El segundo grupo básico de los sueños está formado por los sueños sobrenaturales, que pueden ser de origen divino o satánico. El origen divino de los sueños por lo general tienen un propósito salvifico bien definido, y puede concederse a los verdaderos profetas (Números 12: 6) como a los miembros comunes del Pueblo de Dios (Joel 2:28), e incluso a personas que no pertenecen al pueblo de Dios (Génesis 41; Dn 2). A su vez, los sueños de origen satánico son casi siempre fascinantes, y pueden contener verdades para confundir a la persona. Sus predicciones pueden incluso cumplirse, pero tienden a excluir, eventualmente y de alguna manera, a la persona de Dios y su voluntad (ver Jeremías 29: 8; Mt 24:24; 1 Pedro 5: 8).
Está claro, pues, que tanto los sueños naturales como los sueños sobrenaturales (ya seas divinos o satánicos) pueden tener un contenido religioso. Ademas de eso, el simple hecho de que Dios le de un sueño sobrenatural a alguien no hace que esa persona automáticamente sea un profeta, como puede inferirse de las experiencias del Faraón (Génesis 41) y Nabucodonosor (Daniel 2). Mientras que todo profeta recibe sueños de origen divino (Números 12: 6), no todos los que reciben este tipo de sueños se pueden considerar profetas. El llamado al ministerio profético es algo diferente y mucho más amplio.
Los sueños nunca son utilizados por Dios como un fin en sí mismos, sino sólo como un medio para acercarnos a Él y Su Palabra (Juan 20:29). Por otra parte, no podemos permitir que nuestra fe dependa de tales medios, capaz de ser usados también por Satanás. Así que si usted tiene un sueño que juzga ser de origen divino, pero no tiene la seguridad, es prudente tratar de extraer de ello una lección positiva para la vida, hasta que su origen y su propósito se entienda mejor.
Ellen White también nos orienta cómo evaluar un sueño para saber si viene de Dios o no:
Habrá sueños falsos y visiones espurias, que tendrán una parte de verdad, pero que alejarán de la fe original. El Señor ha dado una regla para detectarlos: “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido”. Isaías 8:20. Si empequeñecen la ley de Dios, si no prestan atención a su voluntad como ha sido revelada en los testimonios de su Espíritu, son engañadores. Están controlados por el impulso y las impresiones, los cuales creen que provienen del Espíritu Santo, y los consideran más dignos de confianza que la Palabra inspirada. Pretenden que todos los pensamientos y sentimientos constituyen una impresión del Espíritu; y cuando se los hace razonar poniendo las Escrituras como base, declaran que poseen algo más digno de confianza. Pero mientras piensan que son conducidos por el Espíritu de Dios, en realidad están siguiendo fantasías promovidas por Satanás (Bible Echo [El eco bíblico], septiembre de 1886). (Mensajes selectos, vol. 2, pp. 98 y 99)Por Alberto R. Timm – Fuente: Centro White
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