Lección 3: Para el 18 de julio de 2015
LA MISIONERA INESPERADA
Sábado 11 de julio______________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Reyes 5; Marcos 1:40-45; 2 Reyes 2:1-15; Juan 15:5; Romanos 6:4-11; 6:1.
PARA MEMORIZAR:
“Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpiado, sino Naamán el sirio” (Luc. 4: 27).
EL LIBRO DE REYES, que cubre la historia de los reinos de Israel desde alrededor del año 970 a.C. hasta 560 a.C., registra eventos excitantes y dramáticos, y levantamientos políticos que afectaron al pueblo de Dios. En medio de estos informes están las historias de Elías y Eliseo, osados profetas de Dios, cuyas vidas captaron la imaginación de niños y adultos de toda época.
También es interesante notar las semejanzas entre el ministerio de Eliseo y el de Jesús. Ambos resucitaron muertos, limpiaron leprosos y alimentaron a muchos con poca comida.
Esta lección trata de uno de esos milagros: la curación de Naamán, un idólatra rico y muy orgulloso quien, en su gran necesidad, experimentó el poder del Dios vivo, por influencia del testimonio de una misionera inverosímil.
Entre las lecciones espirituales de este informe, hay un modelo de testificación intercultural en medio de tensiones y rivalidades internacionales. También vemos, en esta historia, un ejemplo del modo en que actúa el plan de salvación.
Los leprosos de Israel fueron pasados por alto en tiempo de Eliseo. Pero Naamán, noble pagano que había sido fiel a sus convicciones de lo recto y había sentido su gran necesidad de ayuda, estaba en condición de recibir los dones de la gracia de Dios. No solamente fué limpiado de su lepra, sino también bendecido con un conocimiento del verdadero Dios.
Nuestra situación delante de Dios depende, no de la cantidad de luz que hemos recibido, sino del empleo que damos a la que tenemos. Así, aun los paganos que eligen lo recto en la medida en que lo pueden distinguir, están en una condición más favorable que aquellos que tienen gran luz y profesan servir a Dios, pero desprecian la luz y por su vida diaria contradicen su profesión de fe (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 205, 206).
No sabemos en qué ramo de actividad serán llamados a servir nuestros hijos. Pasarán tal vez su vida dentro del círculo familiar; se dedicarán quizá a las vocaciones comunes de la vida, o irán a enseñar el Evangelio en las tierras paganas. Pero todos por igual son llamados a ser misioneros para Dios, dispensadores de misericordia para el mundo. Han de obtener una educación que les ayudará a mantenerse de parte de Cristo para servirle con abnegación.
Mientras los padres de aquella niña hebrea le enseñaban acerca de Dios, no sabían cuál sería su destino. Pero fueron fieles a su cometido; y en la casa del capitán del ejército sirio, su hija testificó por el Dios a quien había aprendido a honrar (Profetas y reyes, {PR}, p. 185).
La obra de Cristo al purificar al leproso de su terrible enfermedad es una ilustración de su obra de limpiar el alma de pecado. El hombre que se presentó a Jesús estaba “lleno de lepra.” El mortífero veneno impregnaba todo su cuerpo. Los discípulos trataron de impedir que su Maestro le tocase; porque el que tocaba un leproso se volvía inmundo. Pero al poner su mano sobre el leproso, Jesús no recibió ninguna contaminación. Su toque impartía un poder vivificador. La lepra fué quitada. Así sucede con la lepra del pecado, que es arraigada, mortífera e imposible de ser eliminada por el poder humano.“Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa ilesa, sino herida, hinchazón y podrida llaga.” Pero Jesús, al venir a morar en la humanidad, no se contamina. Su presencia tiene poder para sanar al pecador. Quien quiera caer a sus pies, diciendo con fe: “Señor, si quieres, puedes limpiarme,” oirá la respuesta: “Quiero: sé limpio.”
En algunos casos de curación, Jesús no concedió inmediatamente la bendición pedida. Pero en el caso del leproso, apenas hecha la súplica fué concedida. Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal vez la respuesta a nuestra oración sea dilatada, o Dios nos dé algo diferente de lo que pedimos, pero no sucede así cuando pedimos liberación del pecado. El quiere limpiarnos del pecado, hacernos hijos suyos y habilitarnos para vivir una vida santa (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 231, 232).
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Lección 3 // Domingo 12 de julio___________________
TENÍA TODO… PERO
“Naamán, jefe del ejército del rey de Siria, era un hombre de mucho prestigio y gozaba del favor de su rey porque por medio de él, el Señor le había dado victorias a su país. Era un soldado valiente, pero estaba enfermo de lepra” (2 Rey. 5:1).
Este versículo contiene no menos de cuatro descripciones o títulos que ponían a Naamán en el nivel más alto de la sociedad siria. Ejercía una influencia importante sobre el rey de Siria, era tenido en alta estima, era la mano derecha del rey en asuntos tanto religiosos como militares (vers. 18) y era extremadamente rico (vers. 5).
No obstante, el versículo 1 tiene un enorme “pero”. Todo el poder, el honor y la valentía empalidecían a la luz de la enfermedad más temida de aquellos días: la lepra. Y eso es exactamente lo que tenía este pobre hombre, el gran “pero” que arrojaba su oscura sombra sobre todo lo demás que había logrado. Esta enfermedad, sin embargo, lo puso en contacto con el profeta de Dios, y por medio de ese contacto llegó a ser un creyente en el Dios verdadero.
Lee Marcos 1:40 al 45, Lucas 8:41 al 56 y Marcos 2:1 al 12. A pesar del hecho obvio de que Jesús hizo curaciones milagrosas aquí, ¿cuál es el denominador común en estos informes? ¿Qué llevó a todas estas personas a Jesús?
40 Vino a él un leproso, rogándole; e hincada la rodilla, le dijo: Si quieres, puedes limpiarme. 41 Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió la mano y le tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. 42 Y así que él hubo hablado, al instante la lepra se fue de aquél, y quedó limpio. 43 Entonces le encargó rigurosamente, y le despidió luego, 44 y le dijo: Mira, no digas a nadie nada, sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu purificación lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos. 45 Pero ido él, comenzó a publicarlo mucho y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar abiertamente en la ciudad, sino que se quedaba fuera en los lugares desiertos; y venían a él de todas partes. Marcos 1
41 Entonces vino un varón llamado Jairo, que era principal de la sinagoga, y postrándose a los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; 42 porque tenía una hija única, como de doce años, que se estaba muriendo. Y mientras iba, la multitud le oprimía.43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. 47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. 48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. 49 Estaba hablando aún, cuando vino uno de casa del principal de la sinagoga a decirle: Tu hija ha muerto; no molestes más al Maestro.50 Oyéndolo Jesús, le respondió: No temas; cree solamente, y será salva. 51 Entrando en la casa, no dejó entrar a nadie consigo, sino a Pedro, a Jacobo, a Juan, y al padre y a la madre de la niña. 52 Y lloraban todos y hacían lamentación por ella. Pero él dijo: No lloréis; no está muerta, sino que duerme. 53 Y se burlaban de él, sabiendo que estaba muerta. 54 Mas él, tomándola de la mano, clamó diciendo: Muchacha, levántate.55 Entonces su espíritu volvió, e inmediatamente se levantó; y él mandó que se le diese de comer. 56 Y sus padres estaban atónitos; pero Jesús les mandó que a nadie dijesen lo que había sucedido. Lucas 8
1 Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días; y se oyó que estaba en casa. 2 E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. 3 Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. 4 Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. 5 Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. 6 Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: 7 ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? 8 Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? 9 ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa. Marcos 2
Los trastornos, las tragedias y los cambios en la vida personal hacen que los seres humanos estemos más abiertos a la verdad espiritual, y nos impulsan a buscar a Dios. Los desastres sociales, físicos, psicológicos, políticos u otros pueden llevar a las personas a la realidad de lo divino. Pérdidas personales, catástrofes nacionales y guerras son motivadores importantes que hacen que la gente busque un poder mayor que ella misma. La iglesia ha percibido, por mucho tiempo, que hay una mayor ganancia de almas en áreas donde la gente es golpeada por sufrimientos personales o de la sociedad.
