencia divina, para que Dios haga en nosotros su santa voluntad, de la misma manera que esa voluntad se hace en el cielo.
“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”
Hemos llegado a la mitad de la oración del “Padre nuestro”, y ésta es la primera petición que pedimos algo para nosotros mismos. En éste pedido encontramos ciertas verdades que son muy hermosas; entre ellas tenemos:
1- Dependencia de Dios; Nosotros no podemos confiar en nuestras propias fuerzas, si nosotros decimos que nosotros nos ganamos el pan de cada día, viene la pregunta: ¿Quién nos da la fuerza para hacerlo? La respuesta es Dios, si Dios nos quita las fuerzas ¿Quién nos dará el pan de cada día?
2- Simplicidad cristiana: Se nos invita a pedir el pan de cada día, de acuerdo a nuestra necesidad. Esta es un reproche que va en contra de la ostentación del mundo, un mundo que tiene el espíritu de nunca estar satisfecho con lo que consigue, ese espíritu no le pertenece a Cristo, ni al pueblo de Cristo
3- Gratitud a Dios por sus múltiples bondades: Si oramos por el pan diario, sin duda alguna tendremos palabras de agradecimiento por lo que diariamente recibimos.
4- “El Padre nuestro” es una oración para todas las mañanas: Una oración diaria para el sustento diario. Cuando Adán pecó, Dios pronunció una maldición en contra del hombre y en contra de la tierra. La tierra que antes abría sus frutos para el deleite y bienestar del hombre, ahora cierra sus frutos y comienza a producir plantas que no son de mucho beneficio para la humanidad, como los espinos y cardos.
Antes de la caída, el hombre trabajaba la tierra placenteramente y después de la caída tiene que trabajar la tierra por obligación y para sobre vivencia. El “Padre nuestro” nos enseña que el alimento se consigue por medio de la oración y el trabajo. Con la oración llegamos a abrir el oído y el corazón de Dios para que nos imparta su bendición alimenticia y con el sudor de la frente abrimos las riquezas ocultas de la tierra para nuestra sobre vivencia.
En una casucha vieja, se encontraba una madre enferma y su pequeña hija, ésta madre tenía dos dolores; uno físico producido por la enfermedad y el otro moral, por la carencia de pan para alimentar a su pequeña niña. Con mucho esfuerzo la madre se bajó de la cama y postrándose de rodillas junto con su pequeñita, habló muy suave y muy despacio, y su oración fue: “El pan nuestro de cada día dánoslo hoy”. La niña después de escuchar la oración de su madre, salió a la calle y comenzó a preguntarse donde sería que Dios tenía guardado el pan del cual su madre había hablado en la oración. Después de caminar varias cuadras, encontró en lugar donde Dios guardaba el pan. Entró a la panadería y le dijo al panadero: -¡Al fin lo encontré!, ¡He venido por el! El panadero le respondió: -¿Qué encontraste y por qué has venido?-, he venido por el pan nuestro de cada día -respondió la niña-. Apuntando con su pequeña mano, señaló dos hermosas hogazas de pan, y exclamó una es para mi madre y la otra para mi. -Muy bien- dijo el panadero, mientras ponía las dos piezas de pan en una bolsa y se las daba a la niña. La niña dio la media vuelta y emprendió inmediatamente su feliz retorno a casa con el hermoso tesoro que había conseguido. El panadero salió corriendo detrás de la niña, ordenándola pagar ó devolver lo robado. La pobre niña se asustó ante las palabras del hombre y comenzó a llorar y en su lloro le dijo al panadero: -Mi mamá está enferma y yo estoy con una gran hambre, ésta mañana la escuche orar a Dios pidiéndole el pan de cada día, y yo creí que en verdad Dios nos daría el pan, y por eso llegue a éste lugar.- Al áspero panadero se le enterneció el corazón, y le dijo a la niña: -¡pobre, mi niña querida! Lleva esto a tu mamá, mientras le llenaba la bolsa de fresco pan para ella y su mamá.
“Y perdónanos nuestros pecados”
Lo que nuestro evangelista le llama pecado, San Mateo le llama deuda; el pecado es una transgresión en contra de Dios:
El pecado está en contra de la perfección de Dios
El pecado está en contra de la autoridad de Dios
El pecado está en contra de los mandamientos de Dios
El Pecado está en contra de los consejos y exhortaciones de Dios
El pecado está en contra de las advertencias y amenazas de Dios
El pecado está en contra de la gracia revelada a nosotros en el evangelio
El pecado está en contra de la paciencia de Dios
Dios está dispuesto a perdonar y al olvidar nuestros pecados, por que El es bueno y sus misericordias son nuevas cada mañana, por que el no quiere que nadie perezca, por que así lo prometió, por los ejemplos de su misericordia que en el pasado ha tenido para la raza humana, para alentar al pecador que se ha arrepentido de verdad y con toda humildad y por el pacto que ha hecho con Jesucristo el Redentor del mundo.
