En el año 538 antes de Cristo, Darío el Medo tomó el reino
de Babilonia. Dan. 5:31. La historia nos cuenta que Darío murió dos años más
tarde y Ciro el Persa se hizo cargo del reino.
Como sabemos, Daniel trabajó durante décadas en funciones
administrativas de los reinos de Babilonia y de Medo-Persia. Con seguridad
podría haber escrito muchas historias y experiencias interesantes de aquel
tiempo. Pero Daniel se limita a contar unas cuantas pocas historias en su libro
relacionados a algún suceso que pueda inspirar en nosotros la fe, la esperanza
y el valor.
Cuando Darío llegó al reino, después de someter
conjuntamente con los persas a Babilonia, tuvo la tarea de organizar el imperio
recién ampliado. Era todo un reto. El puso sobre las 120 provincias, 120
sátrapas. Sátrapa significa “protector del reino”. Y sobre ellos puso 3
gobernadores, de los cuales Daniel era el más importante. El rey Darío pensó
inclusive “en ponerlo sobre todo el reino” Dan. 6:1-3.
Gracias a las conquistas de Cambises y Darío Hispases, el
Imperio Medo-Persa se expandió más tarde a 127 provincias. Ester 1:1.
Los sátrapas tenían la tarea de recaudar los impuestos de
sus respectivas provincias y enviarlas a la corte real. En sus provincias ellos
tenían un poder casi ilimitado y gobernaban como “reyes vasallos”. En aquellas
épocas era común que el rey ponga en esas posiciones de influencia política y
administrativa a parientes escogidos o cercanos amigos, etc.
¿Cómo es que Daniel, que ya tenía aprox. 90 años de edad,
llegó a ser el principal de los tres gobernadores?
Darío conoció a Daniel en la transición del gobierno
babilónico al de Medo-Persia, y se enteró de su integridad, fidelidad, conducta
perfecta, sabiduría extraordinaria, acompañadas de décadas de experiencia y
conocimiento de los archivos reales y asuntos legales en la corte de Babilonia.
Se dio cuenta que podía confiar plenamente en él como su mano derecha.
Esto despertó la envidia y los celos en los sátrapas y demás
gobernadores. Ellos estaban indignados y se sentían humillados que un hebreo,
que no era medo ni persa, tuviera autoridad sobre ellos. Además su fidelidad e
integridad eran para ellos una molestia. Con seguridad Daniel fiscalizaba
minuciosamente la recolección de los impuestos, estorbando sus negocios turbios
y corruptos.
“Entonces los gobernadores y sátrapas buscaban ocasión para
acusar a Daniel en lo relacionado al reino; mas no podían hallar ocasión alguna
o falta, porque él era fiel, y ningún vicio ni falta fue hallado en él.
Entonces dijeron aquellos hombres: No hallaremos contra este Daniel ocasión
alguna para acusarle, si no la hallamos contra él en relación con la ley de su
Dios.” Dan. 6:4, 5.
Así que aquellos políticos envidiosos y de turno buscaron un
pretexto y tramaron un complot contra Daniel para hacerlo caer, en relación a
su fe.
El decreto de Darío“Entonces estos gobernadores y sátrapas
se juntaron delante del rey, y le dijeron así: ¡Rey Darío, para siempre vive!
Todos los gobernadores del reino, magistrados, sátrapas, príncipes y capitanes
han acordado por consejo que promulgues un edicto real y lo confirmes, que
cualquiera que en el espacio de treinta días demande petición de cualquier dios
u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los leones.” Dan. 6:6,
7.
El texto original describe que ellos entraron y se
presentaron en forma tumultuosa ante el rey, en una conmoción estruendosa, como
si se tratara de un asunto urgente. Además mintieron al rey aseverando estar
todos de acuerdo. Lo cual era totalmente falso pues Daniel, el gobernador
principal, no estaba enterado y nunca hubiese estado de acuerdo con semejante
propuesta pecaminosa. Pero ellos presentaron su solicitud con mucha convicción
como algo que exigía atención inmediata.
La adoración del rey
Los dirigentes hicieron una propuesta que halagó a Darío,
ocultando su maligno designio contra Daniel y encubriendo sus verdaderos
propósitos.
Darío vio el lado práctico de esa ley temporal. Pues para
los habitantes de Babilonia él era un extranjero recién llegado. Al imponer y
exigirles su adoración hicieran que los babilónicos confiesen su lealtad hacia
él, como nuevo rey, y hacia el nuevo régimen Medo-Persa.
