“El Espíritu Santo y la Iglesia” Lección 9: Para el 4 de marzo de 2017
Lección 9 Edición Adultos. “El Espíritu Santo y la Iglesia”. Sábado 4 de Marzo 2017
Primer trimestre (enero-marzo) de 2017
“El Espíritu Santo y la Iglesia”
Lección 9: Para el 4 de marzo de 2017
Sábado 25 de febrero
Lee Para el Estudio de esta Semana: Efe. 1:22, 23; 1 Cor. 12:13; Rom. 6:3-7; Hech. 17:11; Efe. 4:5, 6; Hech. 2:4-11.
Para Memorizar: “Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo” (Efe. 4:3-5).
A veces pensamos en el Espíritu Santo obrando únicamente a nivel individuo y en las vidas de cada creyente de forma individual. Pero esta obra individual es el fundamento de la comunidad espiritual. El Espíritu Santo es el responsable final de la existencia de la iglesia de Cristo.
A menudo nos vemos tentados a pensar que la iglesia existe y crece gracias a nuestras diversas actividades evangelísticas y misioneras. Sí, Dios desea lograr sus planes gloriosos para la iglesia, y hacerlo con nuestra ayuda. Pero la verdadera razón de ser de la iglesia no yace en lo que hacemos; tampoco es el resultado de nuestra organización eficiente y administración eficaz, por más importantes que sean. La iglesia existe gracias a lo que Dios ya ha hecho y continúa haciendo por nosotros por medio del Espíritu Santo. Es el Espíritu Santo el que crea una comunidad espiritual y de compañerismo que tiene a la Palabra escrita de Dios, inspirada por el mismo Espíritu, como su autoridad de fe y práctica. La Biblia inspirada por el Espíritu es el fundamento para la unidad teológica de la iglesia. Sin la obra del Espíritu, la iglesia no existiría y no podría continuar cumpliendo su misión unida.
Domingo 26 de febrero:
El Espíritu Santo nos une con Cristo
El Espíritu Santo nos une de muchas maneras. No existiríamos como iglesia si el Espíritu Santo no nos uniera primeramente con Cristo. Cristo es la cabeza de la iglesia (ver Efe. 1:22, 23; 5:23). Por medio del Espíritu Santo, podemos ser unidos de manera efectiva con Cristo mismo. Estar unidos a Cristo es el fundamento de todas las bendiciones de salvación, porque todo lo que tenemos en el Señor proviene de él. Nuestra adopción como hijos e hijas de Cristo, nuestra justificación al igual que nuestra santificación, nuestra vida victoriosa sobre el pecado y nuestra glorificación; todo es recibido gracias a nuestra unión con Cristo. Por ello, él debe ser el fundamento de nuestra experiencia cristiana entera.
Lee Efesios 2:18 y 20 al 22, y 1 Pedro 2:6 y 7. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del papel de Cristo y del Espíritu Santo en la creación de la iglesia?
Por medio del Espíritu, tenemos acceso a Dios el Padre. Jesús es la roca, el fundamento de nuestra salvación, y aquel en quien todas las otras partes del edificio son erigidas.
Luego, la obra del Espíritu a nivel individual lleva a una comunidad específica de fe: la iglesia. Cuando hemos experimentado la salvación por fe en Cristo Jesús solamente, y habiendo sido tocados por el amor de Dios, hay una dulce “comunión del Espíritu Santo” (2 Cor. 13:14) en la iglesia. Los creyentes individuales están siendo edificados en una nueva morada espiritual de Dios “en el Espíritu” (Efe. 2:22). Como seguidores de Cristo deberíamos estar deseosos de “guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz” (Efe. 4:3). De toda manera posible, sin comprometer lo que no puede ser comprometido, debemos buscar unidad en la comunidad de creyentes.
Lee Colosenses 3:12-14. ¿De qué manera puedes ejemplificar esos atributos y contribuir a la unidad en la iglesia? ¿Por qué estos atributos son tan importantes para la unidad de la iglesia?
