Por: Chantal J. Klingbeil
N o hace mucho tiempo, podíamos haber esperado casarnos en el mismo pueblo donde nacimos y crecimos. Probablemente, nuestro cónyuge habría sido el muchacho o la muchacha de la casa de al lado. Naturalmente, habríamos sido de la misma raza y cultura, y habríamos hablado el mismo idioma. Esto no sucede más. Con la migración global y las comunicaciones modernas, nos mezclamos y juntamos como nunca antes. Además, la Iglesia guardadora del sábado se ha expandido enormemente por todo el mundo, uniendo a personas de diferentes razas, culturas e idiomas, lo cual trae al tapete el asunto de los matrimonios mixtos. ¿Dice la Biblia algo acerca de esto?
Los matrimonios mixtos en la Biblia
Los capítulos 1 y 2 de Génesis registran cómo Dios instituyó el matrimonio y este hecho establece ciertos principios que distinguen al matrimonio temeroso de Dios como diferente de los otros matrimonios. Dios estuvo involucrado en la elección del futuro cónyuge. Adán y Eva fueron creados el uno para el otro, y los dos llegaron a ser una sola carne. ¿Es posible que tú seas “una carne” con alguien que no ame y sirva a Dios, sin que dejes de servir y amar a Dios (Esdras 9:10 -14)? Si tú pudieras mantenerte fiel a Dios, ¿habría alguna seguridad de que la herencia religiosa que debieras dar a tus hijos no sería atenuada o perdida?
El Antiguo Testamento critica y prohíbe categóricamente el casamiento de los hijos de Israel con las personas de las naciones aledañas. La prohibición (Deuteronomio 7:3; ver también Esdras 9 y Nehemías 13) es repetida en cada reavivamiento importante en Israel (ver Esdras 9; Nehemías 13). Algunos de estos entredichos podrían parecer prejuiciados en nuestro mundo moderno. Pero debemos recordar que los matrimonios mixtos fueron instrumentos del enemigo para mantener a los hijos de Dios alejados de su propósito y misión primarios. Por ejemplo, cuando Balaam no pudo maldecir lo que Dios había bendecido, el enemigo dispuso de otra arma al hacer que el rey de Moab indujera a los israelitas a mezclarse sexualmente con su pueblo. Él quería que Israel llegara a ser una sola carne con personas que no amaban a Dios para que el propósito y la misión de Dios quedaran frustrados. El resultado para Israel fue desastroso (ver Números 25).
En Nehemías 13:23,24 se establece una conexión interesante entre la religión y la cultura. “Vi asimismo en aquellos días a judíos que habían tomado mujeres de Asdod, amonitas, y moabitas; y la mitad de sus hijos hablaban la lengua de Asdod, porque no sabían hablar judaico, sino que hablaban conforme a la lengua de cada pueblo (RVR 1960)”. El hecho de que estos hijos no hablaran la lengua de Judá fue suficiente razón para que Nehemías los reprendiera y maldijera (Nehemías 13:25). Nehemías mismo, como copero del rey, seguramente hablaba el idioma persa y el arameo con soltura, por ende su reacción no podría haber sido en contra de los idiomas extranjeros. El meollo del problema es que si los hijos no hablaban la lengua de Judá, ¿cómo podrían nutrirse de su religión cuya Escritura y práctica eran en aquel idioma?
Por lo tanto, la religión es la clave para comprender la prohibición contra los casamientos mixtos. El Antiguo Testamento está lleno de ejemplos de extranjeros que aceptaron al Dios de Israel y cuyo matrimonio con israelitas fue aprobado. Consideremos la historia de Rut la moabita, quien aceptó al Dios de Israel (Rut 1:16) y debido a su casamiento con un nativo de Belén llegó a formar parte del linaje de Jesús (Mateo 1:5). En forma similar se incluye en la genealogía de Cristo a Rahab, la ramera cananea, que se convirtió y después de la caída de Jericó, contrajo nupcias con Salmón (Mateo 1:5). La devoción y el compromiso con el Dios de Israel parecen erradicar completamente las barreras de la nacionalidad y abrir el camino para la asimilación.
La Biblia también se refiere al prejuicio racial en el casamiento. Moisés se casó con Séfora, una madianita, aunque ella era una adoradora de Dios. Pero, porque su cutis era oscuro y su raza era diferente, María, la hermana mayor de Moisés, la trató con desprecio. El asunto se convirtió en un conflicto serio de autoridad y Dios tuvo que intervenir castigando severamente a María.
Por otra parte, el Nuevo Testamento no dice mucho sobre casamientos culturales o raciales mixtos, pero sí declara que el matrimonio con incrédulos está prohibido. Escribiendo a la iglesia de Corinto, una congregación culturalmente mixta, Pablo da una advertencia contra los connubios religiosamente mixtos: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Corintios 6:14, RVR 1960).