En un nivel, Naamán parecía tenerlo todo; en otro nivel, era un hombre arruinado, sin mucha esperanza. ¿De qué manera somos como él, teniendo cosas buenas y cosas malas en nuestra vida? ¿En qué forma podemos aprender a permitir que ambas nos mantengan conectados con Dios?
Hay cuatro personajes sobresalientes en la historia de ésta semana, de los cuales vamos a estar aprendiendo importantes lecciones. Solo sabemos tres nombres de ellos: Naamán el comandante del ejercito Sirio, El profeta Eliseo, Giesi el siervo del profeta Eliseo y la niña Hebrea esclava.
La historia del gran capitán sirio, quién fue curado de lepra y fue traído al conocimiento del Dios verdadero por medio de una niña hebrea cautiva quien lo dirigió a Elíseo, es una de las historias más hermosas del evangelio de Jesucristo en el Antiguo Testamento. Jesucristo recordó ésta historia en el Nuevo Testamento cuando estaba en Nazareth, explicando que muchas veces los que poseen directamente los privilegios del evangelio, casi nunca saben como tomar ventaja y apoderarse de tantas bendiciones y promesas que hay en la Palabra de Dios.
Podemos mencionar por lo menos cinco características importantes de Naamán:
1-Era General del ejército sirio
2-Era un varón muy grande delante de su señor
3-Era muy honorable y tenido en alta estima; “…porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria.” Esta frase demuestra uno de los errores del pueblo judío con respecto a como los judíos veían a Dios. Los judíos veían a Dios como un Dios nacional, los judíos veían a Dios como una propiedad ó patrimonio de la nación judía, pero aquí encontramos que la providencia de Dios se extiende a todas las naciones también. Era Dios quien le había dado las victorias a Naamán, no era su dios Rimón, la grandeza, las fuerzas, el honor, el valor, la admiración la estima que la gente le tenía a Naamán, era el resultado directo de la intervención de Dios en la vida de Naamán,
4-Era un hombre muy valiente en extremo
5- Era muy rico
6-Era leproso; y esto arruinó todas sus grandezas y posesiones. La lepra era una enfermedad detestable, hereditaria, contagiosa, dolorosa y fatal. La lepra era la cruz que llevar en la vida de Naamán, era la gota de veneno en su copa, era el gusano que estaba en las raíces de su prosperidad. La lepra había arruinado todo, de tal manera que aún el soldado de más bajo rango y humilde del ejercito sirio nunca hubiera estado disponible a cambiar de puesto con Naamán. Hay muy pocas vidas en ésta tierra que no tienen una cruz que cargar, aún esas vidas que se ven muy envidiables, tienen una cruz secreta que tiene que cargar día a día en éste mundo. No toma mucho para que algo nos robe la felicidad de ésta tierra y nos quite esa luz dorada que muchas veces acompaña nuestras vidas, debido a ésta verdad, siempre tenemos que tratar de buscar nuestra felicidad en esa cosas que perduran por la eternidad.
Pero la cruz de Naamán estaba en la mira de la misericordia divina, Naamán pudo repetir con toda claridad las palabras de Salmos 119: 71; “Bueno me es haber sido humillado, para que aprenda tus estatutos” El sufrimiento de Naamán llegó a ser su salvación, Dios llevó a Naamán ante la curiosa y penetrante mirada de una pequeña esclava hebrea. La niña esclava tenía un valioso secreto que el gran Naamán no sabía y tampoco tenía. Ese secreto era más valioso que el oro y la plata, Naamán también pudo repetir el siguiente versículo de Salmos 119: “Mejor me es la ley de tu boca que millares de oro y plata“
Esta pequeña esclava había sido llevada para servir a la esposa de Naamán, de la misma manera que José fue llevado a servir a la esposa de Potifar.
Esta pequeña esclava había sido llevada para servir a la esposa de Naamán, de la misma manera que José fue llevado a servir a la esposa de Potifar.
3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una muchacha que es de la tierra de Israel. 5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. 6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra.7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí.
Las noticias de la niña esclava estaba siendo una noticia internacional, comenzó con la esposa de Naamán, llegó a Naamán, luego al rey de Siria, siguió al rey de Israel, hasta que por último llegó a la persona correcta que era Elíseo.
El rey de Siria, tomó cartas en el asunto para asegurarse de la sanación de Naamán, y mandó a Naamán a Israel con la pompa y la grandeza de su imperio y con una carta a la persona equivocada.
¿Porqué se enojó el rey de Israel, cuando recibió la carta?
1-El problema de la carta al rey de Israel era que estaba escrita con arrogancia: el tono de la carta sin ninguna duda denotaba una orden, anunciaba abruptamente la llegada de Naamán, demandaba la aceptación de Naamán obligatoria-mente y lo peor del caso era que demandaba la sanación de Naamán. La carta era de parte de un rey vencedor a un rey vencido, le recordaba al rey de Israel la derrota que había sufrido Israel en Ramot De Galaad a manos del rey sirio.
2-El problema de la carta al rey de Israel era que estaba escrita con la ignorancia de un pagano: El rey de Siria escribió al rey de Israel como si en él residía el poder de dar vida ó dar muerte. El rey de Siria creía que el rey de Israel tenía el poder y la autoridad para obligar a Elíseo a dar la sanación a Naamán, como él lo estaba ordenando. De ésta manera hacía responsable al rey de Israel de la sanación de Naamán. El rey de Siria tenía la noción, que el rey de una nación era el supremo del país inclusive en los asuntos religiosos. El rey de Siria creía que los dirigentes religiosos tenían que aceptar las ordenes de todo aquel que se sentara en el trono. El rey de Siria pasó por alto las palabras de la niña esclava que dijo: “…Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra.”