Lunes 27 de febrero:
El Espíritu Santo nos une por medio del bautismo
Lee 1 Corintios 12:13. ¿De qué manera el bautismo nos une con Cristo y con el Espíritu?
Es el Espíritu Santo el que nos une en un solo cuerpo de creyentes. La entrada pública al reino espiritual de Cristo es por medio del bautismo. Somos bautizados a un cuerpo eclesiástico específico. Por lo tanto, el bautismo tiene una dimensión de comunión distintiva e importantes implicancias de comunidad. Como seguidores de Cristo, no podemos vivir por nuestra cuenta. Todos necesitamos el apoyo, el ánimo y la ayuda de los demás. Y ciertamente no podemos cumplir la misión divina solos. Por eso Dios creó la iglesia. Seguir a Cristo significa seguirlo en comunión con otros creyentes. Por ello el bautismo y la iglesia tienen un componente visible.
Lee Romanos 6:3-7. ¿Qué simboliza el bautismo bíblico?
El acto de ser enterrado con Jesucristo, por medio del bautismo, en la muerte de la tumba de agua y ser resucitados a una nueva vida de comunión con Jesús, nuestro Señor y Salvador, simboliza la crucifixión de la antigua vida y la confesión pública de aceptar a Cristo como nuestro Salvador.
“El bautismo es una solemne renuncia al mundo. Por esta profesión el yo muere a la vida de pecado. Las aguas cubren al candidato y en presencia del universo entero se sella la promesa mutua. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo el hombre es sepultado con Cristo en el bautismo y se levanta del agua para vivir una nueva vida de lealtad a Dios” (FV 146).
El bautismo es un paso positivo que deben cumplir todos los que desean reconocerse bajo la autoridad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. En otras palabras, el bautismo marca el verdadero arrepentimiento y la crucifixión de la vida antigua, y señala al nuevo nacimiento o conversión. También abarca obligaciones pactuales mutuas. El creyente promete ser fiel a Dios y a sus mandamientos, y Dios garantiza que podemos depender de su ayuda cuando sea que la necesitemos.
¿Ya has tomado la decisión del bautismo del creyente? Si no, ¿qué te detiene de seguir a Cristo a través del bautismo? Si ya has sido bautizado por inmersión, ¿de qué manera ha impactado tu pacto bautismal en tu caminar espiritual con Jesús?
Martes 28 de febrero:
El Espíritu Santo une a la iglesia por la Palabra de Dios
Lee Hechos 17:11 y Juan 5:39, 46 y 47; 8:31 y 32. ¿Cuál es una de las marcas distintivas de un verdadero discípulo de Cristo? ¿Por qué la Biblia es tan indispensable en señalarnos a Cristo y en ayudarnos a seguirlo fielmente?
El medio principal por el cual el Espíritu Santo nos une con Cristo es a través de la Palabra de Dios. La Biblia es una fuente confiable para conocer a Jesús y la voluntad de Dios. Por eso es tan importante leer las Escrituras y memorizar su contenido. La Biblia es la fuente autoritativa para discernir la verdad espiritual y el error. Pablo felicitó a los bereanos por su nobleza (Hech. 17:11), porque estudiaron diligentemente y escudriñaron las Escrituras a fin de comprobar si lo que oían era verdad.
Toda reforma y reavivamiento espiritual, no importa si nos afecta individualmente o como iglesia en forma corporativa, debe basarse en las Escrituras. La Biblia es el fundamento sobre el cual nuestra fe se construye; al mismo tiempo, el amor de Jesús y a su Palabra es el vínculo que nos mantiene unidos.
Lee Juan 17:17-21. Aquí Jesús habla acerca de la unidad como una marca distintiva de discipulado cristiano. Según Juan 17:17, ¿cuál es la base para esta unidad?