Qué dice Elena White
Elena de White tiene mucho para decir sobre el casamiento y la elección de un compañero para el matrimonio.1 Ella da consejos importantes para establecher matrimonios felices y exitosos. Asimismo, nos recuerda que no solamente debemos pensar en nuestra felicidad, sino también en la salud y felicidad de nuestros futuros hijos. De acuerdo con la enseñanza bíblica, ella escribió explícitamente en contra de casarse con alguien que no ama y sirve completamente a Dios.2 Para Elena White la compatibilidad era esencial para la felicidad, por eso escribió: “Muchos descubren demasiado tarde que no se adaptan el uno al otro y el resultado de su unión es una vida miserable”.3 Entre otras cosas, ella también trató brevemente el asunto de matrimonios interraciales. Aunque el ambiente posterior a la guerra civil norteamericana y la reciente abolición de la esclavitud constituyeron el trasfondo de su consejo, se pueden extraer dos principios importantes. Primero, cualquier pareja que planee casarse, especialmente un matrimonio cultural o racial mixto, debería estudiar si su connubio producirá “controversia y confusión” en el hogar, en la iglesia o en la sociedad en general. Segundo, la pareja debe pensar no solamente en sí misma, sino también en la herencia cultural y racial que dará a sus hijos en la comunidad particular en que viva.4
La voz de la experiencia
Hace poco envié un cuestionario a varios amigos que tienen matrimonios culturales y raciales mixtos. Las trece parejas que respondieron son de distintos continentes. Las mezclas culturales, idiomáticas y raciales son realmente impresionantes. Todos los consortes son cristianos practicantes y están casados entre siete meses hasta quince años, y algunos tienen hijos.
¿Eran ustedes conscientes de las diferencias culturales y raciales cuando salían juntos, o eso les parecía irrelevante en ese momento?
- Las diferencias culturales y las similitudes me intrigaron. Yo siempre buscaba algo inusual y distinto, y me sentí feliz al encontrar a alguien que no era típico.
- Las diferencias nos parecían irrelevantes en ese momento.
- Éramos conscientes que habría algunas diferencias, y tratamos de prepararnos para eso, pero no pensamos que serían un gran desafío, porque nuestra herencia espiritual era la misma.
- Uno es consciente de diferencias culturales y raciales. Pero aun si tú eres de la misma cultura o raza hay diferencias en la manera de pensar y actuar. Tal vez no haya muchas, pero las hay. Esto significa que uno tiene que esforzarse intensamente para mantener una comunicación fluida.
- Fueron irrelevantes. Nosotros nos conocimos mientras trabajábamos como misioneros en un país que era extranjero para ambos.
Después del casamiento, ¿las diferencias culturales se desvanecieron o se agudizaron?
- Las diferencias culturales se hicieron más prominentes después del matrimonio. Por ejemplo, uno asume que el otro sabe cómo comportarse de una manera culturalmente apropiada, pero eso no siempre es así.
- No, nosotros descubrimos que había tantas diferencias como esperábamos.
- Se desvanecieron. Por supuesto, nuestro matrimonio no fue un cuento de hadas. Tuvimos que esforzarnos mucho y mantenernos siempre conscientes de nuestras diferencias. La clave es hacer concesiones y ser considerados con el cónyuge.
- Al ser guardadores del sábado los dos, descubrimos que las mayores diferencias perdieron la importancia que pensábamos que iban a tener.
- Se hicieron más prominentes, no a causa de nuestras diferencias personales, sino porque nos fuimos a vivir al país de mi esposo.
¿Ustedes creen que es necesario aprender el idioma del cónyuge o vivir en su ambiente cultural a fin de comprenderlo?
- Si tu pareja tiene otro idioma, haz un esfuerzo por aprenderlo. Nunca lo lamentarás. El idioma puede ser menos importante que la relación, pero puede traer divisiones reales en los encuentros familiares, etc.
- Es importante conocer el origen, la educación y la cultura de tu cónyuge, ya que eso te ayudará a comprender por qué reacciona o piensa de cierta manera.
- Sí, aprender bien el idioma de tu cónyuge te ayudará a entenderlo mejor.
- Examinándolos y resolviéndolos. No insistas en “tu” derecho.
- Pedir a Dios que nos dé la habilidad para aceptar y amar a nuestro cónyuge por lo que es y no tratar de cambiarlo para tratar de imponer nuestras expectativas.
- Los discutimos y tratamos de entendernos. O sólo hablamos y nos reímos de ellos.
- Tratamos de mantener la calma. Si las cosas se vuelven pendencieras, nos separamos y oramos por el asunto, y luego nos reunimos y hablamos de nuevo.
- ¿Sus familias apoyaron activamente su matrimonio?