Durante la edad media, los duques y caballeros siempre se mantenían en constante guerra. Cuenta la historia que uno de ellos había resuelto tomar venganza de otro duque por una ofensa que éste le había hecho. Una tarde se sentó con sus súbditos a planear la sangrienta venganza y allí escuchó que su enemigo pasaría cierto día cerca de su castillo y que solo le acompañaría un pequeño grupo de hombre. El duque escogió ese preciso día para llevar a cabo su venganza y se lo participó al sacerdote. Cuando el sacerdote escuchó el plan trató de persuadirlo con súplicas, también lo trató de persuadir usando la razón y también apelando a sus sentimientos, pero fue en vano, fue como hablarle al viento. Viendo el sacerdote que era imposible convencerlos le dijo: -Muy bien señor duque, solo tengo un pedido para usted antes que lleve a cabo su acto de venganza, y es que me acompañe a la capilla para que oremos juntos por un momento-. El duque acepto no de muy buena gana y acompaño al sacerdote a la capilla. Juntos se arrodillaron a orar frente al altar, y el sacerdote le dijo al duque, -por favor repita después de mi, la oración que Jesús enseñó a sus discípulos- La repetiré, respondió el duque. La oración la comenzó a repetir el duque sin titubeos hasta que llego a la parte de: “perdona nuestras deudas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, allí guardo silencio por unos segundos, hasta que el sacerdote le dijo -por favor continúe repitiendo después de mi- ¡no quiero! replicó el duque. Entonces el sacerdote le dijo; -Muy bien, para que Dios le perdone, necesitas dejar su sed de venganza ó necesita dejar de usar ésta oración, pedirle a Dios que le perdone de la manera que usted perdonas a sus enemigos, es clamar la venganza de Dios en contra de usted- El duque desistió de su plan, por primera vez en su vida había entendido el “Padre nuestro”.
“Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”
Cuenta la historia de dos hombres cristianos condenados a morir como mártires en los días terribles de la reina María de Inglaterra. Uno de ellos hablaba al otro de una manera muy valiente acerca de ese momento de morir en la hoguera. A éste hombre valiente no le importaba sufrir, estaba tan bien cimentado en el evangelio que él sabía que sería incapaz de negar el evangelio ó a Jesucristo. Este hombre decía que esperaba esa mañana fatal del suplicio, de la misma manera que una novia espera el día de su boda. Su compañero de prisión, que se encontraba con él en la misma celda, era un pobre hombre, de alma temblorosa y de muy corto espíritu, que también quería nunca negar a Jesús, ni su evangelio, pero al mismo tiempo confesaba que le tenía terror al morir quemado. Esta pobre alma, también confesaba que él siempre había sido demasiado sensible al sufrimiento, y lo mucho que lo aterrorizaba solo el acto de pensar la negación de Jesús y su evangelio. Pedía a su fuerte compañero que lo acompañara en oraciones, y pasaba mucho tiempo de rodilla llorando por sus debilidades y pidiéndole a Dios ayuda para fortalecerse espiritualmente. El hombre de fuerte espíritu, en vez de ayudarlo espiritualmente lo reprendía por su falta de fe y debilidad. Llegó el día señalado y los dos hombres fueron llevado a la estaca, cuando el fuego comenzó a hacer su desbastador efecto, el hombre fuerte no tardó mucho en negar a Jesús y su evangelio, se retractó de su fe y volvió a la vida de apóstata que había tenido antes, mientras el pobre de espíritu elevaba su rostro al cielo mientras repetía: “no nos dejes caer en tentación…” así se mantuvo fiel y fuerte como una roca, mientras de sus labios salían alabanzas y cánticos para Dios, hasta que su cuerpo quedó reducido a cenizas. Solo escondidos en Cristo, podemos vencer la tentación.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Necesitamos educar el alma para que tome y retenga las ricas promesas de Dios. El Señor Jesús sabe que no es posible para nosotros resistir las muchas tentaciones de Satanás sin recibir el poder divino que Dios nos da. Él sabe que si confiamos en nuestra propia fortaleza humana, fracasaremos. Por lo tanto, ha sido tomada toda provisión, para que en cada emergencia y prueba acudamos a la fortaleza… Hemos recibido la promesa de labios que no mienten… Debemos tener fe individualmente para recibir de él las cosas que ha prometido.
Dios será para nosotros todo lo que le permitamos ser. Nuestras oraciones lánguidas y sin entusiasmo no tendrán respuesta del cielo. ¡Oh, necesitamos insistir en nuestras peticiones! Pedid con fe, esperad con fe, recibid con fe, regocijaos con esperanza, porque todo aquel que pide, encuentra. Seamos fervientes. Busquemos a Dios de todo corazón. La gente empeña el alma y pone fervor en todo lo que emprende en sus realizaciones temporales, hasta que sus esfuerzos son coronados por el éxito. Con intenso fervor, aprended el oficio de buscar las ricas bendiciones que Dios ha prometido, y con un esfuerzo perseverante y decidido tendréis su luz, y su verdad, y su rica gracia.
Clamad a Dios con sinceridad y alma anhelante. Luchad con los agentes celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser, vuestra alma, cuerpo y espíritu en las manos del Señor, y resolved que seréis sus instrumentos vivos y consagrados, movidos por su voluntad, controlados por su mente, e imbuidos por su Espíritu (Nuestra elevada vocación, p. 133).
Pero diariamente se ofrecen miles de oraciones que Dios no puede contestar. Son oraciones sin fe. “Empero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6). Hay oraciones egoístas, que proceden de un corazón que oculta ídolos… Hay oraciones petulantes, displicentes, quejosas a causa de las cargas y las preocupaciones de la vida, en lugar de buscar humildemente la gracia que las aligere. Quienes ofrecen estas peticiones, no permanecen en Cristo. No han sometido su voluntad a la voluntad de Dios. No cumplen con la condición de la promesa, y esta no se cumple para ellos.
Los que permanecen en Jesús, tienen la seguridad de que Dios los oirá, porque a ellos les complace hacer su voluntad. No ofrecen una oración formal, que es mera palabrería, sino que acuden a Dios con una confianza fervorosa y sencilla, como un hijo a un padre tierno, y derraman ante él la historia de sus dificultades, temores y pecados, y presentan sus necesidades en el nombre de Jesús; se retiran de su presencia gozándose en la seguridad del amor perdonador y de la gracia sustentadora.