La Palabra de Dios es verdad (Juan 17:17; Sal. 119:160). La unidad de la iglesia es la obra del Espíritu con y por medio de la Palabra escrita de Dios. El Espíritu Santo nunca nos guiará a dudar, criticar, añadir o reducir la enseñanza de la Biblia. Más bien, el Espíritu nos hace apreciar la autoridad divina de las Escrituras. El Espíritu Santo nunca nos aleja de la Palabra escrita, como tampoco lo haría de la Palabra (el Verbo) viviente. Más bien, nos mantiene en sumisión constante, consciente y voluntaria a ambas. La Biblia es la fuente fundacional para cualquier unidad teológica global. Si fuéramos a minimizar o debilitar nuestra creencia implícita en la Biblia como la Palabra de verdad de Dios para nosotros, la unidad de la iglesia sería destruida.
¿Cuánto tiempo dedicas a la Palabra? Más importante aún, ¿cómo puedes aprender a someterte a sus enseñanzas?
Miércoles 1 de marzo:
El Espíritu Santo une a la iglesia en fe y doctrina
“Un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos” (Efe. 4:5, 6). ¿Qué nos está diciendo aquí Pablo acerca de la unidad y de dónde viene?
La unidad en fe y doctrina se logra únicamente en fidelidad a la Palabra de Dios. El Señor, que es el mismo ayer, hoy y para siempre, forma un vínculo espiritual con cada creyente. El mismo nuevo nacimiento, generado por el Espíritu Santo, la misma obediencia a la Palabra de Dios, hecha posible por el Espíritu Santo, lleva a una unidad de fe y práctica que trasciende toda diferencia humana y cultural.
Aunque somos llamados a someternos a la Palabra de Dios y hacer todo lo que podamos para mantener la paz con todos (Rom. 12:18), en última instancia no podemos por nosotros mismos lograr la unidad teológica o la unidad de propósito como cuerpo de la iglesia. Pues la unidad no es tanto algo que tengamos que lograr nosotros sino más bien un don del Espíritu Santo, que obra en cada creyente de manera individual y en la iglesia de forma corporativa.
El fundamento teológico de esta unidad es la Palabra de Dios. Cualquier apelación al Espíritu sin la Palabra Escrita puede llevar a doctrinas y prácticas dudosas. Al mismo tiempo, cualquier apelación a la Palabra de Dios sin el Espíritu Santo seca la Palabra y la vuelve estéril. Dado que hay un solo Señor, hay una sola fe que lleva a un solo bautismo. Solamente en fidelidad gozosa hacia la Palabra de Dios podremos ver la unidad en nuestra iglesia. Y si no hay unidad en fe y doctrina, no habrá unidad en misión.
“Tenemos un Señor, una fe, un bautismo. El Evangelio de Cristo debe alcanzar a todas las clases, todas las naciones, todas las lenguas y pueblos. La influencia del Evangelio debe unir en una gran hermandad. Tenemos un solo Modelo que debemos imitar en la edificación del carácter, y entonces todos tendremos el molde de Cristo; estaremos en armonía perfecta; las nacionalidades se unirán en Jesucristo, poseyendo la misma mente, y el mismo juicio, hablando de las mismas cosas, y glorificando a Dios con una sola boca” (NEV 173).
Observa la declaración de Elena de White. Sin pensar en los demás, o en lo que hacen los demás, sino solamente en ti mismo, pregúntate: ¿Qué puedo hacer para ayudar a alcanzar este maravilloso objetivo de la unidad?
Jueves 2 de marzo:
El Espíritu Santo une a la iglesia en misión y servicio
Lee Hechos 2:4 al 11 y 16 al 21. ¿Cuál fue el resultado del derramamiento del Espíritu Santo en los creyentes del Nuevo Testamento?
El Espíritu Santo fue responsable del esfuerzo misionero más poderoso que la historia había presenciado hasta ese momento. Dios puede hacer más por medio de un grupo pequeño que está unido en su devoción a él que lo que puede hacer por medio de un grupo grande pero dividido. Dios puede hacer cosas mucho mayores cuando todos dedicamos nuestras vidas y energías, nuestros talentos y recursos, a él.