Se repitió una escena parecida a la que vimos en Daniel
capítulo tres, cuando el rey Nabucodonosor de Babilonia exigió la adoración de
su estatua dorada a todos sus funcionarios políticos por ley, para asegurar su
lealtad hacia él y su versión profética.
Foso de los LeonesLa verdadera intención tras la ley era
tender una trampa a Daniel que oraba tres veces al día según su costumbre al
Dios verdadero, Creador de los cielos y de la tierra. Dan. 6:10. Sus
adversarios deseaban arrojarlo al foso de los leones para asesinarlo. Esos
dirigentes malvados actuaron como verdaderos “hijos del diablo.”
“Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo,
como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid
firmes en la fe.”1 Pedro 5:8, 9.
El decreto de Darío no era ningún problema para los
babilónicos pues ellos estaban acostumbrados a venerar y adorar a una gran
diversidad de dioses, divinidades, estatuas y hombres. Para ellos no era
ninguna contradicción, abandonar a sus dioses por un mes, y adorar
temporalmente a su nuevo rey.
¡Los judíos fueron los únicos que no pudieron admitir una
orden así! Pues ellos creían en el verdadero Dios, Creador de los cielos y de
la tierra, que había dicho en su primer mandamiento: “No tendrás dioses ajenos
delante de mí.” Éx. 20:3.
La voluntad del rey Darío era incuestionable. Ya que era
considerado un dios, no pudo cambiar lo decretado pues era considerado en ese
sentido infalible. Pues un dios no se puede equivocar.
“Ahora, oh rey, confirma el edicto y fírmalo, para que no
pueda ser revocado, conforme a la ley de Media y de Persia, la cual no puede
ser abrogada. Firmó, pues, el rey Darío el edicto y la prohibición.” Dan. 6:8,
9.
En el libro de Ester encontramos una venganza similar contra
el pueblo de Dios. “Escribid, pues, vosotros a los judíos como bien os
pareciere, en nombre del rey, y selladlo con el anillo del rey; porque un
edicto que se escribe en nombre del rey, y se sella con el anillo del rey, no
puede ser revocado.” Ester 8:8. También en ese momento histórico de
Medo-Persia, se intentó eliminar el pueblo de Dios provocando un genocidio.
Pero también en esa ocasión el intento diabólico falló, pues Dios vino en
rescate de sus hijos.
Desafortunadamente Darío firmó el edicto sin pensar en las
consecuencias. Al firmar el decreto, selló la sentencia de muerte de Daniel, su
servidor más preciado.
Igual como en la época de Ester, el rey Asuero de los
Medo-Persas que reinó sobre el Imperio extendido a 127 provincias, firmó un
edicto contra los judíos siendo manipulado maliciosamente por funcionarios
políticos de su entorno inmediato (su mano derecha Amán). Sin siquiera saberlo
firmó el edicto sentenciando a Ester, su propia esposa amada, a la muerte, pues
ignoraba que era hebrea. Ester 3:8.
Ambas historias que
ocurrieron durante el reinado de los Medo-Persas, revelan los actos maquinados
con maestría diabólica contra al único pueblo que guardaba los mandamientos de
Dios. La intención del diablo fue siempre extinguirlos.
“Cuando Daniel supo
que el edicto había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de
su cámara que daban hacia Jerusalén, se arrodillaba tres veces al día, y oraba
y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.” Dan. 6:10.
Daniel no desbarató la conspiración. El simplemente confió
en Dios, quien lo había bendecido y protegido a lo largo de su vida. Pudo haber
huido pero no abandonó la capital. Pudo haber orado en secreto, cerrando las
ventanas de su cámara, pero no lo hizo. Simplemente siguió orando 3 veces al
día como siempre lo había hecho. Su actitud no era un desafío sino su costumbre
santa.
La trampa funcionó. Los enemigos espiaron y observaron a
Daniel orar como siempre.
Daniel orando“Cruel es la ira, e impetuoso el furor; Mas
¿quién podrá sostenerse delante de la envidia?” Prov. 27:4.
Daniel sí pudo mantenerse en pie frente a sus enemigos,
porque era inocente. Igual que en el tiempo del fin, antes de la venida de
Cristo, cuando la gran Babilonia mística se establezca habrá fieles hijos de
Dios que estarán de pie frente a la adversidad peligrosa. Vea Ap. 6:17; 13:4.
“Entonces se juntaron aquellos hombres, y hallaron a Daniel
orando y rogando en presencia de su Dios.