Sintiendo que Jesús está a vuestro lado, tendréis gozo, esperanza, ánimo y alegría… Nunca, nunca os separéis de Jesús. Él nunca se separa de vosotros… Jesús no nos echa, aun cuando lo aflijamos; él nos ase firmemente. Que vuestro corazón se anime con el amor de Jesús y se ponga en ardiente actividad para gloria suya (Nuestra elevada vocación, p. 149).
70Martes 7 de marzo // Lección 10__________________________________________
EL FUNDAMENTO DE LA ORACIÓN BÍBLICA: CREER
Lee Marcos 11:24. Además de pedir, ¿qué otro aspecto menciona Jesús en conexión con la oración?
Marcos 11:24
24 Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.
No es suficiente con solamente pedir. Hay un segundo aspecto importante que debe estar presente en nuestras oraciones: la fe. El libro de Hebreos nos dice que “sin fe es imposible agradar a Dios” (11:6). Cuando nos arrodillamos ante Dios y abrimos la Biblia en cualquiera de sus más de tres mil promesas, y luego pedimos a Dios, con la simplicidad de un pequeño niño, que cumpla su promesa en nuestro favor, debemos creer que él hará, a su tiempo, lo que es mejor para nosotros.
Lee Santiago 1:6 al 8. ¿De qué forma describe el texto a la persona que tiene falta de fe? ¿Por qué es la fe un requisito para recibir los dones prometidos?
Santiago 1:6-8
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
Si venimos a Dios, debemos creer que él existe y que recompensará a todo aquel que lo busca. La oración efectiva debe estar acompañada por fe, no solamente en que Dios puede responder, sino también en que lo hará, según su divina voluntad.
En la Biblia, la fe está relacionada con la confianza. Podemos confiar en alguien solamente cuando sabemos que la otra persona es confiable. Cuando tenemos dudas de que Dios cumplirá sus promesas, vacilamos y no podemos esperar recibir algo de él. Pero, creer significa fiarnos de la promesa de Dios. Significa que dependemos de Dios y de sus promesas, aun cuando nuestros sentimientos nos dicen lo contrario. Pues “la fe [es] la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Heb. 11:1). La fe se aferra de las promesas de Dios porque confiamos en lo que él ha dicho (11:11). La fe sabe que “es imposible que Dios mienta” (6:18). Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos (13:8). La fe sabe que, para Dios, nada es imposible (Luc. 1:37).
La fe abre la puerta a la casa del tesoro divino. Por medio del Espíritu Santo, Dios mueve los corazones de hombres y mujeres para que confíen en la Palabra de Dios y que, por fe, las oraciones puedan mover el brazo de la Omnipotencia.
¿Qué te ayuda a crecer más fuerte en la fe? ¿Qué aspecto de Jesús te ayuda a tener confianza en su disposición y habilidad para auxiliarte en tus momentos de necesidad?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
El cristianismo enseña al hombre a estar contento en medio de las tribulaciones. Este extraño ejercicio es enviado de parte del amor de Dios para nosotros, éste extraño ejercicio hará que brille mas nuestra gracia y al final hará mas brillante nuestra corona. En medio de las tribulaciones, dejemos que la paciencia reine en medio de ella, y nunca las pasiones. Cuando termine el trabajo de la paciencia en nuestras vidas, la paciencia nos habrá suplido de los elementos necesarios para nuestra carrera y también para nuestra guerra espiritual.
Nuestra oración no tiene que ser para que nuestra tribulación sea removida, sino tiene que ser para obtener sabiduría, para hacer de nuestra tribulación, el mejor uso y el mejor ejercicio posible.
Una mente que se mantenga estable en medio de las tribulaciones, y que se mantenga esperando descubrir cual es el propósito de Dios, tendrá la habilidad de crecer en medio de las aflicciones, crecerá en ferviente devoción y escalará mas alto que cualquier prueba u oposición. Todo esto se logra por medio de la fe.
Muchas veces nuestra fe se parece a la acción del niño travieso, que toca la puerta del vecino y sale corriendo. Muchas veces hacemos exactamente lo mismo, nuestra fe toca la puerta de la misericordia, y en vez de esperar que la puerta se abra, salimos corriendo, como que tuviéramos miedo de que nuestras oraciones sean contestada en verdad.
Una de las oraciones mas cargadas de fe, que se han elevado al cielo, ha sido la oración que hizo Job, en el momento cumbre de su desgracia, el dijo “15 He aquí, aunque él me matare, en él esperaré;” (Job 13)
Esta expresión es una de las mas famosas expresiones de fe en toda la Biblia. La fe igual que las demás gracias del cristianismo, es algo que crece, por lo tanto la fe se ajusta a grados de crecimiento.
-La fe es confianza y es el resultado del pleno conocimiento de algo o de alguien
-La fe no depende el testimonio de los sentidos, como se hace en los conocimientos científicos
-La fe no descansa en la confianza de los testigos o en la consistencia de las evidencias, como se hace en las decisiones judiciales
-La fe no está basada en la demostración de la lógica, como se hace en la materia de matemáticas
Tres cosas importantes aprendemos de la historia de Job:
1-Que todas las cosas que suceden bajo el sol, están al control de Dios
2-Que la santidad y la integridad no es ninguna garantía en contra de la pruebas y problemas
3-Que eventualmente todas las cosas que les suceden a los verdaderos hijos de Dios, siempre les ayudan para bien
De la determinación de Job aprendemos lo siguiente:
- “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré”
- Aprendemos a confiar a completamente en Dios, cada vez que estemos consciente que no hemos traído el sufrimiento a nosotros mismos, por culpa de nuestra negligencia o imprudencia
- A tener la correcta fe en Dios. Confiar en Dios significa tener un conocimiento experimentado en el poder, en la bondad y en la sabiduría de Dios. Confiar en Dios incluye la oración, la paciencia, y la sumisión a la voluntad divina.