3-El problema de la carta es que estaba acompañada con muchas riquezas: “Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos” Esta fuerte suma de riquezas era la señal y la prueba suficiente para comprar un milagro. Esta es otra de las ideas paganas que se ha transmitido hasta nuestros días, en creer que todo se compra con dinero. Elíseo pensó diferente con las riquezas después que el milagro fue hecho. Simón el mago quiso comprar con dinero el poder para hacer milagros. Hay bendiciones que están más allá del alcance del dinero: “A todos los sedientos: Venid a las aguas. Y los que no tienen dinero, venid, comprad, y comed. Venid, comprad, sin dinero y sin precio, vino y leche.” Isaías 55: 1Dios manda pruebas para saber quiénes permanecerán fieles cuando se hallen expuestos a la tentación. Coloca a cada uno en situaciones difíciles para ver si confiará en una potencia superior. Cada uno posee rasgos de carácter todavía ignorados y que deben ser puestos en evidencia por la prueba. Dios permite que aquellos que confían en sí mismos sean gravemente tentados, a fin de que puedan comprender su incapacidad.
Cuando sobrevienen pruebas; cuando vemos delante de nosotros, no una gran prosperidad, sino, por el contrario, una situación que exige algún sacrificio de parte de todos, ¿cómo recibimos las insinuaciones de Satanás de que nos esperan momentos extremadamente penosos? Si escuchamos lo que él nos sugiere, perderemos nuestra confianza en Dios. En un tiempo tal, debemos recordar que Dios cuida siempre de sus instituciones. Debemos considerar la obra que realizó y las reformas que hizo. Debemos juntar las pruebas de las bendiciones del cielo, las bendiciones ya recibidas de lo alto, y decir: “Señor, creemos en ti (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 201, 202).
Cuando lleguen las pruebas, recordad que éstas son enviadas para vuestro bien… Cuando las pruebas y tribulaciones os aflijan, recordad que fueron enviadas para que pudierais recibir renovada fuerza y mayor humildad de manos del Señor de la gloria, a fin de que él pudiera bendeciros libremente y apoyarnos y sosteneros. Con fe y con la esperanza “que no avergüenza , aferraos a las promesas de Dios.
Que bueno es el Señor con nosotros! Con cuanta seguridad podemos confiar en él! Él nos llama sus hijitos. Acudamos pues a él como un padre cariñoso. Él desea que los brillantes rayos de su justicia irradien de nuestro rostro, palabras y acciones. Si nos amáramos unos a otros como Cristo nos amó, desaparecerían las vallas que nos separan de Dios y muchos obstáculos que impiden que el Espíritu de Dios fluya de un corazón a otro… Confiad en él con todo vuestro corazón. Él os llevará junto con vuestras cargas(Meditaciones matinales 1952, p. 190).
Llamo vuestra atención a estas bendiciones que provienen de la dadivosa mano de Dios. Que las frescas glorias de cada nueva mañana despierten en vuestros corazones la alabanza por estas expresiones de amoroso cuidado. Pero si nuestro bondadoso Padre celestial nos ha dado tantas cosas para fomentar nuestra felicidad, también nos ha dado bendiciones inesperadas. El comprende las necesidades del hombre caído; y mientras que nos ha dado provechos por un lado, por otro hay inconveniencias cuyo propósito es estimularnos para usar la capacidad que él nos ha dado. Estas inconveniencias desarrollan en nosotros el esmero, la perseverancia y el valor.
Hay males que el hombre puede aminorar, pero que nunca puede eliminar. Ha de vencer los obstáculos y forjar su ambiente en lugar de ser amoldado por ellos. Tiene lugar suficiente para ejercitar sus talentos y extraer orden y armonía de la confusión. Al hacer esta obra puede disfrutar de la ayuda divina, si la reclama. No se le deja luchar con las tentaciones y pruebas con sus propias fuerzas. Aquel que es poderoso es capaz de ayudar. Jesús dejó las mansiones reales del cielo y sufrió y murió en un mundo degradado por el pecado con el fin de enseñarle al hombre cómo pasar por las luchas de la vida y vencer sus tentaciones. He ahí un ejemplo para nosotros (Testimonios para la Iglesia, {TI}, t. 5, p. 292).
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Lunes 13 de julio // Lección 3_____________________
UNA TESTIGO INVEROSÍMIL
Lee 2 Reyes 5:1 al 7. ¿Qué se cuenta en este pasaje? ¿Por qué los sirios habrán escuchado lo que esta esclava cautiva tenía para decir? ¿Cuáles podrían ser las implicaciones de lo que sucedía?
1 Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. 2 Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. 3 Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra. 4 Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dichouna muchacha que es de la tierra de Israel. 5 Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió, pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas de vestidos. 6 Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su lepra. 7 Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra? Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí. 2 Reyes 5
La Biblia no nos da detalles de cómo esta niña actuaba en el hogar, pero había algo en ella que captó la atención de la familia. Piensa en esto: por la palabra de esta niña cautiva en esa casa, un líder militar rico y poderoso fue a su rey, le contó lo que ella le había dicho, y el rey le dio permiso para ir. Más aún, lo cargó con regalos para llevar al profeta. Obviamente, sucedieron más cosas de las que se indican en los textos. No obstante, el agente para plantar el conocimiento de Dios en el gobierno de Siria fue esta esclava niña hebrea, de la que no se sabe ni el nombre, que había sido cruelmente arrancada de su hogar por una incursión militar. En lugar de abatirse por la crueldad de ese acto y por su esclavitud, ella compartió su fe inconmovible en el poder que Dios tiene para cambiar vidas, y quien obraba por medio del profeta Eliseo en Samaria (vers. 3). Así como Daniel y sus compañeros en Babilonia, ella fue capaz de transformar su propia adversidad en una manera de glorificar a Dios, y de este modo Dios transformó su cautividad en una oportunidad de compartir su fe. Según Elena de White, “la conducta de la niña cautiva en aquel hogar pagano constituye un testimonio categórico del poder que tiene la primera educación recibida en el hogar” (PR 184).
¿Qué debe decirnos esto acerca del modo en que nuestra fe, nuestro estilo de vida y nuestras acciones pueden atraer a otros hacia las verdades que se nos han confiado?
Lo que también intriga en esta historia es la reacción del rey de Israel al recibir la carta.¿Soy yo Dios? ¿Puedo sanar la lepra? Sus palabras revelan cuán temida era esta enfermedad y por qué solo un milagro podría producir una curación. Por cualquier razón que fuere, la carta implicaba la expectativa de que el rey debía dar la sanidad. Él sabía que no podía hacer eso, y así pensó que era solo una trampa para producir dificultades.
“La niña esclava” es un título no muy ilustre, no muy halagador, esa es la única descripción de ésta niña, penosamente el escritor bíblico no registró su nombre, quizás nunca supo su nombre.
La niña esclava y Elíseo son muy parecidos en su actuación con respecto al milagro de Naamán. La humildad, la sencillez, y el deseo de ayudar desinteresada-mente son unas de las características de ellos dos.
La niña esclava, estando lejos del hogar, privada de su libertad, y forzada a trabajar para extraños, aún en esas condiciones nunca olvidó a Dios, no olvidó a su religión, ni tampoco olvidó a su profeta. Esta es una importante lección para nosotros que en nuestros días modernos, el viajar se ha vuelto tan común, tan fácil y muy rápido.