Fueron luego ante el rey y le hablaron del edicto real: ¿No has
confirmado edicto que cualquiera que en el espacio de treinta días pida a
cualquier dios u hombre fuera de ti, oh rey, sea echado en el foso de los
leones? Respondió el rey diciendo: Verdad es, conforme a la ley de Media y de
Persia, la cual no puede ser abrogada. Entonces respondieron y dijeron delante
del rey: Daniel, que es de los hijos de los cautivos de Judá, no te respeta a
ti, oh rey, ni acata el edicto que confirmaste, sino que tres veces al día hace
su petición.” Dan. 6:11-13.
Los malignos se presentaron ante el rey denunciando a Daniel
a quien ellos ya consideraban un hombre muerto. Ya no había el saludo típico:
“!Rey Darío, para siempre vive!” del versículo 6.
Además menospreciaron a Daniel diciendo “que es de los hijos
de los cautivos de Judá” dando a entender que es un esclavo que el rey puso
sobre ellos. Luego lo acusaron de no respetar al rey al desobedecerle, pues ora
tres veces al día a Dios. Dieron a entender que Daniel es un traidor. Estos
hombres eran espías que controlaban a las personas. Eso siempre ocurre cuando
un gobierno emite leyes religiosas. Eso despierta el fanatismo religioso que se
manifiesta en una especie de inquisición persecutora en contra de aquellos que
siguen su conciencia libremente. Medo-Persia se había convertido en un reino
del terror y de persecución. En un estado policíaco donde ya no había libertad
religiosa.
La historia se repite. Algo parecido había ocurrido décadas
antes durante la dedicación de la estatua del rey Nabucodonosor de Babilonia cuando
los acusadores dijeron con celo inquisitivo. “Hay unos varones judíos, los
cuales pusiste sobre los negocios de la provincia de Babilonia: Sadrac, Mesac y
Abed-nego; estos varones, oh rey, no te han respetado; no adoran tus dioses, ni
adoran la estatua de oro que has levantado.” Dan. 3:12.
El rey Darío finalmente se dio cuenta de la trampa y del
complot contra Daniel. Pues la ley que le hicieron emitir ¡no era de aprecio al
rey sino de desprecio a Daniel! ¡No se trataba de honrar al rey sino de destruir
al profeta Daniel!
“Cuando el rey oyó el asunto, le pesó en gran manera, y
resolvió librar a Daniel; y hasta la puesta del sol trabajó para librarle.”
Dan. 6:14.
El rey Darío dedicó el resto del día con el intento de
salvar a Daniel. Con seguridad hizo esfuerzos personales para inducir a los
conspiradores a la indulgencia. Seguro que presentó todos los argumentos
posibles para abrogar la ley. Pero todo fue en vano. Los enemigos de Daniel
estaban firmemente decididos a hacer cumplir la ley y echar a Daniel al foso de
los leones.
“Pero aquellos hombres rodearon al rey y le dijeron: Sepas,
oh rey, que es ley de Media y de Persia que ningún edicto u ordenanza que el
rey confirme puede ser abrogado.” Dan. 6:15.
Los políticos acorralaron al rey mostrando la legalidad de
su acusación. Ellos deseaban una ejecución inmediata. Entre la espada y la
pared, el rey tuvo que cumplir con la ley.
En el foso de los leones
Daniel en el foso de los leonesCon tristeza e impotencia, el
rey ordenó que se eche a Daniel al foso de los leones. Pero en sus últimas
palabras hacia Daniel había una expresión de confianza y esperanza en la
liberación de su Dios.
“Entonces el rey mandó, y trajeron a Daniel, y le echaron en
el foso de los leones. Y el rey dijo a Daniel: El Dios tuyo, a quien tú
continuamente sirves, él te libre.”Dan. 6:16.
Con seguridad Daniel le había contado acerca de la
liberación milagrosa de sus tres amigos del horno de fuego décadas atrás. Y
ahora Darío se recordó de aquel milagro.
“Y fue traída una
piedra y puesta sobre la puerta del foso, la cual selló el rey con su anillo y
con el anillo de sus príncipes, para que el acuerdo acerca de Daniel no se
alterase.” Dan. 6:17.
El foso fue asegurado triplemente. Primero con una piedra,
luego con el sello del rey y finalmente con los anillos de los príncipes. ¡Los
enemigos de Daniel quisieron estar absolutamente seguros que el anciano muera y
que no haya opción de fuga!
Una situación parecida iba a ocurrir siglos después cuando
hubo otro complot asesino para matar al Mesías. También a él pusieron en una
tumba, colocando delante de ella una gran piedra, sellándola con el sello
romano y poniendo soldados romanos como guardianes delante de ella. Mateo
27:60, 66. Pero los seguros humanos no le detuvieron. Pues ¡Jesús resucitó y salió
triunfante del sepulcro y de la muerte! Y una liberación parecida estaba por
suceder con su “siervo amado” Daniel. Dan. 9:23.