Decir que tenemos fe o confianza en Dios, es una de las cosas mas fáciles de decir, pero es una de las cosas mas difíciles de practicar.
No hay gracia mas necesaria que la fe en éste mundo. Cuando se obtiene la fe, no hay gracia mas confortante y edificadora en éste mundo. No hay ningún momento que pasamos en éste mundo, que estemos libres de las pruebas y las tentaciones, por lo tanto no hay ningún momento que pasemos en éste mundo, que podamos vivir sin la ayuda de Dios.
Podemos tener diferentes grados de fe; posiblemente tengamos una fe que es mínima, que solo nos alcanza solamente para tocar el manto de Jesús, pero si en ese pequeño toque al manto de Jesús, conseguimos la sanación, quiere decir que esa fe, aunque sea mínima es verdadera.
También podemos tener una fe grande, ya no una fe infantil, sino la fe de un hombre crecido y experimentado, una fe grande como la de Job, una fe que nos puede empujar a decir: “He aquí, aunque él me matare, en él esperaré” Ya sea una fe pequeña como la que tenía la mujer con flujo o una fe grande como la de Job, tiene que ser genuina para que hagan la obra en nosotros.
Lo contrario de la fe es la duda
La Duda es un problema grande para el cristianismo, nos hace tomar malas decisiones que hacen nuestra vida aún mas difícil.
La duda nos hace expresarnos de la siguiente manera: Yo deseara perder peso, yo deseara que mis hijos se portaran bien, yo deseara llevarme mejor con mis cercanos.
Tendríamos que parar eso de “estar deseando,” sería mejor poner la fe en Dios, pedirle sabiduría, para hacer buenas decisiones y así vencer todas esas dificultades y problemas que enfrentamos en nuestras vidas.
Otra forma que la duda afecta, es cuando creemos que Dios no nos va ayudar por que no hemos hecho nada bueno en nuestras vidas. Creemos que Dios le puede ayudar a cualquier otra persona menos a mí, y yo no me merezco nada de él.
Dios trabaja con los humanos a través de la fe, él quiere que le probemos, que le confiemos, que tengamos esperanza, y una aptitud positiva y optimista, la única manera que podemos obtener fe es comenzando a practicarla.
¿Que podemos hacer frente a la duda?
“Cada palabra de duda que proferís da lugar a las tentaciones de Satanás, hace crecer en vosotros la tendencia a dudar, y es un agravio de parte vuestra a los ángeles ministradores. Cuando Satanás os tiente, no salga de vuestros labios una palabra de duda o tinieblas.” {CC119.1}
“Todos tenemos pruebas, aflicciones duras que sobrellevar y fuertes tentaciones que resistir. Pero no la contéis a los mortales, sino llevadlo todo a Dios, en oración. TENGAMOS POR REGLA EL NO PROFERIR UNA SOLA PALABRA DE DUDA O DESALIENTO. PODEMOS HACER MUCHO MAS PARA ALUMBRAR EL CAMINO DE LOS DEMAS Y SOSTENER SUS ESFUERZOS SI HABLAMOS DE ESPERANZA Y BUEN ANIMO.” {CC 119.3}
La duda es lo opuesto ó un antónimo de la fe. La duda es el resultado de la ausencia del Espíritu Santo en nuestras vidas.
Uno de los frutos del Espíritu Santo es la fe. La duda nos puede asaltar ante los problemas, dificultades, desgracias, enfermedades y muerte. Es nuestra decisión lo que haremos con la duda. Nos espaciamos dándole cabida a la duda en nuestra mente, ó la arrestamos y la llevamos a Dios cautiva para que él nos cure de ella, y a cambio nos de su Santo Espíritu que lo necesitamos urgentemente en nuestras vidas. Esta es una decisión que cada persona lo hará.
Neguémonos a ser perezosos, neguémonos a ser conformistas y pasivos, neguémonos a tener una aptitud negativa, hagamos nuestra parte para edificar nuestra fe, nunca nos demos por vencidos, y venzamos las dudas con la ayuda y la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo.
Hay una historia muy interesante de un hombre empresarial, que no podía prosperar en su negocio, y estaba totalmente descorazonado. Su esposa era una mujer muy dulce, muy amable y muy feliz, que trataba incesantemente de hacerle a su esposo la vida feliz e inyectarle ánimos y esperanza a su esposo, pero todo era en balde. Ante el ánimo de su esposa, éste hombre siempre era negativo, siempre decía que no había esperanza para él y que el fracaso estaba asegurado en su vida.
Un día la feliz esposa, se levantó cabizbaja, con una triste mirada y un semblante llenó de pesar. El esposo inmediatamente le preguntó: “¿Qué te pasó querida?” Ella le dijo: “Tuve un sueño terrible, soñé que Dios había muerto, y vi como los ángeles lloraban, mientras se encaminaban al funeral de Dios”
“Que sueño mas ridículo, Dios nunca puede morir” murmuró el esposo un poco pensativo. “Si, tienes razón. -dijo ella- La Biblia nos ha prometido que Dios nunca va a morir, y también nos ha prometido que él nunca va a cambiar, Dios nos ha cuidado todos los días de nuestra vida, y ahora no podemos creer que él nos ha olvidado. Lo que nos está pasando es solo pasajero, pronto pasará esa nube obscura y podremos contemplar el sol en su esplendor” Ante las palabras de su esposa, el hombre volvió a tener fe en un Dios que nunca cambia, puso su empresa en las manos de Dios, y llegó a levantar una de las empresas mas exitosas en los Estados Unidos, hasta el día de hoy.