La iglesia del Nuevo Testamento creció a partir de la unidad en la vida y la misión de los creyentes. Un pequeño y tímido grupo de creyentes fue transformado hasta conformar una tropa poderosa que se convirtió en una herramienta efectiva que alcanzó a personas de diferentes culturas e idiomas. Se unieron al proclamar “las maravillas de Dios” (Hech. 2:11). El mismo Dios que estuvo activo en los tiempos del Nuevo Testamento estará activo al fin del tiempo, cuando la obra deba ser finalizada antes de que Jesús regrese por segunda vez.
Lee Hechos 2:42 al 47. ¿En qué otros aspectos estaban unidos los creyentes del Nuevo Testamento?
El emprendimiento misionero de Pentecostés estuvo acompañado de otros factores en los cuales la iglesia temprana permaneció unida. Estaban unidos en el estudio de la Biblia y perseveraban en las enseñanzas de los apóstoles (Hech. 2:42). Estaban unidos en comunión y el partimiento del pan, posiblemente una referencia a la unidad en adoración (Hech. 2:42). Estaban unidos en oración (Hech. 2:42) y en alabanzas a Dios (Hech. 2:47). Estaban unidos en servir a las personas necesitadas al compartir sus posesiones y tenían todas las cosas en común (Hech. 2:44, 45). El estudio de la Biblia en unidad y la confraternización darán como resultado el deseo de compartir las buenas nuevas con otras personas y ayudar a otros de maneras muy prácticas. El Espíritu Santo abrirá nuestros ojos a las necesidades de quienes nos rodean.
¿Qué actividades en tu iglesia local ayudan a revelar la unidad de tu iglesia? ¿Qué más se podría hacer?
Viernes 3 de marzo
Para Estudiar y Meditar:
“Esta es la obra en que también nosotros hemos de ocuparnos. En vez de vivir a la expectativa de alguna oportunidad especial de excitación, hemos de aprovechar sabiamente las oportunidades presentes haciendo lo que debe hacerse a fin de que sean salvas las almas. En vez de consumir las facultades de nuestra mente en especulaciones acerca de los tiempos y las sazones que el Señor ha dejado en su sola potestad y ha retenido de los hombres, hemos de entregarnos al control del Espíritu Santo, a la ejecución de los deberes actuales, a dar el pan de vida, sin mezcla de opiniones humanas, a las almas que están pereciendo por la verdad” (MS 1:218).
“Todo individuo está luchando para llegar a ser un centro de influencia, y hasta que Dios no trabaje por su pueblo no verán que la subordinación a él es la única seguridad para toda alma. Su gracia transformadora en los corazones humanos conducirá a la unidad, una unidad que todavía no ha sido lograda, pues todos los que son asimilados por Cristo estarán en armonía los unos con los otros. El Espíritu Santo creará unidad” (MS 3:21, 22).
Preguntas para Dialogar:
- ¿Qué quiere decir Elena de White cuando dice que “todo individuo está luchando para llegar a ser un centro de influencia”? ¿Por qué es esa una tendencia tan natural en todos nosotros, y qué podemos hacer para luchar contra esta tendencia en nuestras propias vidas? (Ver también Fil. 2:3, 4.)
- Algunos argumentan que lo que realmente nos dará unidad es el servicio, no la doctrina. De hecho, argumentan que la doctrina tiende a dividir a las personas; por ende, no debería dársele prominencia. Pero, ¿por qué no puede haber unidad en misión y servicio si hay división en doctrina? ¿Por qué una fe compartida es un factor poderoso para la misión unida y efectiva?
- Al mismo tiempo, ¿cuánto lugar hay para las diferencias teológicas? Pocas personas entenderán la verdad exactamente de la misma manera. ¿Cómo podemos estar unidos como iglesia mientras, al mismo tiempo, permitimos las diferencias menores que surgirán? ¿De qué manera las personas en tu iglesia local pueden lidiar con las diferencias de entendimiento y aun así mantener la unidad?
- ¿De qué manera la Biblia puede ser un instrumento que traerá unidad? ¿Qué actitud es necesaria en nuestro estudio de la Palabra de Dios para que podamos estar unidos en misión y fe como iglesia?
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