“Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:11).
En los mensajes a las siete iglesias dados por Jesucristo en Apocalipsis hay una insistencia que se repite de distintas maneras: guardar, retener, prevalecer, etcétera, siempre como admonición para que el creyente adopte una posición firme en las pruebas que sufre o con respecto a la verdad que posee: “Sé fiel hasta la muerte”, “Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído”, “Retén lo que tienes”. Estos mismos imperativos los encontramos en las Epístolas de Pablo: “Estad firmes y retened la doctrina que habéis aprendido” (2 Tes. 2:15), “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra fe” (Heb. 10:23), “Retén la forma de las sanas palabras” (2 Tim. 1:13).
Es interesante comprobar que el significado del verbo kratéo, empleado en el imperativo “retén”, es “ser fuerte”, pero también puede significar “defender” y en otros pasajes se ha traducido por “prevalecer”, “vencer”. El mensaje del Apocalipsis quiere decir que debemos conservar y defender lo que nos pertenece, como un soldado defiende su puesto de guardia. ¿Por qué? Porque hay peligros reales que amenazan el depósito sagrado que Dios ha confiado a la iglesia.
Un peligro que acecha al pueblo de Dios es la incredulidad: “Una línea de incredulidad se extiende a través del continente, y está en comunicación con la iglesia de Dios” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 274). La duda, el escepticismo o el rechazo abierto de verdades fundamentales confiadas a la iglesia remanente, como la doctrina del santuario y todas sus implicaciones proféticas, la verdad de los dones espirituales y su manifestación en Elena de White, la iglesia, su organización y su autoridad, parecen ser objeto hoy de especiales ataques desde dentro y fuera de la iglesia. Pero no lo olvidemos: “Ninguna de las ramas de la verdad, que han hecho al pueblo adventista del séptimo día lo que es debe debilitarse. […] debemos permanecer firmes en la defensa de nuestros principios a plena vista del mundo” (El otro poder, p. 52).
Vivimos en una época de grandes disparates y zarandeo en cuestiones de la interpretación bíblica. Hay muchas tentaciones atractivas luchando por captar nuestra atención y distraernos de las cosas espirituales. Es muy fácil perder el rumbo cuando no sabemos retener nuestros principios cristianos.
Pidamos hoy al cielo que nos ayude a mantenernos leales a su Palabra y su verdad en estos momentos cruciales de la historia.
Tomado de: Lecturas devocionales para Adultos 2015
“Pero hay un Dios en los Cielos”
“Pero hay un Dios en los Cielos”
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