“Luego el rey se fue a su palacio, y se acostó ayuno; ni
instrumentos de música fueron traídos delante de él, y se le fue el sueño.”
Dan. 6:18.
El rey Darío pasó una noche miserable en vela y ayuno. Las
diferentes traducciones bíblicas lo traducen así: Sin instrumentos de música,
sin música, sin mesas, sin comida, sin muchachas, concubinas o mujeres, sin
diversiones, entretenimiento, entretenedores o distracciones habituales.
“El rey, pues, se levantó muy de mañana, y fue
apresuradamente al foso de los leones. Y acercándose al foso llamó a voces a
Daniel con voz triste, y le dijo: Daniel, siervo del Dios viviente, el Dios
tuyo, a quien tú continuamente sirves, ¿te ha podido librar de los leones?”
Dan. 6:19, 20.
Daniel es salvado de los leonesSu pregunta nos recuerda las
palabras del rey Nabucodonosor de Babilonia hacia los tres jóvenes y valientes
hijos de Dios frente al horno de fuego cuando preguntó: “¿y qué dios será aquel
que os libre de mis manos?” Dan. 3:15. Pero la pregunta de Nabucodonosor en
aquella ocasión era soberbia y ofensiva. De todos modos ambos reyes de ambos
Imperios recibieron finalmente la misma respuesta.
“Mi Dios envió su ángel, el cual cerró la boca de los
leones, para que no me hiciesen daño, porque ante él fui hallado inocente; y
aun delante de ti, oh rey, yo no he hecho nada malo.” Dan. 6:22.
En la respuesta de Daniel no hay ninguna animosidad hacia
Darío. Más bien mucho respeto al decir: “Oh rey, vive para siempre” Daniel no
albergaba ningún rencor. ¡Él sabía que Darío no era el causante ni el culpable
de su persecución!
“Entonces se alegró el rey en gran manera a causa de él, y
mandó sacar a Daniel del foso; y fue Daniel sacado del foso, y ninguna lesión
se halló en él, porque había confiado en su Dios.” Dan. 6:23.
Con seguridad la noticia de su salvación milagrosa y
completa integridad física se esparció rápidamente. Todos reconocieron la
salvación divina, igual que cuando los tres muchachos salieron del horno de
fuego. “Y se juntaron los sátrapas, los gobernadores, los capitanes y los
consejeros del rey, para mirar a estos varones, cómo el fuego no había tenido
poder alguno sobre sus cuerpos, ni aun el cabello de sus cabezas se había
quemado; sus ropas estaban intactas, y ni siquiera olor de fuego tenían” Dan.
3:27. ¡Era un gran testimonio!
El secreto de su milagrosa liberación era la continua
oración y el hecho que caminó siempre con Dios como lo expresa el rey Darío en
repetidas ocasiones: “el Dios tuyo, a quien tú continuamente sirves”. Dan.
6:16, 20.
Los acusadores fueron echados al foso de los leones
“Y dio orden el rey, y fueron traídos aquellos hombres que
habían acusado a Daniel, y fueron echados en el foso de los leones ellos, sus
hijos y sus mujeres; y aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los
leones se apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.” Dan. 6:24.
Nadie pudo negar el milagro de la salvación de Daniel
argumentando que los leones no tenían hambre, o que quizás se habían saciado de
comida justamente antes que Daniel fuera lanzado al foso de los leones y por
eso no lo devoraron. Pues cuando los acusadores fueron echados en el foso de
los leones “aún no habían llegado al fondo del foso, cuando los leones se
apoderaron de ellos y quebraron todos sus huesos.” Dan. 6:24.
Las palabras de los Proverbios se cumplieron:
“Prenderán al impío sus propias iniquidades, y retenido será
con las cuerdas de su pecado… El justo es librado de la tribulación; Mas el
impío entra en lugar suyo… El que cava foso caerá en él; Y al que revuelve la
piedra, sobre él le volverá.” Prov. 5:22; 11:8; 26:27.
Parece un castigo exagerado. Pero hay que analizar varios
detalles. En primer lugar hay que recordar que fue Darío (un rey pagano) quien
decretó esta sentencia dura; quien acaba de ser mentido, engañado y manipulado
por sus funcionarios maliciosos para ejecutar a su colaborador más valioso.