El comportamiento de ésta viajerita involuntaria, contrasta con los viajero modernos. nosotros tenemos un lema totalmente diferente cuando viajamos: “A donde fueres, haz lo que vieres”
La mayoría de nosotros cuando viajamos cometemos algunos errores garrafales: El primero de ellos es la transgresión del Sábado. Cuando tomamos vacaciones, aparentemente también tomamos vacaciones del día Sábado, nos olvidamos que Dios es el dueño del Sábado en cualquier lugar del mundo. Dejamos de asistir los días sábados a la iglesia, y si asistimos llegamos tarde. En todo lugar que vayamos encontraremos hijos de Dios, que se reúnen en la casa de Dios para adorar en espíritu y en verdad. Debería ser nuestra prioridad buscar un lugar para adorar en día sábado cada vez que viajamos. La Biblia, sería el primer objeto que tendríamos que tener en cuenta cuando estamos preparando nuestros equipo de viaje.
También olvidamos la dadivosidad con Dios. Muchas veces gastamos grandes cantidades de dinero en transportación, regalos, fotografía y banquetes con nuestros amigos y familiares. Esto está muy bien si se tienen los medios para hacerlo, pero está mal si no apartamos una ofrenda especial para la iglesia del lugar donde estaremos visitando, especialmente si el lugar que visitamos es un lugar pobre y con necesidad. La dadivosidad hacia Dios, tiene que demostrarse con una ofrenda de gratitud hacia Dios por los cuidados, las bendiciones y el privilegio que nos concede de poder viajar, privilegio que otros lo desean tener y no pueden.
No importa donde vayamos ó en que condiciones vayamos, tomemos a nuestros Dios y a nuestra religión con nosotros. José tomó su religión a Egipto, Daniel tomó su religión a Babilonia y la niña esclava tomó su religión a Siria; Dios hace milagros en nuestras vidas cuando en nuestro viajar por la tierra no nos olvidamos de Dios, ni de nuestra religión.
La niña esclava tuvo las escusas para haber abandonado su religión, hubiera placido mucho a sus patrones si ella hubiera adorado los dioses de ellos, pero no lo hizo, ella escucho la voz de su conciencia. Nunca podemos sacrificar un principio por una posición, nunca debemos sacrificar el favor de Dios por el favor del hombre. Nuestros patrones nos pagan por nuestro trabajo, pero nunca ese salario puede comprar nuestra conciencia. Cualquier intento de nuestros patrones en violentar nuestra conciencia, nuestra respuesta es eminente: “…es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”
Otra de las cosas importantes que tenemos que hablar de la niña esclava es que no pago mal por mal. Ella fue capturada y arrancada de su hogar, fue arrancada de su tierra nativa por rudos soldados sirios. Posiblemente su padres o hermanos murieron en la guerra, posiblemente toda su familia murió en la guerra, y a pesar de todo ésto no tenía un espíritu de resentimiento, cólera o venganza. Ella pudo haberse alegrado por el sufrimiento de su captor, pero todo lo contrario pasó con ella, tenía consideración para su amo y deseaba que su amo fuera curado de esa terrible enfermedad. ¿Nos hemos alegrado alguna vez por la desgracia de aquel que nos ha hecho mal?; ¿Hemos sentido alguna gratificación cuando nos damos cuenta del sufrimiento de otro? Ese espíritu, el “espíritu de venganza” por natural y humano que sea, no es el espíritu de Dios. El espíritu de Dios es: amar a nuestros enemigos, bendecirlos cuando ellos nos maldicen, hacerles el bien cuando ellos nos odian, orar por ellos aún cuando nos traten mal y nos persigan.
El secreto de la niña esclava era el uso completo de su simple y fuerte fe. Ella pudo se fiel a Dios por que ella creía en Dios. Ella creyó que Dios podía cuidar de ella mientras ella le sirviera fielmente. Ella pudo ayudar a Naamán, por que tenía fe en Dios y también sabía que Dios estaba con Elíseo y por esa razón estaba cien por ciento segura que Elíseo curaría a Naamán. Ese es el tipo de fe que necesitamos si deseamos ser útiles a los demás, una fe que no se mueve a pesar de los sufrimientos, pruebas y sinsabores de la vida, una fe que relucirá en cada detalle de nuestra vida, una fe que abundará en actos de amor y servicio para nuestro prójimo, para nuestra iglesia y para Dios.
Hay tres cosas muy importante que podemos aprender de nuestra “misionerita viajera”
1-La magnanimidad ó grandeza de la niñez: A pesar que ésta niña estaba en el exilio, en tierra extraña, en manos de opresores, en vez de tener resentimientos y venganza, en vez de haberse alegrado por el sufrimiento de sus enemigos, el corazón de ella tenía simpatía para el rudo conquistador. Lo pobre niña, la humilde sirviente, la humillada esclava, a pesar de todo eso tenía en sus adentros una alma de princesa.
2-El poder de la humildad: La niña esclava en su inteligencia simple, movió a su ama, movió al gran guerrero, movió al rey de Siria, involucró el rey de Israel, y movió al profeta de Dios. Esto nos enseña que aún los niños tiene su círculo de influencia.
3-La dependencia de los grandes sobre los pequeños. La sanación de Naamán fue el resultado de las palabras de una niña. Hay algunas personas que admiten la mano de Dios solo en sucesos grandes. ¿Pero que son los sucesos grandes? “Grandes” ó “Pequeños” son términos relativos. Muchas veces los eventos que nosotros les llamamos pequeños es el principio de los sucesos grandes, los sucesos grandes son los resultados del comienzo de sucesos pequeños.
Por medio de estas palabras de Cristo logramos tener una idea de lo que significa el valor de la influencia humana. Ha de obrar juntamente con la influencia de Cristo, para elevar donde Cristo eleva, para impartir principios correctos y para detener el progreso de la corrupción del mundo. Debe difundir la gracia que sólo Cristo puede impartir. Debe elevar y endulzar las vidas y los caracteres de los demás, mediante el poder de un ejemplo puro unido a una fe ferviente y al amor. El pueblo de Dios ha de ejercer un poder reformador y preservador en el mundo. Debe contrarrestar la influencia corruptora y destructora del mal…{MGD 124.2}
La obra del pueblo de Dios en el mundo consiste en refrenar el mal, en elevar, ennoblecer y purificar a la humanidad. Los principios del amor, de la bondad y la benevolencia deben desarraigar cada fibra de egoísmo que ha impregnado toda la sociedad y corrompido a la iglesia… Si los hombres y las mujeres quieren abrir sus corazones a la influencia celestial de la verdad y del amor, estos principios fluirán de nuevo, como corrientes en el desierto, refrigerándolo todo, y produciendo frescura donde ahora hay sólo esterilidad y hambre. La influencia de los que siguen el camino del Señor será tan abarcante como la eternidad. Llevarán consigo la alegría de la paz celestial como un poder permanente, refrigerante e iluminador (La maravillosa gracia de Dios, {MGD }, p. 124).