6 Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. 7 No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. 8 El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Si crees la promesa, si crees que estás perdonado y limpiado, Dios suple el hecho; estás sano, tal como Cristo dio potencia al paralítico para andar cuando el hombre creyó que había sido sanado. Así es si lo crees.
No aguardes hasta sentir que estás sano, mas di: “Lo creo; así es, no porque lo sienta, sino porque Dios lo ha prometido”.
Dice el Señor Jesús: “Todo cuanto pidiereis en la oración, creed que lo recibisteis ya; y lo tendréis” (Marcos 11:24). Una condición acompaña esta promesa: que pidamos conforme a la voluntad de Dios. Pero es la voluntad de Dios limpiarnos del pecado, hacemos hijos suyos y habilitamos para vivir una vida santa. De modo que podemos pedir a Dios estas bendiciones, creer que las recibimos y agradecerle por haberlas recibido (El camino a Cristo, p. 51).
Los que comienzan su vida cristiana a medias, no importa qué intenciones tengan, se encontrarán finalmente de parte del enemigo.
Los hombres y las mujeres de doblado ánimo son los mejores aliados de Satanás. No importa cuán favorable sea la opinión que tengan de sí mismos, su influencia será debilitante. Todos los que son leales a Dios y a la verdad deben mantenerse firmemente de parte de lo recto porque es recto. Unirse en yugo con los que carecen de consagración y a la vez ser leales a la verdad, es sencillamente imposible. No nos podemos unir con los que se sirven a sí mismos, con los que ponen en práctica planes mundanos, sin perder nuestra relación con el Consejero celestial. Podemos recuperamos de las trampas del enemigo, pero saldremos magullados y heridos, y nuestra experiencia se empequeñecerá (Cada día con Dios, p. 238).
Nuestro divino Señor es suficiente para cualquier emergencia. Nada es imposible con él. Ha mostrado su gran amor por nosotros al vivir una vida de abnegación y sacrificio, y al morir una muerte de agonía. Id a Cristo tales como sois… Depended plenamente de su misericordia. No hay dificultad interna o externa que no pueda ser vencida con su fortaleza. Algunos tienen temperamentos tempestuosos; pero Aquel que calmó al tormentoso Mar de Galilea dirá al corazón turbado: “Calla, enmudece”. No hay ninguna naturaleza tan rebelde que Cristo no pueda subyugar, ningún temperamento tan tempestuoso que no pueda aplacar, si el corazón está entregado a la guardia de Cristo.
Mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podéis decir: “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza”. Salmos 46:1-3…
Tened fe en Dios. La dependencia confiada en Jesús hace que la victoria sea no solo posible, sino segura… Él es infinito en poder y puede salvar a todos los que se le allegan. No hay otro en quien podamos confiar con seguridad (En los lugares celestiales, p. 19).
71Lección 10 // Miércoles 8 de marzo________________________________________
EL FUNDAMENTO DE LA ORACIÓN BÍBLICA: RECLAMAR LAS PROMESAS DE DIOS
Toda fe es inútil si no reclamamos las cosas por las cuales hemos orado.
Lee 1 Juan 5:14 y 15. ¿Cuál es la razón por la que podemos tener confianza en que Dios nos oye y que recibiremos lo que le hemos pedido?
1 Juan 5:14-15
14 Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. 15 Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.
El tercer aspecto de la oración bíblica es la recepción. Después de pedir a Dios y creer en sus promesas, debemos reclamar lo que él ha prometido. Reclamamos las promesas de Dios cuando le agradecemos por lo recibido. De ese modo, las promesas son aplicadas a nuestro corazón. Elena de White dice que “podemos pedir […] cualquier don que él haya prometido; luego tenemos que creer para recibir y dar gracias a Dios por lo que hemos recibido” (Ed 233).
En Lucas 8:11, Jesús compara la Palabra de Dios con una semilla. Del mismo modo en que el manzano entero está contenido en una semilla de manzana, el don de Dios está contenido en sus promesas. Cuando reclamamos una promesa y agradecemos a Dios por recibirla, ya poseemos el don que él ha prometido. Recibimos el don prometido por fe aun antes de poder sentirlo ni verlo.
El ejemplo de la resurrección de Lázaro en Juan 11 ilustra que Jesús oró de esta manera. Jesús sabía exactamente cuál era la voluntad de Dios en esta situación. Juan 11:11 nos dice que estaba dispuesto a hacer la voluntad de Dios y que fue obediente. En Juan 11:39 al 41, leemos que, por adelantado, Jesús agradeció al Padre por la resurrección de Lázaro, aun cuando Lázaro todavía estaba en la tumba. Cuando Jesús hubo agradecido a Dios, recibió el cumplimiento de su pedido. Como hijos de Dios, debemos vivir basados en las promesas de Dios, no en sus explicaciones. Aun cuando no podamos explicarlo todo, podemos confiar en sus promesas.
“El Señor dice: ‘Invócame en el día de la angustia’ (Sal. 50:15). Él nos invita a presentarle lo que nos tiene perplejos y lo que hemos menester, y nuestra necesidad de la ayuda divina. Nos aconseja ser constantes en la oración. Tan pronto como las dificultades surgen, debemos dirigirle nuestras sinceras y fervientes peticiones. Nuestras oraciones importunas evidencian nuestra vigorosa confianza en Dios. El sentimiento de nuestra necesidad nos induce a orar con fervor, y nuestro Padre celestial es movido por nuestras súplicas” (PVGM 136).