Estos funcionarios merecían este castigo igual que el rey
Belsasar de Babilonia mereció su castigo, pues se decidió por la maldad
“sabiendo todo esto”. Dan. 5:22. De la misma manera estos malvados sátrapas y
gobernadores estaban totalmente conscientes de la inocencia de Daniel. Aún así
tramaron la trampa y el complot para su ejecución.
¿Pero por qué se ejecutó también a sus familias?
Una razón pudo haber sido para protegerse de futuras
venganzas. Pero otra razón encontramos en el relato parecido que ocurrió
también durante un gobierno Medo-Persa cuando bajo el rey Asuero, su
funcionario malvado Amán buscó la muerte del hebreo Mardoqueo y la eliminación
de todo el pueblo israelita. “Y dijo Amán al rey Asuero: Hay un pueblo
esparcido y distribuido entre los pueblos en todas las provincias de tu reino,
y sus leyes son diferentes de las de todo pueblo, y no guardan las leyes del
rey, y al rey nada le beneficia el dejarlos vivir.” Ester 3:8.
Y su esposa Zeres y sus amigos le apoyaron en su complot
malvado. “Y le dijo Zeres su mujer y todos sus amigos: Hagan una horca de
cincuenta codos de altura, y mañana di al rey que cuelguen a Mardoqueo en ella;
y entra alegre con el rey al banquete. Y agradó esto a los ojos de Amán, e hizo
preparar la horca.” Ester 5:14.
Con seguridad los sátrapas y gobernadores hablaron en sus
casas del complot contra Daniel como lo había hecho Amán. El contexto nos hace
asumir que las esposas y los hijos tuvieron parte en la culpa, pues al apoyar
el plan e inclusive animarlo posiblemente, o al menos al no evitarlo se
hicieron parte y cómplices del asesinato del inocente profeta Daniel.
Es por eso que hay que tener mucho cuidado en lo que
decimos. Jesús dice: “Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los
hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras
serás justificado, y por tus palabras serás condenado.” Mat. 12:36, 37.
¡El ser humano necesita amar la verdad para ser salvo! Vea 2
Tes. 2:10.
El testimonio del rey Darío
¡Darío, el rey de Medo-Persia reconoce al verdadero Dios!
Igual como antes de él el rey Nabucodonosor de Babilonia lo había hecho. Vea
Dan. 2:47; 3:28, 29; 4:36, 37. Y tal como Nabucodonosor había hecho conocer su
testimonio a todas las naciones a su alcance, lo hace Darío igual. Dan. 4:1-3.
“Entonces el rey Darío escribió a todos los pueblos,
naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: Paz os sea multiplicada. De
parte mía es puesta esta ordenanza: Que en todo el dominio de mi reino todos
teman y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel; porque él es el Dios
viviente y permanece por todos los siglos, y su reino no será jamás destruido,
y su dominio perdurará hasta el fin. El salva y libra, y hace señales y
maravillas en el cielo y en la tierra; él ha librado a Daniel del poder de los
leones.” Dan. 6:25-28.
Hablando de los grandes hombres de la fe, haciendo alusión a
la experiencia de Daniel, Pablo escribe lo siguiente: “Taparon bocas de
leones”. Hebreos 11:32-34.
Daniel es un ejemplo para nosotros
El servía a Dios con constancia; continuamente. Dan. 6:16,
20.
El era fiel y no hubo falta ni vicio en el. Dan. 6:14.
Daniel pudo haber evitado la persecución orando en secreto.
Pues Dios también escucha las oraciones que hacemos en secreto. Salmos 19:14.
Pero esa actitud hubiese equivalido a una transgresión. Pues
todos conocían su costumbre de oración. Si la hubiese interrumpido, o si
hubiese orado con las ventanas cerradas en oculto, la conclusión hubiese sido
que Daniel teme a los hombres por encima de Dios.
De la misma manera, los tres muchachos hebreos hubiesen
podido decidir arrodillarse frente a la estatua de oro para salvar sus vidas
frente al horno de fuego, pero “orar al Dios verdadero”. Pero también esto
hubiese sido una transgresión. Pues hubiesen hecho creer a todos los presentes
que ellos también aceptaron la adoración de la estatua dorada. Vea Dan. 3.
Daniel creyó en las palabras del salmista que dice “El Señor
está conmigo; no temeré lo que me pueda hacer el hombre.” Sal. 118:6. Daniel
era un hijo de Dios que realmente vivía según los principios del Señor:
“Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los
que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os
ultrajan y os persiguen.” Mat. 5:44.
Y nosotros debemos tomarle como ejemplo y hacer lo mismo.
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