No sólo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los humildes y en la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hospitalaria, y en las reuniones de inocente placer social. Dondequiera que vayamos, debemos llevar a Jesús con nosotros, y revelar a otros cuán precioso es nuestro Salvador. Pero los que procuran conservar su religión ocultándola entre paredes pierden preciosas oportunidades de hacer bien. Mediante las relaciones sociales, el cristianismo se pone en contacto con el mundo. Todo aquel que ha recibido la iluminación divina debe alumbrar la senda de aquellos que no conocen la Luz de la vida. Todos debemos llegar a ser testigos de Jesús. El poder social, santificado por la gracia de Cristo, debe ser aprovechado para ganar almas para el Salvador. Vea el mundo que no estamos egoístamente absortos en nuestros propios intereses, sino que deseamos que otros participen de nuestras bendiciones y privilegios. Dejémosle ver que nuestra religión no nos hace faltos de simpatía ni exigentes. Sirvan como Cristo sirvió, para beneficio de los hombres, todos aquellos que profesan haberle hallado (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 126, 127).
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Lección 3 // Martes 14 de julio_____________________
ELISEO, EL PROFETA
El ministerio del profeta Eliseo, en el siglo IX a.C., nos llega en una serie de 18 episodios, que se extienden a lo largo de más de 50 años. Su ministerio principal fue el de dirigir la escuela de los profetas, y también fue mayormente público. Incluyó señales y milagros tanto en el ámbito personal como en el nacional. Eliseo fue un profeta cuyos consejos y ayuda fueron buscados por reyes y personas comunes.
Lee 2 Reyes 2:1 al 15. ¿Qué nos dice esto acerca del llamado y el ministerio de Eliseo?
1 Aconteció que cuando quiso Jehová alzar a Elías en un torbellino al cielo, Elías venía con Eliseo de Gilgal. 2 Y dijo Elías a Eliseo: Quédate ahora aquí, porque Jehová me ha enviado a Bet-el. Y Eliseo dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Descendieron, pues, a Bet-el. 3 Y saliendo a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Bet-el, le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? Y él dijo: Sí, yo lo sé; callad. 4 Y Elías le volvió a decir: Eliseo, quédate aquí ahora, porque Jehová me ha enviado a Jericó. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Vinieron, pues, a Jericó. 5 Y se acercaron a Eliseo los hijos de los profetas que estaban en Jericó, y le dijeron: ¿Sabes que Jehová te quitará hoy a tu señor de sobre ti? El respondió: Sí, yo lo sé; callad. 6 Y Elías le dijo: Te ruego que te quedes aquí, porque Jehová me ha enviado al Jordán. Y él dijo: Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré. Fueron, pues, ambos. 7 Y vinieron cincuenta varones de los hijos de los profetas, y se pararon delante a lo lejos; y ellos dos se pararon junto al Jordán. 8 Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. 9 Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. 10 El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. 11 Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino. 12 Viéndolo Eliseo, clamaba: !!Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo! Y nunca más le vio; y tomando sus vestidos, los rompió en dos partes. 13 Alzó luego el manto de Elías que se le había caído, y volvió, y se paró a la orilla del Jordán. 14 Y tomando el manto de Elías que se le había caído, golpeó las aguas, y dijo: ¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías? Y así que hubo golpeado del mismo modo las aguas, se apartaron a uno y a otro lado, y pasó Eliseo. 15 Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron: El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se postraron delante de él. 2 Reyes 2
No hay dudas de que Eliseo fue llamado por Dios; y tuvo algunas experiencias increíbles que debieron de haber confirmado su vocación en su propia mente. Más importante, su pedido de una “doble porción” del Espíritu muestra su percepción de que, para que él pudiera cumplir con lo que había sido llamado a hacer, necesitaría el poder divino, pues, por sí mismo, sería imposible. De este modo, aun en ese tiempo, este hombre de Dios entendió lo que Jesús dijo muchos siglos más tarde: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). Es una lección que, no importa cuál sea nuestro lugar en la obra de Dios, todos necesitamos reconocer.
Por la historia del llamado de Eliseo, podemos ver que este poder realmente le fue otorgado. Así, Eliseo reveló que tenía una comprensión clara y honesta de su propia función y llamado, cuando le declaró al rey: “y sabrá [Naamán] que hay profeta en Israel” (2 Rey. 5:8).
También debió de haber sido interesante la escena cuando este comandante militar y su séquito aparecieron en toda su gloria a la puerta de la casa de Eliseo, probablemente pequeña y modesta en contraste con el lujo del que gozaba Naamán. Sin embargo, Eliseo ni siquiera salió a recibir a su poderoso visitante: envió a un mensajero ¡que le dio una orden al comandante militar! ¡La única recompensa por su largo viaje de Damasco fue la brusca orden de ir al Jordán y bañarse! Pero, fue acompañada por una promesa: “serás limpio” (vers. 10).
Sin duda, el orgullo de este hombre importante quedó herido. Aunque, tal vez ese haya sido el plan
Los reyes así como el resto de las personas también hacen cosas ridículas y descabelladas. La niña esclava había hablado de un profeta en Samaria que podía curar a Naamán de su lepra. Pero el rey de Siria mandó una carta al rey de Israel, que era la persona equivocada.
Probablemente el rey de Siria no buscaba ningún problema contra el rey de Israel, solo deseaba que su siervo fuera sanado, pero el rey de Israel no lo vio de esa manera, el lo vio como una provocación a pleito de parte del rey de Siria, y en un acto de cólera e indignación rasgó sus vestidos. Muchas veces las grandes y destructivas guerras se han originado por cosas sin sentidos, por la incapacidad, por la precipitación, por la necedad, por el orgullo y la pasión de los dirigentes de una nación. Cuando escuchamos todo el mal que hacen determinados dirigentes, tenemos que estar agradecidos por los dirigente de nuestras naciones cuando éstos son sabios y prudentes.
Cuando Elíseo escuchó el absurdo e infantil comportamiento de cólera del rey de Israel, le mandó a decir: “¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel.” Y allí se presentó Naamán a las puertas de la humilde casa del profeta, allí estaba con su gloria terrenal, con sus caballos, sus riquezas, sus siervos y también su lepra.
Elíseo no fue impresionado por la apariencia y grandeza de Naamán, Elíseo no se apresuró para hacer reverencia a los rangos del gran general, el sabía que era lo que tenía que hacer con Naamán, Elíseo estaba tratando con Naamán el leproso, no con Naamán el general.
Elíseo como siervo de Dios estaba obligado a sanar tanto la vida física de Naamán, como la espiritual, y la primera cosa que necesitaba Naamán era una lección de humildad. La lepra era un terrible enemigo de Naamán, pero Naamán tenía un enemigo más terrible aún que la lepra y era un corazón lleno de orgullo y vanidad.
