Una esposa para Caín y las condiciones del mundo
antediluviano
La Biblia dice que Caín no solo encontró una esposa sino
también edificó una ciudad. Gén. 4:17. La pregunta es ¿de dónde obtuvo su
esposa y quiénes eran esas personas que se unieron a él edificando la primera
ciudad del mundo? Para entender estos aspectos hay que analizar el contexto del
mundo antediluviano.
Caín y Abel1había hecho al hombre originalmente para que
viva por siempre. Desafortunadamente se unió a la rebelión de los ángeles
caídos y ya no tuvo acceso al árbol de la vida y se convirtió mortal. Gén.
3:24. Pero en aquel entonces todavía eran grandes, sanos e inteligentes. Con
seguridad utilizaban todavía el 100% de su capacidad cerebral. No había ninguna
herencia de enfermedad degenerativa pues los habitantes del mundo antediluviano
habían salido recién de las manos del Creador. Además no había contaminación y
el clima era aún paradisíaco. Es por eso que vivían todavía muchos siglos. Eran
longevos. Las genealogías de Génesis capítulo 5 muestran las edades de varios
de los antediluvianos de la descendencia de Set. 930 años, 912 años, 905 años,
910 años, 895 años, 962 años, 969 años y 777 años.
En contraste hoy en día, después de 6000 años de decadencia,
somos pequeños, enfermos, no muy inteligentes (utilizamos apenas unos cuantos
porcientos de nuestra capacidad cerebral) y vivimos generalmente ni siquiera un
siglo. Aún así el hombre moderno se cree irónicamente lo máximo.
Por causa de la maldad de los hombres, Dios limitó la vida
de los humanos a máximo 120 años. Gén. 6:3. Hoy en día se escucha de vez en
cuando de alguien en alguna parte del mundo que alcanza esa edad. Pero no se
escucha de personas que viven 130, 140 o más años.
Pero volveremos a buscar la esposa de Caín y los
colaboradores en la construcción de su ciudad.
Aparte de Caín, Abel y Set; Adán y Eva tuvieron otros hijos
e hijas. Gén. 5:4. La Genealogía de Gén. 5 muestra que todos los descendientes
tuvieron otros hijos e hijas a parte de su primogénito. Con seguridad las
parejas fueron muy fértiles y pudieron reproducirse mínimamente por la mitad de
sus vidas como ocurre hoy en día.
La vida promedia de los antediluvianos era de 900 años. Las
parejas tuvieron su primer hijo en promedio a los 50 años. Si tuvieron a partir
de entonces un hijo cada cinco años durante la mitad de sus vidas (450 años),
entonces es fácil calcular que al cabo de vida de Adán (930 años) ya vivían
varios miles de millones de personas en la tierra. El crecimiento poblacional
era inmenso.
Si Caín se casó a los 200 años ya tenía decenas de mujeres
de las cuales escoger. Si esperó otros 200 años para construir una ciudad tuvo
por lo menos varios miles de personas para ayudarle.
El problema del incesto
Ya que todos eran descendientes de Adán y Eva, Caín mismo o
uno de sus hermanos tuvieron que casarse con una hermana. Parece una violación
de las leyes de Levítico 18 que prohíben el matrimonio entre hermanos y
hermanas. Pero esas leyes están en su contexto histórico.
El libro del Génesis prohíbe solamente relaciones entre
padres y sus hijos. Gén. 19:31-38. En ningún lugar prohíbe a un hombre casarse
con su hermana o sobrina. Abraham por ejemplo se casó con su media hermana sin
problema. Gén. 20:12. Recién en el tiempo de Moisés se establecieron leyes
prohibiendo a un hombre casarse con su hermana o sobrina. Hace perfecto sentido
biológico, pues defectos genéticos por matrimonios dentro del mismo círculo
familiar recién comenzaron a haber después de muchas generaciones de
degeneración.
Hijos de Dios e hijas de los hombres
Como ya vimos, las dos descendencias vivían y crecieron
inicialmente separadas geográficamente una de la otra. Mientras tanto la
descendencia de la mujer (los descendientes de Set) se mantenía bastante pura
espiritualmente. Fueron llamados los hijos de Dios. Gén. 6:2; Juan 1:12; 1 Juan
3:1; Luc. 20:35, 36. De paso sea dicho que también los ángeles fieles y leales
se llaman “hijos de Dios”. Job 1:6; 38:7. Pues nuestro Padre espiritual común
es Dios, nuestro Creador.