¿Por qué es tan importante, siempre, llevar todo a Dios en oración?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Aunque Jesús había resucitado a dos personas más de entre los muertos, ninguna resurrección fue tan dramática como la de Lázaro. Lázaro había estado muerto durante cuatro días, un hecho que Marta corroboró cuando se encontraban frente a la tumba. Jesús realizó el milagro a plena luz del día y frente a una multitud de testigos respetables de Jerusalén. La evidencia no podía ser descartada.
Entre una de las tradiciones judías estaba la de creer que el alma volvía al cuerpo con la esperanza de entrar de nuevo en el, en los primeros tres días después que una persona había muerto. Ellos creían que cuando el alma se daba cuenta que el rostro ya estaba desfigurado, el alma entendía que era imposible entrar en el cuerpo y nunca mas regresaba a el. Esa era una de la razones que las persona cercanas de un difunto constantemente estaban volviendo a la tumba durante los primeros tres días, con la esperanza que el difunto sólo estuviera en estado de coma sin haber muerto en realidad. Probablemente esa fue la tardanza de Jesús con respecto a la resurrección de Lázaro. Que al hacer el milagro no quedara ni la menor duda que Lázaro en realidad estaba muerto.
La resurrección de Lázaro, fue el pináculo de la vida de Cristo, por que en éste milagro él demuestra que Cristo tiene potestad sobre la muerte. Además de que la resurrección de Lázaro era el símbolo de todos las personas que van a ser resucitadas, también aseguraba la misma resurrección de Cristo, cuando dijo: “Yo pongo mi vida para volverla a tomar”
La mas importante resurrección de todos los tiempos es la resurrección de Cristo. Esto nos da la garantía de nuestra resurrección. Apocalipsis 1: 18 dice: y el que vivo, y estuve muerto; y he aquí que vivo para siempre, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del infierno.
¿Se puede imaginar que hermoso sería si se nos prestara la llave de la muerte por unos cuantos días? ¿Todo lo que se pudiera hacer con esa llave? Pero esa llave sólo reconoce a su dueño; a Cristo Jesús. El dijo: Yo soy la resurrección y la vida, y aquel que cree en mi aunque esté muerto vivirá.
Nuestras vidas pueden descansar confiadas en Cristo, algún día no muy lejano usará esa llave por última vez. ¿Que hará con esa llave después de haberla usado? Eso no lo sabemos, lo único que sabemos es las palabras que podremos decir con alegría y júbilo: 54-Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55-¿Dónde está , oh muerte tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1 Corintios 15
En el milagro de Jesús sobre el muerto Lázaro, reconocemos que la fe solamente no es suficiente, la fe sin acción es una fe que no sirve para nada, una fe que padece de haraganería no nos sirve para nada.
La verdadera fe reclama las promesas de Dios, ese reclamo no está lleno de presunción y de arrogancia como lo hacen ciertos grupos religiosos. Reclamar las promesas de Dios, tiene que estar vestido de humildad y de la completa dependencia de la voluntad de Dios.
Cuenta una antigua leyenda de un rey muy poderoso que tenía a su mando una nación grande y fuerte.
El rey puso de mayordomo en su reinado a un hombre muy humilde y de buen corazón. Este mayordomo fue alcanzando popularidad con el pueblo, y día a día el pueblo se encariñaba mas de él, todo esto debido a todas las buenas obras que él hacía por los necesitados y por pueblo en general.
La noticia llegó al rey, y éste comenzó a poner una cuidadosa atención a lo que su mayordomo estaba haciendo. Con el tiempo el rey se dio cuenta de la bondad y carisma de éste hombre, pero también se dio cuenta que su mayordomo se estaba haciendo mas popular, mas querido y mas respetado por el pueblo, aún mas que él mismo.
Movido por la envidia decidió ponerle fin a la vida de éste buen hombre. Un día por la mañana lo llamó al trono y le dijo: -Necesito que encuentres una palabra para que cuando yo esté en lo mas elevado de mi euforia y alegría, al escuchar ésta palabra me haga volver a la realidad y a la normalidad. Esta misma palabra me tiene que servir para volver a mi normalidad, cuando yo esté pasando la tristeza, descontento ó amargura mas grande de mi vida.
El rey lo mando para su casa ese día para que meditara y encontrara esa palabra, dándole un día de plazo.
Si a la mañana siguiente él no tenía esa palabra, su castigo sería ser decapitado. El hombre regresó a la casa nervioso, afligido y pensativo. Cuando la esposa lo vio, se dio cuenta que algo estaba mal con él y durante el día entero pasó persuadiéndole e insistiendo en saber lo que a él le estaba pasando.
Llegó la noche y cuando se fue a la cama, el hombre comenzó a dar vueltas y vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. La esposa al ver ésta situación se puso muy seria y ahora si demandó saber la verdad. El hombre al ver que no tenía escapatoria con su esposa se dio por vencido y le contó lo sucedido ese día en el palacio del rey.
Al escuchar la esposa todo el problema, se le dibujo una sonrisa en el rostro y le dijo: -eso está fácil, yo sé la palabra mágica; que volverá al rey a su estado normal cuando se encuentre en la mas grande felicidad, y también que lo volverá a su estado normal cuando se encuentre en su tristeza mas grande.