- Al principio, no. Después, aprendieron a amar a mi esposo. Su madre me aceptó en seguida, pero a veces mostraba su descontento y hasta hacía comentarios raciales.
- La familia de mi esposo se puso muy feliz con nuestro casamiento. Ellos nos ayudaron con los planes para la boda. Mi familia solamente dijo: “Está bien”.
- No inicialmente. La aceptación fue gradual.
- Sí, la conmoción inicial de la familia de mi marido se desvaneció rápidamente. Una cosa que ha sido muy dura es tener a nuestros padres muy lejos de nosotros.
¿Sienten que su iglesia ha aceptado y ha sido un sostén para su matrimonio?- Definitivamente. Eso es parte de la razón por la cual estamos juntos.
- Algunos miembros son muy sensibles por el hecho de que somos de diferentes razas. Dos años después de habernos casado, una miembro de nuestra iglesia se disculpó y confesó que ella pensaba que nuestro matrimonio no iba a funcionar.
- La mayoría sí, aunque hemos escuchado de personas de la iglesia que creen que los casamientos interraciales son “yugo desigual”, y por lo tanto no son correctos.
- Sí, pero al ser del mismo color la aceptación se hace mucho más fácil.
¿Qué efecto ha tenido su matrimonio mixto sobre sus hijos? ¿Qué herencia lingüística y cultural les darán? ¿Creen que eso será una ventaja o desventaja para ellos?- Los hijos sufren mucho al tratar de aprender y enfrentar los dos idiomas y culturas diferentes de sus padres.
- Habiendo venido de un hogar culturalmente mixto, creo que hay muchas ventajas, pues les da a los hijos una perspectiva más amplia de la vida.
- Los hijos están expuestos a ideas y formas diferentes de hacer las cosas a medida que crecen, y eso les ayuda a tener una mente más abierta.
- Nuestro hogar es multicultural. Nuestros niños se crían con las ideas y costumbres de nuestras culturas respectivas. Esperamos que eso influya para que ellos acepten más a otras personas.
¿Cuáles serían sus palabras finales para alguien que piensa en un noviazgo o matrimonio cultural y racialmente mixto?- Orar. Dios sabe mucho sobre la cultura. Comunicarse con la otra persona. Si te interesas en alguien de otra cultura, asegúrate de visitar su hogar y conocer a su familia. Las cosas pueden verse muy diferentes cuando se interactúa en un lugar no familiar.
- Más que las diferencias, pregúntense a sí mismos: ¿Amamos y honramos a Dios sobre todas las cosas?
- Buscar consejo antes de hacer la decisión final. Eso les ayuda a descubrir aquellas áreas que pueden llegar a ser una fuente de conflicto. Además, les ayuda a formular expectativas realistas del otro.
- Si son compatibles espiritualmente y tienen la misma formación religiosa, y están dispuestos a ser flexibles en muchas cosas, podrían resolver las diferencias.
- Es una cuestión de poca importancia si tu cultura o raza es heterogénea; pero si tu religión es diferente, es un gran problema. ¡Asegúrense de creer en el mismo Dios! Discutan sobre los hijos, la disciplina, la educación, los nombres de los hijos, sobre tener animales, acerca de cómo pasar el tiempo libre, los quehaceres del hogar, etc. Aprendan a comunicarse abierta y honestamente. Y estén preparados para aceptar un compromiso.
Sean flexibles y estén listos para reírse. Hablen con la familia y los amigos.
Traten de descubrir si la relación es la voluntad de ustedes o la voluntad de Dios.
Finalmente...
Si estás saliendo con alguien que no comparte tu amor a Dios y no pone a Dios en primer lugar en su vida, ¡ahora es tiempo de terminar esa relación! La Biblia no aprueba ese tipo de relación. No corras ese riesgo si anhelas tener un futuro feliz.
Entonces, si estás contemplando un noviazgo o un matrimonio intercultural y/o interracial con alguien que comparte tu amor y compromiso con Dios, ten en cuenta que tendrás que superar muchos prejuicios negativos y tomar varias decisiones fundamentales y difíciles. No obstante, bajo el control de Dios, no sólo puede ser posible sino también resultar en gozo y bendición.
Chantal J. Klingbeil es ama de casa y en su tiempo libre enseña lingüística en la Universidad del Plata, Argentina. E-mail: kling@uapar.edu
Notas y referencias
1. Se encuentra mucho material valioso en Elena White, Cartas a jóvenes enamorados (Buenos Aires: ACES, 1989) y Mensajes para los jóvenes (Buenos Aires: ACES, 1990).
2. Ver White, Mensajes para los jóvenes, pp. 437-440.
3. Elena White, Patriarcas y profetas (Buenos Aires: ACES, 1991), pp. 187.
4. Ver Elena White, Mensajes selectos, 3 vols. (Mountain View, California.: Publicaciones Interamericanas, 1981), 2:394-395.
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