“Frágil, simple, sin ninguna belleza exterior que pudiera atraer a otro que no sea al Único que puede sondar el interior. A pesar de todo mal pronóstico Elena White decidió ponerse en manos del Dios al cual amaba, su amigo, compañero; Aquel que podía hacer de sus fragilidades, fortalezas y de su dependencia de Él una oportunidad para transformar al mundo.”
En el segundo capítulo de este apasionante especial te contamos la historia de una mujer que a través de su visión, entrega y ejemplo marcó un antes y un después en la Historia de la Educación Adventista.
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