Elíseo no salió a platicar con Naamán, y eso fue suficiente para tocar el orgullo del general. El mensaje del siervo de Elíseo fue: “Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio”. y ésto derramó la cargada copa de orgullo de Naamán. 11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
La lepra de Naamán no había doblegado el orgullo de él, había viajado desde Siria para ser sanado, y ahora se estaba alejando de la única persona que lo podía sanar, simple y sencillamente por que el profeta no había hecho como él esperaba, y por que el profeta no le había rendido los honores necesarios, para alimentar de esa manera su vanidad. El orgullo de Naamán era irrazonable, y de la misma manera es el orgullo de cada uno de nosotros, y a pesar de que sabemos eso, caemos vez tras vez, ante uno de los vicios y pecados que hace más daño al hombre en ésta tierra.
¿Hay alguna razón para que los santos sean orgullosos? «Dios se opone a los orgullosos, pero trata con bondad a los humildes.» Santiago 4: 6 Fuera el orgullo de nuestras vidas, digamos no al orgullo de las riquezas, digamos no al orgullo de los rangos, digamos no al orgullo del conocimiento, digamos no al orgullo de nuestra nación, digamos no al orgullo de de un bonito rostro que está hecho de barro, digamos no al orgullo de nuestra religión, digamos no al orgullos de nuestro trabajo espiritual, digamos no al orgullo que tenemos para con nuestros semejantes.
“Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel” Naamán curado física y espiritualmente, ya no está a la puerta del profeta esperando ser saludado y reverenciado. Que diferente espíritu con el cual ahora se acercó al profeta. Ahora entró a la casa del profeta y lo saludo con humildad y reverencia.
Los primeros años de la existencia del profeta Eliseo transcurrieron en la quietud de la vida campestre bajo la enseñanza de Dios y la naturaleza, y la disciplina del trabajo útil. En una época de apostasía casi universal, la familia de su padre se contaba entre los que no habían doblado la rodilla ante Baal. En ese hogar se honraba a Dios, y la fidelidad al deber era la norma de la vida diaria.
Como hijo de un rico agricultor, Eliseo había echado mano del trabajo que tenía más cerca. Aunque poseía aptitudes para dirigir a los hombres, se lo instruyó en los deberes comunes de la vida. A fin de dirigir sabiamente, debía aprender a obedecer. La fidelidad en las cosas pequeñas lo preparó para llevar responsabilidades mayores.
Aunque era dócil y manso, Eliseo poseía también energía y firmeza. Abrigaba el amor y el temor de Dios, y de la humilde rutina del trabajo diario obtuvo fuerza de propósito y nobleza de carácter, y creció en la gracia y el conocimiento divinos. Mientras cooperaba con su padre en los trabajos del hogar, aprendía a cooperar con Dios (Reflejemos a Jesus, {RJ}, p. 328).
Al transcurrir el tiempo y estar preparado Elías para la traslación, también Eliseo estaba listo para ser su sucesor. Nuevamente fueron probadas su fe y su resolución. Mientras acompañaba a Elías en su gira de servicio, sabiendo que la traslación del profeta estaba próxima, éste en todos los lugares lo invitaba a que se volviera. “Quédate ahora aquí—decía Elías—porque Jehová me ha enviado a Bet-el”. Pero al manejar el arado, Eliseo había aprendido a no ceder ni desanimarse, y entonces, al poner la mano en el arado en otro ramo de trabajo, no quería que nadie lo desviara de su propósito. Tan pronto como se le decía que se volviera, respondía:
“Vive Jehová, y vive tu alma, que no te dejaré”
“Fueron, pues, ambos… Y ellos dos se pararon junto al Jordán. Tomando entonces Elías su manto, lo dobló, y golpeó las aguas, las cuales se apartaron a uno y a otro lado, y pasaron ambos por lo seco. Cuando habían pasado, Elías dijo a Eliseo: Pide lo que quieras que haga por ti, antes que yo sea quitado de ti. Y dijo Eliseo: Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí. El le dijo: Cosa difícil has pedido. Si me vieres cuando fuere quitado de ti, te será hecho así; mas si no, no. Y aconteció que yendo ellos y hablando, he aquí un carro de fuego con caballos de fuego apartó a los dos; y Elías subió al cielo en un torbellino.
A partir de ese momento, Eliseo ocupó el lugar de Elías. Y el que había sido fiel en lo poco, demostró ser fiel en lo mucho.
La lección es para todos. Nadie puede saber cuál será el propósito de la disciplina de Dios, pero todos pueden estar seguros de que la fidelidad en las cosas pequeñas es evidencia de la idoneidad para llevar responsabilidades más grandes. Cada acto de la vida es una revelación del carácter, y sólo aquel que en los pequeños deberes demuestra ser “obrero que no tiene de qué avergonzarse”, será honrado por Dios con responsabilidades mayores (La educación, {ED}, pp. 59-61).
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Miércoles 15 de julio // Lección 3___________________
LA CURACIÓN DE NAAMÁN
Lee 2 Reyes 5:11 al 14. ¿Qué nos enseña este informe acerca de Naamán y algunas de las lecciones que tuvo que aprender? ¿Qué podemos tomar de él para nosotros mismos?
11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. 12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? 14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. 2 Reyes 5
Si el profeta Eliseo hubiera salido para encontrarse con su destacado visitante y hubiese usado algunos gestos acompañados por fórmulas mágicas y otros ritos tan comunes en las religiones paganas, Naamán no habría vacilado. Sin embargo, dos aspectos de la recepción lo molestaron. No solo el profeta no salió de su casa en persona para encontrarse con Naamán, sino también le ordenó ir al río Jordán para ser curado de su lepra.
Desde el punto de vista del protocolo, Naamán estaba en lo correcto. Eliseo debió haber salido de su casa para saludarlo. Y los ríos de Damasco eran sin duda mejores, pues eran más limpios que el barroso Jordán. No obstante, por medio de Eliseo, Dios dirigió a Naamán al Jordán, un río en Israel. Todo el proceso de curación estaba diseñado para demostrar, primero, que había un profeta del Dios verdadero en Israel; y segundo, que Dios recompensa una obediencia creyente.
El séquito de Naamán lo convenció de someterse a su nuevo y divino “comandante” y, por lo menos, hacer la prueba. Lo convenció el argumento de que, si la curación sugerida hubiera sido complicada, la habría soportado. Debió de haber sido difícil para Naamán tragarse su orgullo al haber escuchado a una niña esclava y a un profeta extranjero que le mostró poca deferencia, y finalmente obedecer a sus propios siervos. Sin embargo, estaba desesperado por sanarse.
“Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio” (2 Rey. 5:14).
Los requerimientos iniciales para la curación de Naamán eran creer y obedecer. Tan pronto como superó su orgullo y cumplió con la expresa voluntad de Dios de bañarse siete veces en el barroso Jordán, él fue sanado.
Lee Romanos 6:4 al 11. ¿De qué modo la historia de Naamán refleja algunos de los principios que se enseñan en estos versículos? ¿De qué manera has experimentado la realidad de una “vida nueva” en Cristo?