A la mañana siguiente el hombre se fue a ver al rey y le dijo: -Mi señor rey, la palabra que a usted le va ayudar a volver a su normalidad no importando la alegría ó la tristeza que esté sufriendo es “pasará”
Estimado hermano, “no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”, si usted está pasando por dificultades en la vida, recuerde que eso “pasará”. Ya es tiempo de reclamar las promesas de Dios a sus hijos, con fe, con humildad y con valentía.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El noble quería ver el cumplimiento de su oración antes de creer; pero tuvo que aceptar el aserto de Jesús de que su petición había sido oída, y el beneficio otorgado. También nosotros tenemos que aprender esta lección. Nuestra fe en Cristo no debe estribar en que veamos o sintamos que él nos oye. Debemos confiar en sus promesas. Cuando acudimos a él con fe, toda petición alcanza al corazón de Dios. Cuando hemos pedido su bendición, debemos creer que la recibimos y agradecerle de que lahemos recibido. Luego debemos atender nuestros deberes, seguros de que la bendición se realizará cuando más la necesitemos. Cuando hayamos aprendido a hacer esto, sabremos que nuestras oraciones son contestadas. Dios obrará por nosotros “mucho más abundantemente de lo que pedimos,” “conforme a las riquezas de su gloria,” y “por la operación de la potencia de su fortaleza”. Efesios 3:20, 16; 1:19 (El Deseado de todas las gentes, p. 170).
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene. Por eso nos induce a escoger su camino en lugar del nuestro. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, ya somos suyos; la fe reconoce su derecho de propiedad, y acepta su bendición. La verdad, la justicia y la pureza han sido señaladas como los secretos del éxito en la vida. Es la fe la que nos pone en posesión de estos principios.
Todo buen impulso o aspiración es un don de Dios; la fe recibe de Dios la única vida que puede producir desarrollo y eficiencia verdaderos.
Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma. “La semilla es la palabra de Dios” (Lucas 8:11). Tan ciertamente como se encuentra la semilla del roble en la bellota, se encuentra el don de Dios en su promesa. Si recibimos la promesa, recibimos el don.
La fe que nos capacita para recibir los dones de Dios, es en sí misma un don del cual se imparte una porción a cada ser humano. Aumenta a medida que se la usa para asimilar la Palabra de Dios. A fin de fortalecer la fe debemos ponerla a menudo en contacto con la Palabra (La educación, p. 253).
En algunos casos de curación, Jesús no concedió inmediatamente la bendición pedida. Pero en el caso del leproso, apenas hecha la súplica fue concedida. Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal vez la respuesta a nuestra oración sea dilatada, o Dios nos dé algo diferente de lo que pedimos, pero no sucede así cuando pedimos liberación del pecado. Él quiere limpiamos del pecado, hacemos hijos suyos y habilitamos para vivir una vida santa (El Deseado de todas las gentes, p. 231).
72Jueves 9 de marzo // Lección 10__________________________________________
ORAR POR EL ESPÍRITU SANTO
Lee Efesios 3:16 y Hechos 2:38. ¿Qué nos enseñan estos textos acerca de recibir al Espíritu Santo en nuestra vida?
Efesios 3:16
16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu;
Hechos 2:38
38 Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Hay muchas cosas por las cuales podemos orar, pero hay una gran necesidad en estos tiempos peligrosos en los que vivimos: es el don del Espíritu Santo. Este es el mayor don que Jesús podría dar. Al otorgar al Espíritu Santo, Dios no podría haber dado más a su pueblo. No hay nada que pueda añadirse a este don. (Después de todo, ¿qué se puede añadir a la Deidad misma?) Por medio del Espíritu Santo y de su obra en nuestra vida, todas nuestras necesidades son suplidas. La bendición del Espíritu Santo traerá consigo todas las otras bendiciones.
Hay, sin embargo, un obstáculo importante: nosotros mismos. A menudo, no estamos preparados para recibir al Espíritu Santo.
Como en los días de la iglesia del Nuevo Testamento, debemos percatarnos de que, primero, necesitamos arrepentirnos y entregar nuestra vida por completo a Jesús. Y sí, es solamente la influencia del Espíritu Santo lo que siquiera nos permite hacerlo.
Sin embargo, cuando respondemos a sus impresiones, arrepentirnos de nuestro pecado es la primicia de la obra del Espíritu en nuestra vida. En humildad y fe, tenemos que confesar nuestros pecados para que él pueda limpiarnos de toda injusticia. Debemos entender cuán caídos estamos, y cuánto necesitamos a Dios y su gracia en nuestra vida. Sin él, estamos perdidos, muertos en nuestros pecados y condenados a la perdición eterna.
Por ello, en oración ferviente, cumpliremos las condiciones sobre las cuales Dios ha prometido darnos su Espíritu Santo. Entonces, todo lo que tenemos que hacer es pedir a Dios, y él gustosamente nos dará su Espíritu. “El Padre celestial está más dispuesto a dar el Espíritu Santo a los que se lo piden que los padres terrenales a dar buenas dádivas a sus hijos” (RP 286).
Al igual que otras cosas espirituales, el don del Espíritu Santo nunca es un fin en sí mismo. El Espíritu es otorgado para elevar a Jesús, reproducir el carácter de Cristo en nuestra vida y habilitarnos para servir a otros en la edificación del cuerpo de Cristo, la iglesia. Por ello, cualquier práctica de adoración, pública o privada, que eleve al Espíritu por sobre Jesucristo está errada. Pues es por medio de Jesús que “tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre” (Efe. 2:18).