Al mismo tiempo la Palabra de Dios llama a los descendientes
del rebelde Caín, las hijas de los hombres en contraste con “los hijos de
Dios”. Gén. 6:2, 4. “Hijas de los hombres” es el equivalente a los otros
términos que la Biblia utiliza para designar la descendencia de la serpiente:
“hijos del diablo”, “hijos de ira” o “hijos de maldición”. 1 Juan 3:10; Ef.
2:2, 3; 2 Pedro. 2:12-14.
Mientras que ambas descendencias vivían apartadas se
mantenían bastante puras espiritualmente hablando. Pero desafortunadamente “los
hijos de Dios” se alejaron de los santos principios y se unieron a “las hijas
de los hombres”. Gén. 6:1, 2.
La mezcla trajo la decadencia y la ruina
Dios prohíbe que los “hijos de Dios” se unan con los
incrédulos (los hijos del diablo) en yugo desigual. “Pues ¿qué compañerismo
tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?”
2 Cor. 6:14, 15. Vea también 1 Cor. 10:20, 21.
Recién después de la mezcla prohibida, la decadencia
espiritual y moral creció. La Biblia nos revela el aumento incontrolable de la
maldad en la tierra antediluviana y que “todo designio de los pensamientos del
corazón de ellos era de continuo solamente en mal.” Gén. 6:5. Recién después de
la mezcla decadente, Dios decide limitar la vida humana a 120 años y la
destrucción del mundo antediluviano mediante un diluvio. Gén. 6:2, 3, 5-7.
Dios permitió el primer “fin del mundo” durante el diluvio.
Pero no todos los habitantes se habían corrompido. Dios dio a la humanidad una
segunda oportunidad mediante la familia consagrada de Noé. Gén. 6:8, 9. Esto
veremos en el siguiente tema con más detalle.
El diablo es sumamente religioso
Como ya vimos, el diablo desea ser como Dios, levantar su
trono, dictar sus leyes y recibir adoración. Pero mientras los seres
inteligentes obedecen a Dios (su voluntad, su palabra; sus mandamientos) tienen
seguridad espiritual, pues adoran al verdadero Dios (Creador de los cielos y de
la tierra), y el diablo no consigue la adoración de ellos. Por eso los incita a
pecar. 1 Juan 3:4. Una vez que desobedecen a Dios, se unen a la rebelión y se
someten a la autoridad del diablo. El diablo tiene su propia religión. Ap. 2:9.
Pero a la vez imita la verdadera religión de Cristo haciéndose pasar por él y
convirtiéndose en la esencia misma del “anticristo”. 2 Tes. 2:3, 4. De paso sea
dicho que “anticristo” significa a la vez en lugar de Cristo y en contra de
Cristo.
Mucha gente piensa que por el hecho de estar en un lugar
“santo” (templo, iglesia o sinagoga, etc.) o el hecho de escuchar algún
“religioso” (pastor, sacerdote o rabino, etc.) está seguro del diablo. Pero es
una falsa seguridad. Vea Jer. 7:4. Durante la segunda tentación de Cristo en el
desierto, el diablo le llevó a la pináculo del templo de la santa ciudad
Jerusalén y le leyó un pasaje de Biblia (Salmos 91:11, 12). ¡Pero malinterpretó
el pasaje insinuando a Cristo al suicidio, pues en ningún lugar del Salmo 91
dice que hay que lanzarse de un edificio!
Cristo rechazó cada tentación del enemigo con un firme
“Escrito está”. Mateo 4:4, 7, 10.
¡Escrito está!
Jesús se defendió en cada tentación de esta misma manera,
basándose en lo que está escrito en la Palabra de Dios. Mateo 4:4, 7, 10.
¡Tenemos un gran problema si no sabemos lo que está escrito!
¿Cómo nos defenderemos? ¿Cómo sabremos diferenciar la verdad
del error? Seremos engañados con facilidad si no conocemos ampliamente la
Palabra de Dios. Es por eso que estudiamos la Biblia en su contexto general con
seriedad y profundidad pues toda ella es inspirada por Dios (desde el Génesis
hasta el Apocalipsis). Vea Mateo 4:4; 2 Tim. 3:15, 16.
El diablo utiliza fenómenos sobrenaturales / falsos
milagros / señales engañosas
Las tentaciones de Satanás se vuelven aún más engañosas si
tomamos en cuenta que son acompañadas por manifestaciones sobrenaturales. Cada
tentación que tuvo que soportar Cristo en el desierto estaba acompañada de algo
sobrenatural. La primera trataba de la transformación milagrosa de una piedra
en pan. En la segunda el diablo (que se llama en este pasaje también el
tentador) llevó a Jesús milagrosamente al pináculo del templo de Jerusalén. Y
en la tercera el diablo le mostró en visión milagrosa los reinos del mundo y su
gloria. Mateo 4:3-10
Recordemos que a Eva el diablo se presentó en el jardín Edén
como una maravillosa serpiente que hablaba milagrosamente. Gén. 3:1.