Después que Elíseo no se reunió con el ilustre visitante, y que su siervo fue en vez de él y le dio el mensaje del profeta: “Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio”; Ahora viene el prejuicio de Naamán: 12 Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Esta es la más grande ilustración y diferencia que hace al cristianismo diferente de las demás religiones: El cristianismo golpea los fundamentos mismo del orgullo y la vanidad, y nos requiere que no volvamos mansos y humildes como son los niños para alcanzar el clímax ó la máxima altura de nuestra religión. El cristianismo casi siempre ofende el orgullo del hombre.
Es muy común para el hombre calificar de “mejores” las cosas que le pertenecen a él o a su país: Nuestros hijos, nuestra familia, nuestra clase, nuestra nación. El prejuicio y orgullo de Naamán dijo: Abana y Farfar, pero el profeta dijo: el Jordán; “Y se volvió, y se fue enojado.”
3 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? Esto se llama la simpleza del evangelio, si Naamán hubiera tenido que hacer un régimen complicado, una operación riesgo-za, o gastar una suma fuerte de dinero, lo hubiera aceptado con más rapidez, pero “bañarse” resultaba demasiado simple. Muchas veces la simpleza del evangelio priva a muchas persona de poderlo aceptar, la recuperación espiritual fue diseñado por Dios de una manera muy simple, no se necesitas complicadas ceremonias, largos peregrinajes, prolongados ayunos, rezos u oraciones, solamente se necesita creer en: 16 que de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en El, no se pierda, mas tenga vida eterna.
También aprendemos de la experiencia de Naamán que para la restauración espiritual se necesita del esfuerzo del individuo: El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio. Naamán fue al río e hizo como se le había indicado, lo mismo sucede con los asuntos espirituales, cada hombre tiene que creer, arrepentirse, y confesar sus pecados, para esto no hay substitución.
Naamán el sirio consultó al profeta de Dios acerca de cómo podía curarse de una enfermedad repugnante: la lepra. Se le ordenó ir y bañarse en el Jordán siete veces. ¿ Por qué no siguió inmediatamente las instrucciones de Elíseo, el profeta de Dios?… A causa de su mortificación y decepción tuvo un rapto de cólera, y furiosamente rehusó seguir el humilde procedimiento que le había señalado el profeta de Dios. “He aquí”, dijo, “yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”. Su criado dijo: “Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa,¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?” Sí, ese gran hombre consideraba que estaba por debajo de su dignidad ir al humilde río Jordán y lavarse. Los ríos que había mencionado y deseado se veían embellecidos por los árboles y sotos de sus riberas y había ídolos en esos sotos. Muchos acudían a esos ríos para adorar las estatuas de sus dioses; por lo tanto, eso no hubiera significado ninguna humillación para él. Pero el cumplimiento de las directivas específicas del profeta hubiera humillado su espíritu orgulloso y altivo. La obediencia voluntaria traería el resultado deseado. Se lavó y quedó sano (Conflicto y valor, {CV}, p. 229).
En todos los países hay ahora personas sinceras de corazón, sobre las cuales brilla la luz del cielo. Si perseveran con fidelidad en lo que comprenden como deber suyo, recibirán más luz, hasta que, como Naamán antiguamente, se vean constreñidas a reconocer que“no hay Dios en toda la tierra,” excepto el Dios vivo, el Creador.
A toda alma sincera “que anda en tinieblas y carece de luz,” se da la invitación: “Confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios.” Isaías 50:10 (Profetas y reyes, {PR}, p. 189).
Lo que se necesita es el amor de Cristo en el corazón. El yo necesita ser crucificado. Cuando el yo se sumerge en Cristo, brota espontáneamente el verdadero amor. No es una emoción ni un impulso, sino una decisión de una voluntad santificada. No consiste en sentimientos, sino en la transformación de todo el corazón, el alma y el carácter, que estan muertos al yo y vivos para Dios. Nuestro Señor y Salvador nos pide que nos entreguemos a él. La entrega del yo a Dios es todo lo que él exige: que nos entreguemos a él para ser empleados como él lo vea conveniente. Hasta que no lleguemos a este punto de entrega, no trabajaremos con gozo, utilidad ni éxito en ninguna parte (Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1100, 1101).
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Lección 3 // Jueves 16 de julio_____________________
UN CREYENTE NUEVO
“Ahora reconozco que no hay Dios en todo el mundo, sino solo en Israel. Le ruego a usted aceptar un regalo de su servidor” (2 Rey. 5:15, NVI). ¿De qué manera estas palabras nos ayudan a revelar la experiencia de la salvación? Ver Apoc. 14:12; 1 Juan 5:2, 3; Rom. 6:1.
12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Apocalipsis 14
2 En esto conocemos que amamos a los hijos de Dios, cuando amamos a Dios, y guardamos sus mandamientos. 3 Pues este es el amor a Dios, que guardemos sus mandamientos; y sus mandamientos no son gravosos. 1 Juan 5
1 ¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? Romanos 6
Habría sido fácil para Naamán volver directamente del Jordán a Damasco después de ser sanado. Pero, como gesto de gratitud, él y sus acompañantes volvieron a donde vivía Eliseo. Esta vez se encontraron con Eliseo en persona. La confesión de que el Dios de Israel es soberano en el mundo es el tema principal de la Biblia. Estas palabras dichas por un pagano constituyen uno de los puntos salientes de la revelación del Antiguo Testamento. La conversión de Naamán dejó en claro que su nueva experiencia estaba ligada al Dios de Israel. El profeta era israelita, el río era el más importante de Israel y el número siete era una conexión clara con el Dios de la creación.
En Naamán vemos un ejemplo de cómo actúa la fe verdadera: recibió algo que él nunca hubiera podido obtener por sí mismo. El hecho de que Eliseo haya rehusado los regalos (2 Rey. 5:16) fue una manera de mostrar que la salvación no puede ser ganada ni comprada, sino que es solo por la gracia de Dios. Al mismo tiempo, la disposición de Naamán de dar algo a Eliseo por lo que había hecho por él muestra la respuesta de fe, surgida de la gratitud por lo recibido. Al rehusar los regalos, el profeta siguió el ejemplo de Abraham cuando ayudó a los reyes paganos pero rehusó las recompensas para que ninguno pudiera decir: “Yo enriquecí a Abram” (Gén. 14:23). Eliseo sabía que la aceptación de un regalo habría echado a perder la lección que Naamán debía aprender. La curación era obra de Dios y un acto de pura gracia.
“Quede este punto completamente aclarado en cada mente: si aceptamos a Cristo como Redentor, debemos aceptarlo como Soberano. No podemos tener la seguridad y la perfecta confianza en Cristo como nuestro Salvador hasta que lo reconozcamos como nuestro Rey y seamos obedientes a sus mandamientos. Así demostramos nuestra lealtad a Dios. Entonces, nuestra fe sonará genuina porque es una fe que obra” (FO 13).
Si otros consideraran tu vida, ¿qué verían en ella que revela tu amor a Dios por lo que Cristo ha hecho por ti?
La maravillosa cura de Naamán lo convirtió en un fiel creyente de Dios. Interesante-mente pide dos mulas cargadas de tierra de Israel para hacer un altar y sacrificar a Dios en Siria.