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Este día está bien explicado.ESPÍRITU DE PROFECÍA
En este tiempo de prueba, necesitamos alentarnos y consolamos mutuamente. Las tentaciones de Satanás son ahora mayores que nunca, pues sabe que le queda poco tiempo y que muy luego cada caso será decidido para vida o para muerte. No es ahora el momento de dejarse vencer por el desaliento ni de sucumbir bajo la prueba. Debemos sobreponernos a todas nuestras aflicciones y confiar plenamente en el todopoderoso Dios de Jacob. El Señor me ha mostrado que basta su gracia para resistir todas las pruebas, y aunque éstas sean más duras que nunca, si tenemos absoluta confianza en Dios, podremos vencer todas las tentaciones y por su gracia salir victoriosos…
Debemos llevar puesta la completa armadura de Dios, y estar listos en todo momento para sostener el conflicto con las potestades de las tinieblas. Cuando nos asalten las tentaciones y las pruebas, acudamos a Dios para luchar con él en oración. No dejará que volvamos vacíos, sino que nos dará fortaleza y gracia para vencer y quebrantar el poderío del enemigo. ¡Ojalá que todos viesen estas cosas en su verdadera luz y soportasen las fatigas como buenos soldados de Jesús! Entonces Israel podría seguir adelante, confortado en el Señor y en la potencia de su fortaleza (Primeros escritos, p. 46).
Cristo ha prometido el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos.
La medida que recibamos del Espíritu Santo será proporcional a la medida de nuestro deseo y de nuestra fe y del uso que haremos de la luz y conocimiento que se nos ha dado.
Hay muchos que creen y profesan aferrarse a la promesa del Señor; hablanacercade Cristo yacercadel Espíritu Santo, y, sin embargo, no reciben beneficio alguno. No entregan su alma para que sea guiada y regida por los agentes divinos. No podemos emplear al Espíritu Santo. El Espíritu ha de empleamos a nosotros. Por el Espíritu obra Dios en su pueblo ‘así el querer como el hacer, por su buena voluntad.’ Pero muchos no quieren someterse a eso. Quieren manejarse a sí mismos. Esta es la razón por la cual no reciben el don celestial. Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que velan para tener su dirección y gracia, es dado el Espíritu. El poder de Dios aguarda que ellos lo pidan y lo reciban. Esta bendición prometida, reclamada por la fe, trae todas las demás bendiciones en su estela. Es dada según las riquezas de la gracia de Cristo, y él está listo para proporcionarla a toda alma según su capacidad para recibirla.
El Espíritu Santo imparte amor, gozo, paz, fortaleza y consuelo; es un manantial de agua que salta para vida eterna. Y la bendición es gratuita (La fe por la cual vivo, p. 55).
“A cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo”, y el Espíritu reparte “particularmente a cada uno como quiere” (Efesios 4:7; 1 Corintios 12:11). Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verdadera depende de nuestra recepción del Espíritu de Dios.
La promesa del Espíritu no se aprecia como se debiera. Su cumplimiento no se comprende como se podría. La ausencia del Espíritu es lo que hace tan impotente el ministerio evangélico. Se puede poseer sabiduría, talentos, elocuencia, todo don natural o adquirido; pero sin la presencia del Espíritu de Dios no se conmoverá a ningún corazón ni ningún pecador será ganado para Cristo. Por el otro lado, si están relacionados con Cristo, si los dones del Espíritu son suyos, los más pobres y los más ignorantes de sus discípulos tendrán un poder que hablará a los corazones. Dios los convierte en los instrumentos que ejercen la más elevada influencia en el universo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 263).
73Lección 10 // Viernes 10 de marzo_________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Cómo aumentar la fe y la confianza”, Palabras de vida del gran Maestro, pp. 105-115.
Sin oración, no tendríamos poder espiritual en nuestra vida, porque la oración nos conecta con la Fuente de ese poder. Sin oración, no tendríamos conexión vital con Dios. Nos convertiríamos en vasos vacíos, que podrían tener “apariencia de piedad”, pero negarían la eficacia del poder y la promesa de dones de lo Alto. Y, tal como lo hemos visto toda esta semana, sin duda, hemos recibido maravillosas promesas que nos hablan de cómo responde Dios nuestras oraciones. Pero ¿qué sucede con los momentos en que no recibimos lo que pedimos, aun cuando hemos hecho todo de nuestra parte para cumplir con los requerimientos divinos? “No os desaniméis si parece que vuestras oraciones no obtienen una respuesta inmediata. El Señor ve que la oración está mezclada a menudo con mundanalidad. Los hombres oran por aquello que satisfará sus deseos egoístas, y el Señor no cumple sus pedidos en la manera en que ellos esperan. Los pone a prueba, los lleva a través de humillaciones hasta que vean más claramente cuáles son sus necesidades. No da a los hombres aquellas cosas que complacerán un apetito pervertido y que resultarán en perjuicio del agente humano, llevándolo a deshonrar a Dios. No da a los hombres aquello que complacerá su ambición y obrará simplemente la autoexaltación. Cuando acudimos a Dios, debemos estar dispuestos a someternos y a estar contritos de corazón, subordinándolo todo a su santa voluntad” (ELC 91).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:- ¿De qué modos la oración impacta en nuestra existencia espiritual entera? Es decir, ¿qué efecto tiene la oración en tu vida cuando oras? ¿En qué aspectos eres diferente después de haber orado, en relación con cómo te sentías antes de hacerlo?
- ¿Qué dirías a alguien que ha orado mucho por algo, y no ha ocurrido lo que la persona esperaba y por lo cual oraba (por ejemplo, la sanación de un hijo enfermo o algo similar)? ¿De qué manera podemos aprender a confiar en Dios aun en situaciones como esta?
- En clase, hablen de sus propias experiencias con la oración y sobre lo que significa para ti. ¿Qué has aprendido acerca de la oración que serviría de ayuda a otros que pueden estar luchando con comprender el propósito de la oración?
- ¿Por qué es importante orar, incluso cuando no entendemos plenamente de qué forma funciona todo esto?
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