¡Seamos conscientes que hay milagros verdaderos de Dios y
milagros falsos del diablo! El diablo tiene bastante poder. Pero su poder es
mucho inferior al poder de Dios.
Recordemos la confrontación entre Moisés en Egipto y los
magos, encantadores y hechiceros del Faraón. La vara de Moisés se convirtió en
serpiente y los magos del Faraón imitaron el milagro con sus varas. Pero la
serpiente de Moisés se comió a las serpientes de los magos, mostrando la
superioridad. Después Dios convirtió las aguas en sangre mediante su siervo
Moisés, y los magos lo volvieron a imitar. A continuación Dios hizo subir ranas
y los hechiceros lo volvieron a imitar una vez más. Vea Éxodo 7 y 8. Pero hasta
ahí no más llegó el poder del enemigo. La tercera plaga, el diablo ya no pudo
imitar mediante sus secuaces humanos. Éxodo 8:18.
Recordemos a Job. Dios permitió que el diablo toque su
familia y sus pertenencias para demostrar que Job es fiel por convicción y no
por conveniencia. Vea Job 1. Lo curioso es que el mensajero de Job pensaba que
era “fuego de Dios” que cayó del cielo, cuando en realidad era el diablo que lo
había realizado. Job 1:16. Cuando sucede algo sobrenatural, muchas personas
piensan automáticamente que proviene de Dios. ¡Pero no hay que creer
inmediatamente que las cosas sobrenaturales son necesariamente de Dios!
¡Hay que probar los espíritus si son de Dios o no, como dice
San Juan! “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son
de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo.” 1 Juan 4:1.
San Pablo nos advierte de los ángeles caídos que pueden
aparecer y hacerse pasar por ángeles de Dios y traer un mensaje opuesto o
contrario al que hemos recibido del Señor. Si eso ocurre, debemos rechazarlo y
el falso mensajero debe ser anatema (del griego = maldito). Gál. 1:6-8.
Muchos cristianos en el fin del tiempo pensarán hacer las
cosas de Dios. Harán grandes milagros, señales y prodigios. Pero Dios los
rechaza diciéndolos que no hacen la voluntad de Dios y que son “hacedores de
maldad” (en griego anomía = transgresores de la ley). Es terrible saber que hay
muchos falsos milagros en el seno de la Cristiandad. Mateo 7:21-23.
Dios nos revela en su Palabra los engaños finales que el
diablo realizará a nivel mundial. Hará grandes señales. Nuevamente hará caer
“fuego del cielo delante de los hombres” y engañará a los moradores de la
tierra con esas señales, induciéndolos a una falsa adoración. Vea Ap. 13:12-14.
Recuerde que el diablo engaña al mundo entero. 12:7-9.
6000 años
Según las genealogías bíblicas del Génesis, el conflicto en
la tierra inició hace aprox. 6000 años, desde la caída del hombre en pecado y
su destierro del paraíso. La primera fase hasta la muerte del hijo de Dios en
la cruz duró aprox. 4000 años. Ahora nos encontramos en la segunda fase del
gran conflicto entre el bien y el mal, que ya dura aprox. 2000 años.
¡Las Sagradas Escrituras dicen que el diablo sabe que tiene
poco tiempo! Ap. 12:12. Su tiempo se le acaba lento pero seguro desde que
perdió la batalla, derramando la sangre del Cordero de Dios en la cruz. Vea Ap.
12:11, 12. Comparando con la eternidad, 2000 años son poco tiempo para un ser
que antes gozaba inmortalidad cuando aún estaba en harmonía con su Creador.
Las 100 ovejas
En temas anteriores vimos que hay muchos lugares habitados
en el universo. Vea Ap. 12:12. Pero solo un mundo se unió a la rebelión
enteramente. Solamente la tierra cayó completamente (100%) en los engaños del
diablo. Ap. 12:9.
No sabemos cuántos mundos habitados existen en el universo,
pero Jesús lo ilustra mediante la parábola de las 100 ovejas. Cristo dejó atrás
las 99 para rescatar aquella que se había perdido.
Simbólicamente eran 99 mundos que no se habían rebelado,
sino que se mantuvieron lealmente con el Creador (con Su palabra, Su voluntad y
sus leyes). Cristo vino a rescatar aquel mundo solitario que se había perdido.
Mateo 18:11-14.
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a
este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no
le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que
le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios.” Juan 1:9-12.
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