Nosotros no sabemos a quien admirar más, a Elías confrontando con valentía a los cuatro cientos profetas de Baal ó a Elíseo con su simpleza y quietud rehusando los tentadores regalos de Naamán. “…Te ruego que recibas algún presente de tu siervo.16 Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso”
¿Porqué Elíseo no aceptó los regalos de Naamán?
1-Elíseo pensó en el honor de Dios: Elíseo sabía que no había sido por su poder ó por su palabra que Naamán había sido sanado, sino que por el poder de Dios. Elíseo deseaba que Naamán lo recordara no como el profeta, si no como el profeta de Dios.
2-Elíseo pensó en el honor de su religión: Si Elíseo hubiera tomado los regalos de Naamán, posiblemente en la mente de Naamán se hubiera formado la idea que el profeta de Dios, no era diferente a los profetas paganos de su nación, ya que después de cualquier servicio religioso siempre estaban tras la recompensa económica.
3-Elíseo pensó en el honor de su país: Para esos días Israel había sido derrotado en la guerra por los sirios. Podría ser humillante para un hebreo tomar regalos de parte de la nación vencedora y especialmente de Naamán quién fue el líder de la guerra en contra de su pueblo. Por eso el más tarde pregunta a Giesi: “¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y siervas?” Ese tiempo de derrota y desgracia de Israel, no era el tiempo correcto para mostrar los lujos ó las riquezas que una persona podía tener ó conseguir.
4-Finalmente Elíseo pensó en el propio bien de Naamán: Elíseo deseaba no solo beneficiar a Naamán físicamente, sino espiritualmente también. Deseaba no poner piedra de tropiezo a Naamán y que él se llevara el mejor testimonio de la religión hebrea para Siria. Y Elíseo tuvo éxito, por lo que vio Naamán el Elíseo, el profeta verdadero del Dios verdadero, y por lo que vio en el majestuoso poder de Dios, decidió convertirse al judaísmo, y prometió no sacrificar a otro dios, sino al Dios verdadero del cielo. Si en verdad deseamos ayudar a otros, nuestros corazones tienen que ser derechos con Dios. No tiene que ver duda acerca de nuestra sinceridad, ni motivos que sean dudosos. Elíseo pensó muy poco en él mismo, tuvo una buena oportunidad y la uso muy bien, demostró el gran poder que la gracia divina tiene sobre el hombre.
No fue el caso de Giezi, quien no le importó el honor de Dios, el honor de su religión, de su país, ni tampoco le importó el honor de su maestro.
En el nuevo nacimiento el corazón viene a quedar en armonía con Dios, al estarlo con su ley. Cuando se ha efectuado este gran cambio en el pecador, entonces ha pasado de la muerte a la vida, del pecado a la santidad, de la transgresión y rebelión a la obediencia y a la lealtad. Terminó su antigua vida de separación con Dios; y comenzó la nueva vida de reconciliación, fe y amor. Entonces “la justicia que requiere la ley” se cumplirá “en nosotros, los que no andamos según la carne, sino según el espíritu.” Romanos 8:4 (VM).Y el lenguaje del alma será “¡Cuánto amo yo tu ley! todo el día es ella mi meditación.” Salmos 119:97.
“La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.” Salmos 19:7 (VM). Sin la ley, los hombres no pueden formarse un justo concepto de la pureza y santidad de Dios ni de su propia culpabilidad e impureza. No tienen verdadera convicción del pecado, y no sienten necesidad de arrepentirse. Como no ven su condición perdida como violadores de la ley de Dios, no se dan cuenta tampoco de la necesidad que tienen de la sangre expiatoria de Cristo. Aceptan la esperanza de salvación sin que se realice un cambio radical en su corazón ni reforma en su vida. Así abundan las conversiones superficiales, y multitudes se unen a la iglesia sin haberse unido jamás con Cristo (El conflicto de los siglos, {CS}, pp. 521, 522).
La bondad y la paciencia de Dios, su amor sacrificado por los hombres pecadores, deben conducir a todos aquellos que disciernen su gracia a manifestar lo mismo, a dar liberalmente simpatía para otros. El admirable ejemplo de la vida de Cristo, la inigualable ternura con la cual él se aproximó a los sentimientos del alma oprimida, llorando con el que lloraba, gozándose con el que se gozaba en su amor, deben tener una profunda influencia sobre el carácter de todos los que aman a Dios y guardan sus mandamientos.
Deben dar simpatía, no de mala gana sino liberalmente; mediante palabras y actos bondadosos, deben procurar que el camino resulte tan fácil para los pies cansados como desean que sea el camino para sus propios pies. Cuando recibimos diariamente y cada hora la bendición de Dios, no podemos hacer menos para manifestar nuestra gratitud que tener un interés bondadoso y generoso en aquellos por quienes Cristo murió. ¿Tenemos bendiciones? Sí, las tenemos. Bueno, Cristo dice, compartidlas con otros, no con unos pocos favorecidos, sino con todos aquellos con quienes nos relacionamos. Debemos dar gracia por gracia (Nuestra elevada vocación, {NEV}, p. 185).
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Viernes 17 de julio // Lección 3____________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Siglos después de que Naamán regresara a su hogar en Siria, con el cuerpo curado y el espíritu convertido, su fe admirable fue mencionada y elogiada por el Salvador como lección objetiva para todos los que dicen servir a Dios. Declaró el Salvador: ‘Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fue limpio, sino Naamán el Siro’ (Luc. 4:27). Dios pasó por alto a los muchos leprosos que había en Israel porque su incredulidad les cerraba la puerta del bien. Un noble pagano que había sido fiel a sus convicciones relativas a la justicia, y sentía su necesidad de ayuda, fue a los ojos de Dios más digno de su bendición que los afligidos de Israel que habían despreciado los privilegios que Dios les había dado. Dios obra en pro de aquellos que aprecian sus favores y responden a la luz que les ha dado el Cielo” (PR 189).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- A lo largo de los años, ha habido mucha discusión acerca de lo que sucedió después de la curación de Naamán. En 2 Reyes 5:17 al 19, Naamán hizo una poderosa confesión de fe, diciendo: “Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová” (vers. 17). Sin embargo, inmediatamente después dice: “En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo” (vers. 18). ¿Cuáles son las implicaciones de la respuesta de Eliseo? ¿Hasta qué punto deben ejercer los misioneros cristianos la paciencia y la comprensión hacia los conversos nuevos, en especial cuando vienen de circunstancias religiosas y culturales diferentes?
- ¿Cuán rápidamente debe ocurrir la “enculturación”, o integración, de los nuevos conversos? “La viuda de Sarepta y Naamán el sirio habían vivido de acuerdo con toda la luz que tenían, por lo cual se los consideró más justos que el pueblo escogido de Dios, que se había apartado de él y había sacrificado sus principios a las conveniencias y los honores mundanales” (HAp 343).
- La curación y la salvación vinieron a Naamán por una fe revelada en sus acciones. Analiza un poco más todo el tema de la relación entre la fe y las obras. ¿Por qué es tan importante comprender la función vital, y no obstante diferente, que ambas tienen en la experiencia de la salvación?
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